A pesar de esas políticas, la economía japonesa entró en recesión el trimestre pasado, después que un aumento al impuesto sobre las ventas en abril aplastó el gasto de consumidores y empresas.
Eso obligó a Abe a retrasar la segunda subida, prevista para octubre del próximo año, hasta abril de 2017.
El primer ministro informó que disolverá el Parlamento el viernes. Abe quiere una elección tan pronto como sea posible, lo cual sería a mediados de diciembre, para buscar la aprobación pública a su política fiscal y a sus políticas de “Abeconomía”, de flexibilización monetaria extrema, fuerte gasto público y reformas económicas.
El gobierno y el Banco de Japón han inyectado cientos de miles de millones de dólares a la economía en los dos años desde que Abe fue elegido.
“Me doy cuenta de esta elección va a ser dura, pero necesito escuchar la voz del pueblo”, dijo Abe.
“Voy a renunciar si no logramos mantener nuestra mayoría, porque eso significaría que el pueblo ha rechazado nuestra Abeconomía”.
Aplazar la subida del impuesto sobre las ventas a 10% desde el actual 8% retrasará los esfuerzos de Japón para reparar sus dañadas finanzas públicas, pero Abe dijo que los riesgos para la tercera economía más fuerte del mundo era una amenaza mayor. Unas elecciones adelantadas puede parecer una decisión desconcertante, dado que Abe lleva apenas la mitad de su mandato y las noticias económica más recientes son deprimentes.