Carazamba obtuvo el primer premio de Los Juegos Florales Centroamericanos, en 1950. “Con este montaje y adaptación de esta magnífica obra, el ballet desea promover y fomentar la educación a través del rescate de las tradiciones y costumbres”, dijo Luis Fernando Juárez, director del Ballet Moderno y Folclórico de Guatemala. Agrega: “buscamos llevar a escena la riqueza de los personajes, lugares y tradiciones que este reconocido escritor plasmó en su obra literaria”. La creación coreográfica de Carazamba es obra de la maestra Ileana Flores y la dirección musical está a cargo del maestro René Argueta.

Historia de Carazamba

Carazamba se desarrolla en Livingston, Izabal. Se basa en la vida y amores de una mujer: todos los hombres que de alguna u otra forma tuvieron relación con ella, acabaron muertos, y el único que sobrevive, es quien la rescata: el narrador, quien a su vez da muerte a Mr. Burguer, y no les queda otra salida que huir entre la selva porque son perseguidos por las autoridades. Entonces, María (Carazamba), el narrador y Pedro, el mayordomo, son forajidos que afrontan los riesgos de la selva, acompañados siempre por la pasión del amor, con un sentido desenlace.

El autor

Virgilio Rodríguez Macal, nació en la Ciudad de Guatemala, el 28 de junio del 1916, hijo del escritor y diplomático Virgilio Rodríguez Beteta. Viajó desde niño a varios países, se educó en Estados Unidos y en España. Fue novelista, cuentista y también diplomático. Gracias a su estilo melodioso y descriptivo es uno de los narradores más populares en la literatura criolla centroamericana, cita Eduardo Cot Ajú, en su artículo Virgilio Rodríguez Macal vive y vivirá.

Desde joven, Rodríguez Macal escribió cuentos que publicó en el diario El Imparcial; también en órganos estudiantiles de España. Algunos cuentos y artículos suyos aparecieron en los diarios chilenos El Mercurio y La Nación.

Lo más florido y conocido de Rodríguez Macal son sus viajes al corazón de la selva, donde se conecta con la naturaleza, la tierra, los animales: un tesoro que aún posee Guatemala, aunque era mayor en la época del autor. Además supo redescubrir y pintar el sentir de los mayas, acerca de la naturaleza, como parte esencial del ser humano.

En sus libros de relatos La mansión del pájaro serpiente, El mundo del misterio verde o Sangre y clorofila humaniza a jaguares, águilas, venados y culebras. De hecho, a estas últimas les dio mucha importancia. La barba amarilla, la cascabel y el cantil tamagás protagonizan emotivas aventuras y vicisitudes.

Un recurso distintivo en sus cuentos es el uso del idioma maya kaqchikel que utiliza en los nombres de los animales, la Luna, las estrellas, el Sol y hasta el mismo hombre, representado a menudo por el cazador Pedro Culán.

Aunque las palabras están en la gramática antigua del kaqchikel, se entienden y se sienten perfectamente bien, según un hablante de ese idioma. Es un recurso que da vitalidad e interculturalidad a su literatura.

Algunos críticos han comparado los cuentos de Rodríguez Macal, con los del escritor inglés Rudyard Kipling, cuyo Libro de las tierras vírgenes tiene como protagonista a un niño que crece entre los animales de la selva, se familiariza entre ellos y llega a dominar las fuerzas de la naturaleza.