Revista D

René Johnston: Tenemos un patrimonio cultural y natural que no se valora

El historiador y arqueólogo se ha dedicado a recorrer los caminos prehispánicos que usaron los mayas para el comercio, lo que le ha permitido observar la abundante riqueza cultural y natural del país.

Cuando se le pregunta al historiador y arqueólogo René Johnston Aguilar ¿a qué se dedica actualmente? sin vacilar responde: “a escribir y publicar.  Ahora, por ejemplo, estoy por presentar en El Salvador: Las rutas entre las capitales del Reino de Guatemala al puerto de Acajutla y El criollo: su participación en la administración de Santiago de Guatemala. Siglo XVIII, y en México: Evolución y traslados de la ciudad de Guatemala a causa de desastres naturales

Entre artículos, ensayos y libros ha publicado unos 122 escritos sobre los asuntos que le gustan. “Los temas que me interesan cambian según el tiempo.  En la actualidad, entre otros, investigo el de los caminos prehispánicos y coloniales y con anterioridad sobre el funcionamiento del sistema judicial durante la Colonia”, explica el académico guatemalteco, quien obtuvo las licenciaturas en Historia y Arqueología por la Universidad del Valle de Guatemala (UVG).

Cuenta que cuando estudió Historia, escribió varios artículos pero sintió que, para tratar de entender la cultura de nuestro país, era necesario investigar a las diferentes etnias y la época prehispánica, por lo que se interesó en la Arqueología.  Para ello tuvo que hacer trabajo de campo y excavaciones en Petén y la costa sur.

A comienzos de la década del 2000, viajó a España para formarse en Historia Moderna en la Universidad de Navarra.  Al investigar el colonialismo y los estilos de vida europeos se dio cuenta de que, al escribir un ensayo, “…había considerado a los mestizos de la época colonial como muy violentos, pero, al profundizar en la realidad europea me di cuenta de que esa era la realidad de la época. Por ejemplo, en la Inglaterra de Enrique VIII hubo decenas de miles de muertes por la represión religiosa y la violencia de la población.  No es que los ingleses ni los españoles fueran buenos o malos, así era la época”, explica.

Como profesor universitario en la UVG impartió las cátedras de Instituciones Coloniales y Etnohistoria I y II (1996-1999).  En la Universidad del Istmo los cursos de Historia General de Guatemala, Historia de Occidente, Historia Antigua y otros cursos (2000-2009). Es Académico Numerario de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala desde hace muchos años.

En las paredes de su estudio cuelgan algunas armas de los siglos XIX y XX que pertenecieron a sus antepasados. Pero lo que más llama la atención, entre esos objetos, es un arco y unas flechas que pertenecieron a unos lacandones de Chiapas, México. “Una vez que estuve cerca de Bonampak, más o menos a finales de los años de 1960, vi en la vera del camino unos hombres de esa etnia a quienes les regalé café y azúcar, y como agradecimiento me dieron estos utensilios”, cuenta.

A continuación, el resumen de una entrevista sostenida con el investigador, quien considera que se está perdiendo la identidad.

¿Qué tanto se ha perdido este conjunto de rasgos?

En los años que impartí clases en universidades me di cuenta de que cuando los jóvenes salen de los colegios no tienen idea de su identidad, porque no conocen lo que significa ser guatemalteco.  Han perdido ese orgullo porque no reciben clases de civismo, ética o filosofía. Les preguntaba, por ejemplo, ¿quién ha ido a Quetzaltenango?, y uno que otro levantaba la mano. ¿Quién conoce los montículos de Kaminaljuyú?, ninguno, y así era con otros lugares de Guatemala. Tengo la sensación de que no entendemos a nuestro país y por eso se está perdiendo la identidad.

¿Sucede lo mismo en el área rural?

Hace pocos días estuve en la boca costa, y como ha sucedido en otras ocasiones, he observado que los diferentes grupos étnicos ya no usan sus trajes.  Tienen fotografías de sus papás o abuelos con esa vestimenta pero muchos ya no la usan, andan con tenis o cualquier otro tipo de calzado y ropa de moda.  Ellos también están perdiendo su identidad.

¿Las mujeres aún conservan sus trajes?

Muchas sí lo llevan porque son ellas quienes educan a sus hijos; incluso, por eso es más común ver que las niñas los usan, pero los niños no. Uno va a cualquier pueblo y los hombres ya no utilizan su atuendo étnico, como lo hacían antiguamente.
Durante muchos años he visto cómo ha ido cambiando la cultura porque he caminado mucho por valles y montañas para estudiar por donde pasaban los caminos prehispánicos y coloniales.
También vi que la gente del campo, por lo general, es muy hospitalaria; los desconfiados son pocos.  Lo reciben a uno en sus casas, y le dan de comer y beber sin esperar compensación.  Sin embargo, hoy en día ya evito salir a caminar por esas rutas antiguas, debido a la violencia que hay por todos lados.

¿Cómo eran esos caminos?

Eran simples veredas entre las montañas que utilizaban para caminar y trasladar su carga en la espalda con mecapales y así llevar a cabo el intercambio comercial.  Antes de la llegada de los españoles no había bestias ni vehículos de carga. Por esos mismos senderos   llegaron los conquistadores españoles.  Fueron solo unos 300 hombres, pero entraron a conquistar con la ayuda de guías (comerciantes aztecas llamados pochtecas) que conocían esos caminos.  En el Lienzo de Quauhquechollan se puede observar que traían a guías y muchos guerreros aliados mexicas, cholutecas y de otras etnias de México. Estos fueron los verdaderos conquistadores.

Si eran pocos, ¿por qué vencieron?

Lo que sucedió fue que trajeron a miles de guerreros aztecas y aquí se les unieron grupos étnicos antagónicos.  La misma estrategia que usó Cortés para la conquista de México. Había conflicto entre los quichés y los kaqchiqueles, entonces estos se unieron a los conquistadores. Después bajaron con los tzutujiles y también llevaron grupos que estaban en conflicto con ellos.

 ¿Qué artículos trasladaban en estas rutas?

Había comercio de corta y larga distancia. Entre los primeros estaban los alimentos; por ejemplo, el frijol y otros productos de consumo.  En los segundos, eran la sal, plumas de quetzal, pieles de jaguar, cacao, obsidiana y jade, entre otros. Estos artículos se comerciaban hasta sitios muy lejanos, como el Valle de México y más allá.
El intercambio lo efectuaban por tres vías:  marítima, por ejemplo, por el puerto de Acajutla —El Salvador— y fluvial por los ríos Motagua, La Pasión y Usumacinta.   Terrestre, por las veredas de la costa sur y del altiplano. De Kaminaljuyú llevaban la obsidiana a Tikal, para lo cual caminaban unos 11 días. 

De la Colonia, ¿cuáles son sus principales conclusiones?

Santiago de Guatemala, que era la capital del Reino de Guatemala o Audiencia de Guatemala, estaba muy lejos de Nicaragua y   Costa Rica. Entre ellos había muchas barreras naturales y ecosistemas biológicos y culturales.

¿Qué tan fuerte fue el poder de la Iglesia Católica durante esos años?

Total. Las misiones de los conquistadores fueron principalmente el honor, la religión y la riqueza. No había mucha diferencia entre la Iglesia y las autoridades, no quedaba claro dónde terminaba la Iglesia y dónde comenzaba el Estado, porque estaban entrelazados.
En el parque de Antigua Guatemala se puede ver claramente.  Hacia el oriente está la catedral, el poder de la Iglesia; al sur el Palacio Real, que representaba los intereses del rey; hacia el norte el Ayuntamiento, que representaba el poder de los criollos, y al poniente el Portal de Panaderas, el poder de los comerciantes.  Esto, y la forma en damero en la que fue diseñada la ciudad, estaban claramente legislados en la Recopilación de las Leyes de Indias.

¿Qué es lo más importante que ha descubierto de la historia nacional?

Creo que tenemos un patrimonio cultural y natural excepcional, pero que, lamentablemente, muchos guatemaltecos no saben reconocer ni valorar.

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