Escenario

El Conservatorio es semillero de músicos

Para la música, la edad no existe.  El encanto y la belleza de las notas de los instrumentos los disfruta cualquier persona.  En la actualidad,  74 niños asisten a  clases  en el Conservatorio Nacional Música en sus distintas jornadas, que lo vuelve el semillero más importante de músicos en el país. 

Los pasillos del Conservatorio se llenan de los ecos de pasos y sonrisas de pequeños que, en el futuro, tendrán en sus manos la tradición musical de Guatemala.

Violinistas, guitarristas, pianistas, entre otros, resguardan el espíritu de los grandes maestros de la música.  Para hoy,  Día del Niño, se entrevistó a varios estudiantes que, a su corta edad, ya saben que el futuro está en ellos

“Siento que vuelo”

Las pequeñas manos de Sofía Culajay Dávila —8 años— recorren las cuerdas de su guitarra. “Me encanta tocar este instrumento. Mi papá tenía una en la casa y tocaba. Yo intentaba sacar melodías cuando jugaba”, recuerda Sofía.

Esa experiencia motivó a los papás de Sofía a llevarla al Conservatorio, al que asiste desde hace tres años. “Cuando entré, estudié  piano, pero no me gustaba tanto. La guitarra me enamoró”, dice mientras acaricia su instrumento, como si fuera una parte más de su familia.

De la guitarra, Sofía destaca su sonido y sus varias de formas de interpretación. “Cuando toco me siento rara, me siento diferente. Lo que siento es que vuelo”, dice.

“Me abrirá puertas”

Julio Alexander Ajiquí Cabrera —10 años—  ha dedicado sus tiempos libres, entre las tareas y sus juegos, a la guitarra. “Me dijeron que este era un instrumento bonito, que sonaba bien y me doy cuenta que me gusta mucho”, comenta Julio, quien se inspira mucho en su tío.
“Mi tío me dijo que la guitarra me iba a abrir muchas oportunidades en la vida y eso me pone feliz”, agrega.
Con un año de trabajo, el esfuerzo de Julio ha valido la pena.  “Mis papás me dejan acá y ya tengo muchos amigos con quienes practico y estudio la guitarra. Tengo que hacer tiempo para todo. La guitarra y mi PlayStation son mis grandes compañeros”, indica sonriente.

“Me inspiró mi papá”

El sonido del piano encantó a Pablo Hernández Díaz —10 años—, que ya siente  el Conservatorio como su segunda casa. En su primer año, su gran amor es el piano, en  el que interpreta los ejercicios y las melodías que sus profesores le piden. “Me gusta mucho, es algo que me hace feliz”, revela sonriente.
Sus clases y sus juegos se interrumpieron, ya que este año se enfermó de chikungunya. “Me ponía triste porque no podía ir a mis clases de piano, pero ahora ya me siente mejor y contento porque ya estoy otra vez acá”, revela.
Su inspiración fue su papá. “Veía tocar el piano a mi papá y me parecía maravilloso. Me encantaba”, agrega entusiasmado. Su meta es ser un gran pianista.

“Quiero llegar lejos”

Sofía Bonilla López —7 años— encanta con su facilidad para expresarse con el piano. “Quisiera ser una gran pianista, interpretar con rapidez las partituras y ser reconocida en todo el mundo”, revela Sofía.
Su seguridad y su talento se evidencian en su forma de tocar. No duda, mantiene un ritmo y es perseverante. “Debo practicar mucho para llegar a ser lo que quiero. Me gusta la música, es mucho para mí, es todo para mí”, dice con soltura.
Sofía logra deslizar sobre el teclado sus pequeñas manos; de estas brotan nuevas melodías que seguro la llevarán lejos. “Soy una niña muy feliz cuando toco el piano”, contesta sonriente.

“Me emociona la música”

Nahomi Prisilla Batz Gándara —7 años— vio hace algunos años  cómo interpretaban un violín y se enamoró del instrumento.
“Vengo al Conservatorio desde que tengo 5 años porque me encanta la música. Mis papás me apoyan mucho y están felices porque aprendo cada día más. Todos los días les muestro mis esfuerzos y ellos dicen que mejoro mucho. Me emociona verlos felices”, agrega.
Nahomi regala habilidad y versatilidad en cada una de sus notas, las cuales  revelan a una próxima mujer destacada en este instrumento. “Con mis compañeros del colegio me gusta compartir lo que hago. Una vez toqué para ellos y me sentí feliz”, recuerda.

“Es como viajar”

Mariana Bonilla López —7 años— disfruta el piano porque “es divertido”. “Me entretiene muchas veces. y  me  hace compartir el tiempo con mis compañeritos y recibir clases”, expresa Mariana.

Para ella el piano no tiene comparación, es como un compañero con el que juega, conversa e intercambia. Así es la relación de esta pequeña artista con su instrumento.

Desde los 5 años llega puntual a sus clases, se sienta a practicar y se transporta a otro mundo. “Me gusta la música, es como viajar, es como volar. Me encantan todos los sonidos del piano; es todo para mí”, dice la pequeña.

“Me motiva el violín”

Desde los cuatro años, impulsado por sus padres, Héctor Jiménez Pineda —7 años— lleva las notas del violín en su alma.
“Acá en el Conservatorio aprendo todo sobre la música, a leer notas, a ser mejor niño. Es todo un arte lo que me enseñan”, expresa.
Héctor se siente muy orgulloso de su instrumento. “Algunas veces he tocado en el colegio donde estudio. Mis compañeros se emocionan y mis maestros me felicitan; es algo muy bonito para mí”, comenta Héctor.
Para el joven violinista es muy importante la música, ya que le hace ser disciplinado, poner atención en las clases y lo motiva conocer a otros niños que, como él, también gustan del violín.

ESCRITO POR: