Revista D

Medio en serio, medio en broma

Cinco personajes cómicos  ofrecen su visión sobre la coyuntura política del país.

Julio Serrano y Juan José Barrios en la víspera de la renuncia de Otto Pérez Molina.

Julio Serrano y Juan José Barrios en la víspera de la renuncia de Otto Pérez Molina.

La primera vuelta del proceso eleccionario se caracterizó por los excesos, abusos, cinismo e irrespeto de los candidatos a cargos públicos, lo que desató la furia de la población. Estos hechos fueron la antítesis de la frase “las alegres elecciones”, con la cual el doctor Juan José Arévalo (1945—1951) se refería a los comicios.

Para observar la otra cara de esta tragicomedia chapina, Revista D entrevistó a don Próspero Ventura, al niño 9090, un menor que se gana la vida vendiendo vuvuzelas en las manifestaciones; y a un diputado que buscaba reelegirse —los tres personajes son interpretados por Julio Serrano—.

Además, a dos ancianos que vivieron la Revolución de 1944 —Serrano y Juan José Barrios— y al Mero Mero (Barrios).

Delano Rubio (Jairón Salguero), uno de los candidatos favoritos de esta contienda, también aceptó compartir sus impresiones.

Por medio del túnel de tiempo se regresó a la época de la Conquista para hablar con el chalupero Culán (Jorge Ramírez) y la reina Chichi (Mónica Sarmientos).

Un día antes de la renuncia al cargo el Mero Mero accedió a una entrevista breve y exclusiva.

¿Cómo se siente tras la captura de la 2?

Qué bueno que me hace esa pregunta, fíjese que yo he intentado verla…, pero no me han dejado entrar.

Los medios informaron que cuando la detuvieron usted la esperaba en Matamoros.

Yo no he matado moros, ni he matado a nadie. Así que no me esté echando muertos. Lo cierto es que yo no debo nada, no he recibido pisto de nadie; todos son culpables menos yo. Ni siquiera sabía que Roxana estuvo en Matamoros.

¿Cómo no va a estar enterado si eran tan cercanos?

¿Cercano? yo solo tengo una R y es la Rosita, y a ella me la respeta.

En el Congreso

Al día siguiente de la renuncia del Mero Mero, el 3 de septiembre, los preparativos en el Congreso de la República para dar posesión a Alejandro Maldonado Aguirre, como nuevo presidente constitucional, no cesaban. En los pasillos se encontraba un diputado que en medio del barullo accedió a responder algunas preguntas. Lleva cuatro legislaturas, —con esta será la quinta— y se altera cuando escucha la palabra línea o Cicig.

¿Por qué varios de sus compañeros se han reportado enfermos, hay alguna epidemia? “Claro que sí , mire es lunes, es la goma”. Ante la observación de que no es lunes y que las faltas suceden casi a diario, arremete: “¿Y acaso somos pobres para tomar solo el fin de semana pues? Por eso vamos a proponer varias iniciativas de ley, la de las cantinas solidarias y como este país está falto de amor, la de los “moteles solidarios”, afirma.

Al cuestionarle si hubo una intención en la legislatura saliente de aprobar la Ley de Aguas comenta: “Los diputados Mario Taracena y Delia Back decidieron tocarla —en alusión a que la diputada le lanzó un vaso de agua al congresista dentro del hemiciclo—. Ha sido la vez que hemos estado más cerca de tratar esta ley. Ahí están Back y Taracena que saben en qué aguas se manejan y si va a haber algo para las aguas pues me avisan”.

“Le voy a comentar, muchos han dicho que somos corruptos, que todo lo hacemos por dinero. ¿Quiere que le diga la verdad? Al responderle que sí, cuestiona: “¿Cuánto me va a dar para que le conteste? ¡Hasta en inglés le hablo!”.

Sobre la evasión fiscal hace una pausa y reflexiona: “Usted sabe que no son todos los que dan, ni los que dan son todos los que deben ser. Yo veo una Guatemala viva. ¿Una Guatemala profunda como la del Presidente? se le interroga. “¡Profundo se va a ir él al hoyo!”, agrega.

Se afloja el nudo de la corbata, como si le faltara el aire, y de repente parece ser atacado por una tosecita impertinente. Señor diputado ¿Qué opina de las escuchas en poder del Ministerio Público que lo incriminan en el cobro de comisiones por obras en contubernio con el gobernador y los alcaldes de su departamento?

Súbitamente se levanta y responde: “¡Por no llenar el quórum necesario se levanta esta sesión!”

En el parque

Revista D salió también a las calles a conocer la opinión del pueblo. En el parque San Sebastián se encontró a don Próspero Ventura, quien bebe un refresco de súchiles, mientras hace una pausa antes de continuar con la entrega de las invitaciones para un acto del nuevo presidente, Alejandro Maldonado Aguirre.

Sentado en una banca luce un poco cansado. Además de su jornada de lunes a viernes, acudió a vender durante 19 sábados vuvuzelas y banderas en las manifestaciones en la Plaza de la Constitución. “Uno tiene que ver de dónde saca algo, porque un leño no arde solo”, comenta.

“Me encantó el ambiente de las manifestaciones. Las generaciones de los setenta a los noventa fuimos oprimidos; nadie se atrevía a hablar. Pero ahora con las redes sociales los patojos no se callan y con ayuda de la tecnología han impulsado este movimiento. Este grupo le demostró a esta bola de políticos corruptos, que vienen de mucho tiempo atrás, que se metieron con la generación equivocada”, dice después de reflexionar un rato.

Su teléfono interrumpe la conversación, se despide y nos deja en compañía de 9090.

El pequeño tiene una mirada angelical. Su rostro es familiar a los que acudieron una semana atrás a la protesta frente al Congreso.

“Yo estaba ahí con toda la gente que manifestaba, me llevó don Próspero, que es el que me cuida. Me pone a vender porque dice que todos tenemos que colaborar para tener un mejor mañana”. ¡Pero eso es trabajo infantil!, se le cuestiona. “No es trabajo infantil, eso es colaborar con los compañeros manifestantes. Fui a vender vuvuzelas, cintas para la cabeza y también le llevé agua a los señores policías”, responde.

El 9090 es muy tímido, se sonroja cuando se le pregunta qué consignas escuchó en las protestas. “No las puedo repetir porque soy un niño, pero decían: “Otto… te vas a ir al bote”. Don Próspero me dijo que no las gritara, pero a mí se me quedaron porque a los niños todo se nos queda”.

Con la ternura que lo caracteriza, después de un rato de charla indaga “¿Y usted no se va a llevar una vuvuzela? ¡Porque ni modo que la plática sea gratis, porque eso si es abuso infantil, no darme nada!”.

A cambio de comprarle una vuvuzela, continúa la plática. “Cuando yo sea grande…” ¿Vas a ser diputado? se le consulta. Frunce el ceño ofendido: “¡No, yo quiero trabajar!”.

Los gritos de dos ancianos, en la otra banqueta, llaman la atención. Con claridad se escucha el siguiente diálogo:

“Yo siempre he dicho una cosa y siempre la repito, nomás que se me olvida, lo único que puedo decir es:¡Viva Árbenz y que viva Arévalo!” .

—“Pero no estuviste en la montaña, viejo baboso”, reclama su compañero.

—¿Qué es un plomoso? ¡No!, el plomoso es Otto Pérez Molina.

—¿Con doña Tina? Sí, con Tina estuvimos en el frente como se llamaba EGP, nosotros luchamos para liberar a Guatemala, vos eras guerrillero de escritorio.

—¿Qué promontorio?

—Promontorio de basura hay en el Congreso, sentados en las curules. Te estás dando cuenta de que son los culpables de esta situación.

—¿Qué agarrón? ¡Parrandón el que hizo el hijo cuando trajo a la Ninel Conde!

—¿Elijo? ¡Yo elijo a quien yo quiera!

Atraído por la curiosidad, alguien les inquiere: “¿Qué opinión les merece que Ubico haya renunciado?”

—Mmmmm que todavía le hacen falta muchos años, porque Ubico ya iba por el número 13 y este apenas lleva 4 ¡o sea nos lleva la gran diabla!, responde uno de ellos.

—¡La boca se te tuerza!, espeta su compañero.

—Si nos faltan nueve años de estar comiendo…

—¡Lo que come el sope!

El parque empieza a llenarse con simpatizantes de un partido político. Entre vítores se acerca Delano Rubio, uno de los favoritos en las encuestas.

Acepta conversar unos minutos. Enfatiza que su plan de Gobierno se basa en educación, seguridad, hospitales, trabajo y especialmente ambiente.

“El ambientalismo es muy importante para mí, porque la naturaleza me hace un llamado, y a veces, hasta tres veces al día”.

Al cuestionarlo sobre sus planes para combatir la corrupción contesta: “El único candidato recto soy yo. Tengo un currículum muuuy limpio y hay varios papeles que pueden dar fe de ello”.

Delano está convencido de que su propuesta inspiró la protesta contra el Congreso, en la que se pidió llevar papel higiénico. “Es la influencia que nosotros hemos hecho. Mi partido. Le enseñamos el partido a todo el mundo. Me imagino que la gente por eso ha hecho inconscientemente esa convocatoria. Siempre hemos dicho que vamos a operar en el Congreso como un laxante, pues necesitamos evacuar muchas manzanas podridas”.

El chalupero y la reina

Siempre a la caza de novedades, Revista D supo que el chalupero Culán atracó en el puerto San José y después de varios días de viaje en mula llegó a la capital. Él recomienda que a los corruptos se les apliquen castigos prehispánicos como sentarlos en un hormiguero o que se apruebe la ley más tribal, que ordene azotarlos, atados a un árbol.

La reina Chichi, esposa del rey Tigres Dos Lunas, que podría estar implicado en actos ilícitos, y además haber sido infiel, dice: “En nuestra familia hemos pasado momentos difíciles y cuando menciono el nombre de Iván Velásquez, mi esposo sale corriendo. Si lo descubro, su castigo será continuar viviendo conmigo, que soy castrante, no le pondré sal a la comida, le quitaré la chicha y las mujeres. Le pondré un cinturón de castidad con solo un hoyito para que haga pipi. He visto que el poder y la ambición han corrompido a todos los que han estado en el poder”, concluye.

ESCRITO POR: