Revista D

El maestro de los cinceles

El martes 5 de febrero, a las 19 horas, el escultor quetzalteco Eduardo Sac inaugurará una muestra en el Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida, en la zona 13 capitalina. La exposición cuenta con 25 piezas, acompañadas de su boceto y trabajadas en diferentes materiales. Todas denotan su experiencia de tres décadas en la rama de escultura.

El escultor quetzalteco Eduardo Sac habla de su vida y de su arte. Fotos CARLOS VENTURA

El escultor quetzalteco Eduardo Sac habla de su vida y de su arte. Fotos CARLOS VENTURA

Esta muestra motiva una charla con el escultor, en la que recuerda varios aspectos ligados a su trayectoria, como los iniciales, cuando hubo una época en que los jabones de su casa “desaparecían” porque él, aún preadolescente, los tomaba, y con la ayuda de una hoja de afeitar les daba forma.

El patio de su casa fue otra rica escuela. Allí, a diferencia de los niños que preferían jugar futbol, el pequeño Eduardo le daba forma al lodo y moldeaba ciudades a escala, acompañadas de montañas y ríos. Otras veces su imaginación convertía el polvo en harina y reproducía con detalle los diferentes panes que veía en la panadería.

El artista cuenta un incidente que lo ayudó a interesarse por el arte y por el cual, indica, en más de una ocasión lo reprendieron en casa, porque se retrasaba cuando lo enviaban a traer agua al chorro comunal. “Llegaba un grupo de señoras a pintar y yo me entretenía viendo cómo lo hacían”, cuenta.

Sac pertenece a una generación de artistas autodidactas. “Cuando era niño, en Quetzaltenango había escuelas para aprender dibujo y pintura, pero no de escultura”, recuerda el artista, de 56 años.

¿Por qué tituló la muestra Fragmentos de un pueblo?

Las piezas hablan de la vivencia de un pueblo. Hay esculturas que retratan estampas de extrema pobreza, como un niño lustrabotas y señoras vendiendo en una plaza, o temas sociales de violencia, como el linchamiento. Pero otras refieren entornos distintos. Por ejemplo, hay violinistas y flautistas. Abordo varias aristas del día a día, de los diferentes grupos sociales.

¿Tuvo algún tutor en su interés por la escultura?

Tengo casi 30 años de esculpir. En Quetzaltenango había, cuando era niño, escuelas para aprender a pintar y dibujar, pero no un centro de formación para ser escultor. Comencé de manera autodidacta, con mucho entusiasmo. Desde pequeño tuve interés por la escultura. Trabajé primero con materiales que tenía a mi alcance, como barro, algunas piedras pómez, jabones, cera y todo aquello a lo que pudiera darle forma.

Nunca me detuve en mi interés. Dejé los materiales blandos y poco a poco fui experimentando con otros, más duros. He hecho esculturas en roca semibasáltica, piedra arenisca y bastante en la que se conoce como piedra blanca, que es el material con el que está construido en buena parte el Centro Histórico de Quetzaltenango. Luego trabajé un buen tiempo la madera y experimenté con bronce y resina. Creo que he trabajado casi todos los materiales. No tuve al inicio una formación académica, pero me desarrollé como escultor. Son 30 años explorando esta rama del arte.

¿Se ha dedicado a otras disciplinas artísticas?

Sí. También trabajé la pintura y el dibujo. Hace como 35 años fui parte de un grupo de pintores quetzaltecos que expuso en la capital. Fue la primera vez que se apreciaba una colectiva plástica procedente de un departamento en la galería El Túnel, en la sede que estaba en el Centro Histórico. Luego participé, tanto en muestras individuales como colectivas, en otros centros de arte. Algunos ya no existen. Recuerdo, entre otros, Fórum y Punto de Arte. También, El Sitio y la galería del restaurante El Sereno, ambos en Antigua Guatemala. Por algunos años viví del retrato, aquí en Quetzaltenango. Ahora me dedico sólo a la escultura, pero como también soy docente, no dejo de ver los otros temas relacionados a la plástica.

¿Qué clases imparte?

Me gradué de maestro de Educación Primaria. La docencia es la fiel acompañante de mi escultura. Tengo 30 años de ser maestro artístico, 25 de ellos en la Escuela Regional de Arte Humberto Garavito, del Ministerio de Cultura y Deportes. Creo que soy el más longevo de los maestros en el establecimiento, que abrió sus puertas en 1988.

He impartido fundamentalmente dibujo, pintura y escultura. Además, soy director de la Escuela Superior de Formación Artística de Quetzaltenango, un centro privado que surgió con otros colegas, luego de mi experiencia al dar clases particulares y laborar en algunos otros establecimientos privados. En la creación de este centro influyó la temporada que como docente de arte radiqué en Cobán, allá en los inicios de la década de 1980, cuando estaba por finalizar mi licenciatura en Pedagogía y abrieron las primeras tres escuelas regionales de arte en el país, por iniciativa del maestro Zipacná de León. El ministro de Educación era el pintor Elmar Rojas.

¿Se relacionó con ellos u otros artistas de la época?

Tuve contacto con algunos maestros de la plástica nacional, pero fue siendo aún estudiante de magisterio. Yo era un patojo cuando a Quetzaltenango llegaron, para impartir talleres, entre otros: Roberto Cabrera, Erwin Guillermo, Elmar Rojas y Efraín Recinos. Estas actividades formativas fueron complemento de una muestra artística que organizó en la ciudad el pintor Rolando Ixquiac Xicará.

Luego, cuando solicité trabajo para dar clase en las escuelas regionales que promovió el maestro Zipacná, tuve trato con él, pero por razones laborales. Fue él quien me animó a impartir clases de escultura. No consideraba que esta disciplina fuera mi fuerte, como el dibujo o la pintura, pero él me convenció al decirme que había pocos con capacidad para dar esa cátedra. Para entonces había participado con una obra en una de las bienales artísticas de Paiz.

Cuando se abrió la escuela que lleva el nombre del maestro Garavito, algunos maestros de la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rafael Rodríguez Padilla (Enap) viajaron a Quetzaltenango para capacitar a los docentes de las escuelas regionales. Allí tuvo eco, a escala nacional, una de mis propuestas.

¿Cuál fue?

Esa capacitación fue como a los tres meses de haberse inaugurado las escuelas regionales de arte. En parte era para conocer los métodos que utilizábamos en las clases. Yo llevé mis planes de estudio. Allí repararon los docentes de la Enap en que la institución carecía de un programa oficial. Para mi sorpresa, el que yo estaba usando se aplicó de manera oficial. A la fecha, obviamente, ha tenido actualizaciones, pero la base sigue siendo la misma.

¿En qué lugares se pueden apreciar sus obras?

Hay una en la entrada a Xela. Es una de las obras más recientes de la ciudad y de gran escala. Tiene 12 metros de altura. Se trata del monumento al migrante, que se puede apreciar en el kilómetro 190, de la entrada a Salcajá.

También está el monumento a la Mujer, en la ruta que conduce a la salida a San Marcos. Está en la colonia La Floresta. Otra se puede ver en la Facultad de Derecho de la Universidad Mesoamericana, es el monumento a la Justicia. Hay más esculturas mías en Totonicapán y Antigua Guatemala. Muchas otras figuran en colecciones privadas. En la capital está la que culminé en el 2010, cuando representé a Guatemala en el II Festival Internacional de Escultura. Se llama Kowim em, es una expresión quiché que significa por el camino. Permanece en los patios posteriores del Museo Nacional de Arte Moderno, junto a las esculturas que 11 artistas internacionales crearon ese año. Fue un trabajo que se hizo a la vista del público, por espacio de casi una semana.

¿Ha participado en otros encuentros internacionales?

Fui promotor del Primer Simposio de Piedra de Cantera, en Quetzaltenango, donde figuré, además, como escultor. Participé hace como 20 años en un encuentro internacional en Quebec, Canadá, donde los participantes creamos esculturas con nieve. También asistí al evento Arte en Concreto, cuya primera edición se hizo en Antigua Guatemala, a la cual acudieron escultores de diferentes países.

Eduardo Sac trabaja tiempo completo en la docencia artística. Le satisface que una nueva generación de escultores quetzaltecos se esté formando y que algunos de ellos sean alumnos suyos. Continúa trabajando, en su mayoría, por requerimiento de coleccionistas privados. Es, además de pedagogo, licenciado en Artes Visuales con especialidad en Escultura. Tiene la satisfacción de haber expuesto en varias galerías y destacado en certámenes de escultura a lo largo de 30 años de trabajo.

En docencia ha recibido varias distinciones regionales, como ser incluido en la publicación 100 Historias de éxito, del Ministerio de Educación, y haber recibido la medalla María Chinchilla, el máximo galardón que un maestro puede recibir en Quetzaltenango de parte de la cartera educativa. “En el 2000, la Casa de la Cultura de Chichicastenango me entregó el Botón de Oro, en reconocimiento a mi trabajo artístico e intelectual en Quetzaltenango”, cuenta el escultor.

Sac está a la espera de patrocinadores, para publicar un texto didáctico que recoge su experiencia como escultor. “Está dividido en varios tomos”, adelanta. Ese es su próximo proyecto y espera verlo pronto hecho realidad.

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