Escenario

Grammy latino

Hace diez días, Gaby Moreno ganó el "Grammy Latino" en la categoría "Mejor Artista Nuevo". Un reconocimiento bien merecido, aunque tardío, pues María Gabriela ya lleva década y media en una carrera musical en la que ha perseverado contra viento y marea. Un viento y una marea que —como tantas veces— se baten con especial fuerza contra los artistas, por el hecho de haber nacido en Guatemala. Casi inevitablemente, esa circunstancia les lleva a distanciarse de su patria, tanto en lo geográfico como en su formación y su crecimiento profesional.

Paulo Alvarado. (Foto Prensa Libre: Cortesía Paulo Alvarado)

Paulo Alvarado. (Foto Prensa Libre: Cortesía Paulo Alvarado)

Desde luego, no faltan quienes señalen (por motivos que van desde el conocimiento interno de cómo funcionan estos eventos, hasta la envidia y el resentimiento) que esa clase de galardones está trucado por componendas entre los organismos que los dispensan y la industria del entretenimiento. Ciertamente, ahí hay mucha tela que cortar. Lo importante, sin embargo, es que esta distinción corona un gran esfuerzo personal y familiar de Gaby, a sabiendas de que su patria no la iba a aclamar sino cuando regresara enaltecida por otras sociedades humanas, mucho más competitivas, pero también mucho más amplias que la guatemalteca. Al enterarme de la buena noticia vinieron a mi mente muchos momentos en los que pude apreciarla de cerca y no tan de cerca. En una conmemoración del asesinato de Gerardi, todavía ella de colegiala; en la polémica por su interpretación soul del himno nacional; en esas presentaciones de hotel, en los que iba pagando su derecho de piso; en sus recitales, ya por derecho propio; en sus grabaciones, en sus viajes, en sus premios.

Cae mal, entonces, que tantos y tantas quieran saludar con sombrero ajeno y celebrar que la despabilada Gaby ponga en alto el nombre de quienes ni siquiera le pudieron prestar atención cuando se iba abriendo camino por un mundo lleno de trancas. Gaby Moreno es quien es, repito, por derecho propio. No es cuestión de si “a mí me gusta su estilo”; es cosa de reconocer los méritos en quien los tiene. Saludos, Gaby, con mucho optimismo por lo que podés hacer de aquí en adelante.