Revista D

El Surrealismo, otra vez de moda

La búsqueda de la libertad  hace que este movimiento esté en plena actualidad.

El arte de la conversación; (1963), obra de René Magritte. (Foto Prensa Libre: EFE)

El arte de la conversación; (1963), obra de René Magritte. (Foto Prensa Libre: EFE)

El Surrealismo no es solo un movimiento artístico, sino un cambio de sensibilidad que se fue incorporando a la vida cotidiana y que se desarrolló en una época de crisis social, política y cultural. El movimiento sigue vigente y despierta interés en los museos de todo el mundo.

George Sebbag, reconocido experto mundial en esta corriente, considera que los surrealistas, que tuvieron un impacto enorme, pusieron en marcha una reforma del entendimiento y se dedicaron a transformar íntegramente el espíritu humano.

“Nuevos fundadores de la materia mental se pusieron la clámide del poeta y del filósofo, sacaron brillo a los instrumentos del artista y del experimentador y crearon un grupo”, según Sebbag.

Con unos planteamientos que han influido de manera decisiva en todo el arte posterior y en la sensibilidad contemporánea, durante el presente año el Surrealismo se ha convertido en destacado protagonista del panorama expositivo mundial.

Un hito de ese protagonismo fue la exposición denominada Salvador Dalí, en el Museo Reina Sofía, Madrid, que despertó el interés de más de 700 mil visitantes.

Con la idea de que vivir es soñar, el Museo Thyssen-Bornemisza de la capital española invita al público a soñar en la primera gran exposición monográfica dedicada al universo del sueño como componente esencial, fuente y origen de la revolución surrealista.

El proyecto, formado por 163 obras, entre dibujos, pinturas, esculturas y fotografías, y videoinstalaciones, llenó el museo de sueños a los que no se puede renunciar.

A los nombres de los grandes maestros surrealistas como André Breton, Salvador Dalí, Paul Delvaux, Yves Tanguy, Joan Miró, René Magritte, Óscar Domínguez, Matta, Max Ernst o Man Ray se unen los de Karel Reige, Joseph Cornell o Jindrich Styrsky.

La principal aportación de los surrealistas a la concepción artística del sueño es que deja de ser considerado un vacío, un agujero de la conciencia para ser entendido como la otra mitad de la vida, un plano de experiencia consciente cuyo conocimiento y liberación incide de manera especial en el enriquecimiento y ampliación del mundo interior, principal objetivo de los surrealistas.

El movimiento también llegó al MoMA de Nueva York, que repasa en la exposición El misterio de lo ordinario la etapa surrealista del pintor belga René Magritte (1898-1967).

El recorrido de esta muestra estrella del museo neoyorquino se iniciaba en 1927 cuando Magritte se trasladó a París y entró en contacto con las nuevas corrientes surrealistas, y finalizaba en 1938, momento en el que el pintor dio una charla autobiográfica en Amberes titulada La ligne de Vie —la línea de vida—, en la que describió su relación con un movimiento.

Magritte exploró la ruptura de los conceptos natural y artificial y buscó, como Breton, Dalí o Buñuel, pero con una visión más irónica, la verdad del subconsciente.

El misterio de lo ordinario responde a la petición del propio Magritte de que “los objetos cotidianos griten fuerte”, que se humanicen y se reivindiquen. Así, inventa los “biboquets”, un híbrido entre pieza de ajedrez y pata de una mesa, que se miran y se citan en El reencuentro, y a la vez descompone la anatomía humana y la desordena en Entreacto y El doble secreto.

Dalí, el gran surrealista

La peculiar y surrealista versión libre que el pintor español Salvador Dalí hizo de los Caprichos, de Francisco de Goya, quedó plasmada en 80 grabados que se exhiben en la exposición Goya y Dalí: capricho surrealista, organizada en Buenos Aires.

Tras el éxito alcanzado con la exposición que clausuró en marzo último, dedicada a Salvador Dalí, que con importantes diferencias fue la base de la organizada por el Museo Reina Sofía, el Centro Pompidou de París se acerca actualmente al surrealismo con una mirada nueva que por primera vez se centra en las esculturas del movimiento más longevo de las vanguardias del siglo XX.

El recorrido se inicia con la obra Bola suspendida, de Alberto Giacometti, y continúa con piezas de Max Ernst, Alexander Calder, Picasso, Dalí, Hans Bellmer o  Marcel Duchamp.

A los orígenes del surrealismo dedica su exposición la Fundación Juan March, de Madrid. Surrealistas antes del surrealismo dota de un árbol genealógico al movimiento de las vanguardias más inclusivo y retroactivo, a través de un relato que se inicia en el Medievo Tardío y que llega hasta el siglo XX.

Cuando ocurre algo importante, la historia de la cultura no solo crea sucesores, sino precursores, y eso es lo que se muestra en esta exposición, que abarca cinco siglos de historia con nombres como Durero, Erhard Schön, Matthias Zündt, Piranesi, Goya, Alfred Kubin, Paul Klee, Picasso, Miró, Dalí, André Masson, Brassaï, Adriano del Valle, José Caballero, Óscar Domínguez, Benjamín Palencia o Maruja Mallo, junto a anónimos medievales.

En este amplio panorama internacional en el que el surrealismo es protagonista cabe incluir también la exposición en la que la Tate Modern de Londres revisa más de tres décadas del pintor germanosuizo Paul Klee (1879-1940), que a lo largo de su trayectoria artística cabalgó entre el Surrealismo, el Expresionismo y la abstracción.

EFE-Reportajes

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