Revista D

Marvin del Cid: “Los videojuegos no fueron pérdida de tiempo”

La biodiversidad de República Dominicana ha sido fotografiada y filmada por este comunicador guatemalteco que está por terminar su primer documental.

Su primer documental es "Cacú: Un cambio por la vida", acerca de la preservación de la tortuga marina. (Foto cortesía de Marvin del Cid).

Su primer documental es "Cacú: Un cambio por la vida", acerca de la preservación de la tortuga marina. (Foto cortesía de Marvin del Cid).

Marvin del Cid trabaja con la misma pasión como cuando era un niño y se entretenía jugando videoconsolas, eso, asegura, lo ayudó en su proceso de creación.
Lo mejor que pudo pasarle en el campo profesional, dice, fue trabajar en lo que le gusta. Del Cid nació en Guatemala en 1974 y hace casi 15 años vive en República Dominicana, en donde labora para un periódico en el área de contenido digital. Los videos dedicados a la flora y fauna son los que prefiere producir.
Ha ganado certámenes fotográficos y periodísticos y montado una decena de exposiciones. Sus imágenes han sido publicadas en revistas internacionales. De estos logros, de sus aventuras   filmando o fotografiando la biodiversidad caribeña y de su primer documental nos habla en esta entrevista.
 
¿Se mudó a República Dominicana por motivos profesionales?
No fue así, en realidad mi esposa me secuestró, bromea.
Ella es dominicana; la conocí en Guatemala porque nos presentaron unos amigos en común cuando, de parte de su oficina, visitó algunas ciudades en Centroamérica.
Llegué a la isla para comenzar nuestro hogar; entonces solo conocía a su familia.
 
¿Hace cuantos años se fue?
Ya han pasado 14, ahora somos cuatro en casa. Mi esposa, dos hijos; una de 9 y otro de 4 años, y yo.
 
¿Allí comenzó su faceta de documentalista?
En Guatemala estuve en medios convencionales de comunicación, después me especialicé en el campo multimedia. Con esa experiencia toqué puertas y gracias a Dios se fueron abriendo.
Primero laboré para el canal de televisión de Diario Libre, luego me integré a su sala de redacción cubriendo el área de contenido digital, donde abordo varios temas, no solo medioambientales. Llevo 11 años laborando para dicho periódico.
Cuando conocieron más mi trabajo conté con el aval de mis superiores para comenzar una sección exclusiva de biodiversidad.
 
¿Para cuáles medios colaboró en Guatemala?
Para algunos periódicos, pero en cada uno la relación fue puntual y duró muy poco. La principal escuela la tuve en el proyecto Newmedia de la Universidad Francisco Marroquín.
Llegué al Departamento de Desarrollo de esa casa de estudios en el 2001, y fue donde consolidé mi formación en la edición de video y contenidos digitales. En esa década me involucré con dos colegas más en la creación de la página Guatemala360, que promociona destinos turísticos. Posteriormente, participé en la creación de Dominicana360.com.
 
¿Qué tipo de videos ha publicado en su sección?
He grabado unos 40 documentales cortos sobre especies de plantas y animales en diferentes puntos de la isla, es decir República Dominicana, sobre todo, y también en Haití. Eso me ha dado la oportunidad de conocer casi toda la región, son solo algunos sitios los que no he podido visitar.
 
¿También escribe acerca de estos viajes?
Sí, publico notas al respecto. No todo es acerca de flora y fauna, ni  solo video. También he escrito acerca de reservas amenazadas, la labor de onegés ambientalistas y hallazgos como el de una colonia de siete manatís, algo que fue muy reciente y me llenó mucho de satisfacción.
 
¿Por qué?
Porque son una especie muy amenazada en el Caribe y el avistamiento, aunque sucedió en una zona frecuentada por esta especie,  ocurrió en un punto específico donde antes no se había reportado que habitaban.
Después de notificarlo a las autoridades, se comenzó una investigación para conocer más acerca de sus hábitos. Eso es vital porque contamos con pocos estudios en ese campo.
Haberlos encontrado sigue siendo especial porque me mueve una pasión personal por la naturaleza. Yo no soy biólogo ni científico, desde luego, me asesoro con estos profesionales para hacer mi faena, pero me atrae mucho conocer la vida  silvestre e involucrarme en su protección. Me considero un curioso de la naturaleza.
 
¿Hay más de estos casos?
Después de unos reportajes y denuncias publicamos junto con onegés y mis colegas  las amenazas que afrontaban tres de las principales áreas protegidas. El Ministerio de Medioambiente tomó medidas para su rescate, pues están siendo depredadas por la siembra de aguacate, la agricultura temporal de otros cultivos, la crianza ilegal de ganado, la producción ilegal de carbón, y el secuestro de los nacimientos de agua. Estos sitios son los parques nacionales Valle Nuevo, Los Haitises y Sierra de Bahoruco.
Por ello es significativo para mí haber destacado en certámenes periodísticos. El año pasado gané la primera edición del Premio Nacional de Periodismo Medioambiental. En el 2013 y 2014 obtuve el Premio al Periodismo de Turismo Epifanio Lantigua. Y este año el segundo lugar y una mención en el concurso Captura el Viento de Haina, la empresa generadora de electricidad.
 
¿Qué retos afrontó documentar los ecosistemas naturales?
Tuve que aprender a bucear, hacer montañismo, internarme en cuevas, pernoctar en  playas y manejar un dron.
 
¿Montañismo en República Dominicana?
Por ser una isla y estar en el Caribe, pocos creerían que el país cuenta con el Pico Duarte, que supera los tres mil metros de altura. Lo subí para documentar una denuncia de daños a esta área protegida, y acampé una noche muy cerca de su cumbre, con temperaturas bajo cero. Claro, esto es a final de año, cuando el frío es más intenso.
 
¿Y el dron?
Eso fue una necesidad, algo que me exigía el medio. Me recordó cuando jugaba Nintendo. De hecho, ahora, un poco en broma, digo que sí fueron útiles todas las horas que de niño y joven me divertí con ese aparato. En casa me regañaban porque consideraban que no hacía nada bueno, pero no fue así, los videojuegos no fueron pérdida de tiempo, me ayudaron mucho con el proceso de creación de contenido digital.
 
¿Disfruta lo que hace?
Para mí es una aventura y lo mejor que pudo pasarme fue que mi pasatiempo se convirtiera en mi trabajo. No lo digo solo por el dron. Me gusta la fotografía y producir videos. Como son muchas aristas las que definen lo que hago, a veces no sé explicarlo, por eso respondo que soy un curioso, uno que ha tenido a la tecnología como su aliada.
 
¿Qué logros ha obtenido con la fotografía?
Varias han sido publicadas en medios informativos, además del periódico, pues soy colaborador en la plataforma Getty Images, en la cual han comprado mis fotos el Washington Post, National Geograpchic, Huffington Post y la empresa Microsoft.
Documenté también un trabajo que en República Dominicana y Nicaragua llevó a cabo la onegé europea Comercio Justo. También he tomado fotos en Cuba y Haití. Gracias a mi canal de YouTube me contactaron de Plaza Sésamo Australia, y por referencias, también de las Naciones Unidas.
He expuesto en 10 ocasiones, tanto en muestras colectivas como individuales y gané la categoría Américas del certamen europeo The European Wind Energy Association (Ewea).
Tengo material de todos los temas que he trabajado en un disco duro exclusivo para fotos. Soy como un Diógenes actual, pero en lugar de acumular objetos en una cueva colecciono fotos en un archivo digital.
 
¿Alguna relacionada a Guatemala?
He hecho dos. Las cuatro esquinas de la Tierra o Cajxucut Uleu, con panorámicas de diferentes sitios del país. Fue para un proyecto del 2010 en la bienal Foto Imagen. La otra se llamó Chapinlandia, que trató diferentes aspectos de la cultura nacional y la organizó en el 2011 la embajada de Guatemala para la Feria Internacional del Libro.
 
¿De qué trata su primer documental?
Por muchos años quise hacer uno, pero no sabía cómo. Una noche que intentaba conciliar el sueño reparé en que llevaba más de año y medio documentando mis visitas a un barrio marginal de Santo Domingo, habitado por pescadores que conocí cuando cubrí una nota acerca de un programa de protección de las tortugas marinas. Fue la primera que vez que se documentó el anidamiento de una y el nacimiento de sus crías, donde existía un antecedente de depredación.
Cacú: Un cambio por la vida,  cuenta la vida de cinco personas que dejaron de ser  depredadores para convertirse en protectores de la biodiversidad. Se llama así por una tortuga,  se le dio ese nombre como regalo de cumpleaños de uno de los integrantes del equipo que me acompañó en la primera visita, luego de ser marcada por el biólogo que lideraba el proyecto. Han pasado cuatro años de eso.
 
¿Por qué ese nombre?
El programa, además de anotar las características del espécimen y un código para reconocerlo, le da un nombre coloquial. Así nació Cacú, que en República Dominicana es equivalente a decir cabezón. 
Finalizaré en agosto la posproducción, durará 75 o 90 minutos, y en septiembre u octubre empezaré a promoverla en festivales de cine internacionales. Quiero proyectarla primero acá y más adelante llevarla a Guatemala.
 
¿En qué otro proyecto trabajará?
Todas mis energías están enfocadas en la posproducción de Cacú, por lo que tuve que dejar temporalmente el material de Habló la Luna, una obra de teatro actuada por médicos y pacientes de un hospital psiquiátrico de Dominicana que se presentó en el Palacio de Bellas Artes. Fotografié la puesta en escena pero también grabé los ensayos, por lo que cuento con material para un segundo documental.

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