“Es facultad de la clase intelectual, sobre todo de los jóvenes, el tratar de elaborar un nuevo pensamiento político en el cual se puedan unir las dos grandes tendencias y pensamientos que surgieron el siglo pasado”, manifestaba el autor de obras como El laberinto de la soledad y A la orilla del mundo.
“La solución del mercado libre, en primer lugar, no es una solución, sino que ha marcado profundamente la injusticia, porque es un mecanismo ciego”, opinaba Paz.
Las derivas autoritarias del siglo XX fueron uno de los grandes caballos de batalla de este intelectual de fuertes conexiones con lo real, que viajó a España para apoyar la República, vivió años desordenados en Nueva York y San Francisco, entre 1943 y 1945, y renunció a su estatus de embajador de México en la India en 1958 por la matanza de la Plaza de las Tres Culturas.
En su discurso de aceptación del Premio Cervantes, en 1982, reflejaba su simpatía por la tradición liberal española, una postura que le granjeó críticas de la izquierda mexicana y latinoamericana.