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Mitos sobre el desarrollo del bebé

"Cuanto más duerma, más alto será", "los bebés saben nadar por instinto", "para que el pelo crezca fuerte hay que cortarlo mucho", son algunas de las creencias sobre el desarrollo de los infantes, pero ¿son ciertos?

Las leyendas sobre los bebés pasan de generación en generación aunque no tengan ningún fundamento. Ocurre incluso en nuestros tiempos, donde la ciencia tiene respuesta para casi todo. Por eso y con base a conocimientos científicos, a la ciencia, para conocer si la sabiduría popular es tan sabia como la pintan en cuanto al desarrollo, según el sitio serpadres.es

Los niños prematuros tienen una salud más fuerte

La verdad es que en muchos casos los bebés prematuros superan de forma asombrosa dificultades relacionadas con su escaso desarrollo al nacer. Pero conseguir salir airosos de su lucha no significa que vayan a tener un organismo más fuerte en el futuro. Lo que sí es cierto es que su velocidad de crecimiento y maduración comparada es mayor, que no mejor.

Lo habitual es que enfermen un poco más, pero una vez que alcanzan la edad en que se igualan en desarrollo físico y neurológico, son prácticamente iguales que un niño nacido a término. Tanto su inteligencia como su fortaleza van a depender de factores genéticos y de estimulación.

Si es muy precoz al caminar, se le darán bien los deportes

Es un mito extendido, pero sin fundamento. Que un niño camine relativamente pronto no influirá en su psicomotricidad futura. La edad en la que el pequeño da sus primeros pasos y comienza a caminar viene determinada por muchos factores, entre los que destacan su grado de madurez y factores ambientales.

La longitud de las piernas revela la altura que tendrá de adulto

Unas piernas largas al nacer no aseguran una estatura por encima de la media. La altura que alcanzará un niño en la edad adulta depende de la herencia genética y está relacionada con la estatura de sus antepasados, la alimentación, la salud y el estilo de vida. Así que la talla con la que nace un bebé no tiene por qué marcar la estatura que alcanzará de mayor: depende exclusivamente del tamaño de la cavidad uterina y de la nutrición durante el periodo fetal.

Los bebés saben nadar por instinto

Si metemos a un recién nacido en el agua veremos que realiza movimientos rítmicos de brazos y piernas que nos recuerdan a la natación; además, al sumergirlos, se produce un cierre automático de las vías respiratorias por un reflejo de bloqueo de la glotis. Según pediatras, eso no significa que sean expertos nadadores. Su reacción se debe a un mecanismo reflejo de protección, el llamado reflejo natatorio, que es temporal: desaparece en los primeros meses de vida.

Para que el pelo crezca fuerte hay que cortarlo mucho

Cortar el pelo es una decisión estética y no afecta ni a la calidad ni a la cantidad de cabello que tendrá en el futuro. El pelo tiene el mismo grosor tanto en la base como en la punta, pero debido al desgaste (lavado, peinado, roce, entre otros) sufre variaciones en las puntas. Por eso al cortarlo da la sensación de que es más grueso y más fuerte.

Los niños que empiezan a hablar antes son más inteligentes

Hay niños que son más precoces que otros en cuanto al desarrollo del lenguaje, igual que otros desarrollan ciertas habilidades a una edad más temprana. Pero eso no significa, ni mucho menos, que tengan un cociente intelectual más elevado. Cada pequeño tiene su ritmo y a medida que pasa el tiempo no se advierten diferencias con otros niños de aprendizaje más tardío.

Que un pequeño comience a hablar antes o después depende de la genética y de la estimulación. Los bilingües o trilingües suelen tardar más en hablar, y ello no significa que sean menos inteligentes que los niños que hablan un solo idioma. Eso sí, un retraso llamativo en el habla debe ser valorado individualmente por el pediatra.

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Si el pequeño duerme mucho, se acelera su crecimiento

Esta afirmación no es exacta. Existen muchos factores que influyen en el crecimiento del niño, y es cierto que la hormona del crecimiento (GH) juega un papel fundamental. Pero la GH es liberada en mayor proporción como pulsos cortos (ritmo circadiano) durante los 60 primeros minutos de la fase profunda del sueño. El sueño tiene cuatro fases y lo que importa no es la cantidad de horas que duerme un niño, sino la calidad de las horas de sueño.

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