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Por qué muchas de las teorías psicológicas que probablemente conoces están en tela de juicio

Varios resultados de famosos estudios psicológicos de los que quizás hayas oído hablar están siendo seriamente cuestionados.

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Uno de ellos es el efecto malvavisco -o marshmallowomasmelo-, sobre gratificación retrasada, en el que le ofrecen a un grupo de niños un premio como un malvavisco o una galleta inmediatamente, o dos premios si esperaban 15 minutos.

Estudios de seguimiento mostraron que a los niños que esperaron por dos premios les iba mejor en varias medidas, como en las notas obtenidas en la escuela.

También está el agotamiento del ego, la influyente afirmación de que la fuerza de voluntad es un recurso que se puede gastar, algo así como la gasolina en un automóvil. Si agotas la mayor parte de tu fuerza de voluntad tratando de no comer chocolate, te quedará muy poca para resistir otras tentaciones.

O la amenaza estereotipo, según la cual cuando a la gente se le recuerda un estereotipo negativo sobre su grupo, eso puede afectar sobre su desempeño. Así que a las niñas les suele ir menos bien en los exámenes de matemáticas cuando se les recuerda su género.

Todos son ejemplos conocidos en la psicología. Y todos, por diferentes razones, enfrentan cuestionamientos y objeciones.

Crisis existencial

A muchos de nosotros nos fascina explorar el comportamiento humano, y es por eso que los resultados de experimentos sobre el tema a menudo aparecen en los medios.

Lo cierto es que los conocimientos de la psicología llegan a determinar políticas de gobiernos y la manera en la que se administran instituciones.

Es por eso que la crisis por la que atraviesa la psicología es tan preocupante.
Se le conoce como “la crisis de la replicación”, dado que el problema es que los resultados de muchos experimentos han sido difíciles o imposibles de reproducir.

Y la replicación -hacer el mismo experimento nuevamente para revisar los resultados- es esencial para la ciencia.

“Si no puede repetirse, ¿cómo sabemos que no ocurrió simplemente por casualidad en lugar de ser una descripción de la realidad?”, le explica a la BBC el psicólogo Brian Nosek, director del Centro de Ciencia Abierta con sede en Virginia,
Estados Unidos.

Fracaso asombroso

Nosek estaba investigando el sesgo, pero a él y su equipo les resultó difícil replicar muchos estudios previos realizados en el mismo campo.

“A lo largo de los años, descubrimos que a otros grupos les sucedía lo mismo. Así que lanzamos el primer gran proyecto que se llamó ‘Proyecto de Reproducibilidad en Psicología’.

“Fue un esfuerzo colectivo: 270 de nosotros replicamos 100 hallazgos diferentes de la literatura de investigación y sólo pudimos reproducir alrededor del 40% de ellos”.

La tasa de fracaso era asombrosa.

Después del proyecto de replicación original de Nosek, le siguieron otros esfuerzos de replicación con resultados similares.
Un intento de replicar 21 hallazgos destacados publicados en las prestigiosas revistas Nature y Science, no solo en psicología sino en todas las ciencias sociales, logró reproducir solo 13 de ellos.

¿Qué está pasando?

La explicación más prosaica de la crisis es que en un mundo académico cada vez más competitivo, existe una cultura de publicación o desaparición.

Los investigadores intentan publicar sus estudios demasiado rápido.
Pero las revistas también tienen que asumir su parte de culpa, porque quieren resultados claros para tener titulares llamativos.

“Hay toda una estructura de incentivos que nos alienta a comportarnos así: nos contratan y obtenemos subvenciones si publicamos en esas revistas”, señala Simine Vazire, cofundadora con Brian Nosek de la Sociedad para la Mejora de la

Ciencia Psicológica.

Y esas revistas sólo publican resultados positivos.

Sesgos y valores

Esa presión produce lo que se conoce como “sesgo de publicación científica”.

“Lo que eso significa, en un caso extremo, es que si hay 20 laboratorios diferentes que buscan un efecto y uno de los 20 lo encuentra, ese es el resultado que se publica”, explica Vazire.

“Sin embargo, eso es lo que se esperaría por casualidad, dadas las estadísticas que usamos en psicología: incluso si no existe, uno de cada 20 encontrará el efecto”.

“Por eso, la literatura es una muestra muy sesgada de todos los intentos por descubrir ese efecto”, agrega.

De hecho, debido a la presión para mostrar un resultado positivo, los investigadores están tentados caer en lo que se conoce como P-Hacking.

El valor de “p” es la probabilidad de que el resultado del estudio sea pura casualidad. En muchos campos, la convicción es que si obtienes un valor de “p” inferior a 0,05, puedes afirmar que es estadísticamente significativo. O en otras palabras, más que una simple posibilidad.

“P-hacking es cuando ejecutas tu estudio y tu valor de ‘p’ no está exactamente donde debe estar, entonces lo ‘hackeas’ para alcanzar ese umbral. Suena como algo que hacen científicos malvados, pero en realidad sucede de una manera muy inconsciente sin que siquiera nos demos cuenta de que lo estamos haciendo”, explica Vazire.

Desapasionados

Para el psicólogo Steve Reicher, lo que realmente necesita la psicología es redescubrir su fervor.

“A veces hay la sensación de que si te apasionan los temas, no serás objetivo”, le dice Reicher a la BBC.

“A mí me parece que en realidad es todo lo contrario. La psicología social de la posguerra, por ejemplo, se desarrolló bajo la sombra del Holocausto. La pregunta que todo el mundo se hacía era cómo demonios pudo ocurrir algo así”.

“Los estudios fueron conducidos en gran parte por eruditos judíos a quienes les atañía profundamente el tema. Se trataba de su historia y su destino, y el destino del mundo. Querían entender el fenómeno del racismo, la discriminación y el comportamiento intergrupal para poder hacer algo al respecto”, reflexiona.

“No les interesaba publicar algo en lo que no creían porque se interpondría en el camino de tener una ciencia que pudiera marcar la diferencia”.

Entonces ¿es la pasión lo que se ha perdido?

“Tenemos una psicología social sin pasión, demasiado técnica. Francamente, ni siquiera estoy seguro de si a muchas de las personas que la practican les importa”, responde Reicher.

“Creo que si te apasiona, no querrás publicar cosas en las que no crees, porque la publicación no es el fin: el fin es la comprensión”.

Pasión aparte, ¿cómo arreglar la crisis de replicación?

Un paso crucial es la transparencia, y no solo revelar el resultado del estudio sino también la metodología, el tamaño de la muestra, etc.

Hay además llamados a que las revistas especializadas publiquen más estudios de replicación y más estudios que no hayan producido un resultado positivo.

Y un desarrollo interesante es la tendencia hacia lo que se llama informes registrados, como señala Brian Nosek.

“La idea de un informe registrado es que si yo, como investigador, tengo una idea, en lugar de hacer el estudio y luego enviar mis hallazgos a la revista, le presento mis planes: el diseño del estudio, la razón por la que es importante, cómo lo voy a hacer…”.

“La revista hace una revisión y si considera que la cuestión es importante y la metodología es extremadamente efectiva para probarla, publica sin importar el resultado”, cuenta.

“Eso cambia fundamentalmente los incentivos para mí como investigador. Ya no se trata de obtener el resultado más sexy y emocionante al final. Lo importante es diseñar los mejores estudios que pueda, evaluando las preguntas más importantes que se me ocurran”.

Hasta la fecha, más de 130 revistas han ofrecido informes registrados como opción.

La ciencia de errar

Este tipo de medidas están comenzando a tener un impacto.

Susan Fiske calificó alguna vez a los críticos públicos de la investigación como “terroristas metodológicos”. Pero ahora reconoce que la crisis de replicación ha tenido un impacto aleccionador.

“Creo que la psicología estaba desarrollando un hábito de ser demasiado llamativa”, reconoce.

John Ioannidis, un brillante matemático con formación médica que en 2005 sacudió el mundo de la ciencia con un artículo titulado “Por qué los hallazgos de investigación más publicados son falsos”, le dijo a la BBC: “Deberíamos estar preparados, como científicos, para enfrentar la posibilidad de error… ¡por eso nos dedicamos a la ciencia!”.

“En la ciencia se trata de llegar a la verdad. Quien piense que no podemos cometer errores, debe dedicarse a la religión, a la política o alguna otra área en la que la gente no esté dispuesta a admitir que algo puede no ser 100% correcto”, agregó.

Recuperación

Sin embargo, la psicología no es la única disciplina golpeada por la crisis de replicación.

Recibió ese golpe tan temprano y con tal fuerza como las otras, pero en ninguna otra disciplina las recriminaciones han sido tan públicas y tan amargas.

La buena noticia es que el examen de conciencia ha forzado un cambio.

Irónicamente, en la tarea de poner su casa en orden, probablemente la psicología ahora le lleva ventaja a las otras ciencias.

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