Escenario

Anatomía creativa de Beethoven

Ludwig van Beethoven rara vez se sentía satisfecho con sus composiciones. Volvía a ellas una y otra vez, corrigiéndolas y tirando a la basura pasajes enteros hasta, finalmente, quedarse con una de sus primeras versiones.

La Casa de Beethoven en Bonn, en el oeste de Alemania, posee una de las mayores colecciones de manuscritos y apuntes del genial compositor al que vio nacer. Y acaba de emprender un ambicioso proyecto: el “Beethovens Werkstatt” (el taller de Beethoven) reunirá durante los próximos 16 años a expertos y musicólogos para arrojar luz sobre el proceso creativo de uno de los músicos más influyentes de la Historia.

“A través de métodos modernos, intentamos averiguar cómo fueron creadas las anotaciones en las que se basa la música de Beethoven”, explica Julia Ronge, investigadora de la Casa de Beethoven en Bonn. Beethoven (1770-1827) dejó muchas más versiones y bocetos que ningún otro de los grandes compositores, añade. “En algún lugar hay entre 5 mil  y 6 mil hojas”. Gran parte de estos documentos están digitalizados y se puede acceder a ellos desde la web del museo.

Cuando finalice la investigación, que cuenta con un presupuesto de 6.1 millones de euros (US$7.6 millones), el proceso de composición podrá verse como si de una película se tratara. Entre otras, se analizará la famosa Sexta Sinfonía de Beethoven (Pastoral), apunta el musicólogo Joachim Veit, que se encarga del proceso de digitalización.

El reto es ambicioso: no se trata solo de que Beethoven revisara una y otra vez sus composiciones e incluso las cambiara una vez impresas, sino que además su letra resulta difícil de descifrar. Y, según los expertos, las notas son aún más complicadas de leer. “Hemos necesitado días enteros para entender algunos bocetos”, cuenta Veit. “Uno se pregunta cómo pudieron leerlas sus copistas”.

Beethoven incluso llegó a revisar algunas de sus composiciones después de muchos años, como sucedió con Para Elisa, explica la investigadora Julia Ronge. “Nunca dejó de darles vueltas” y siempre se llevaba sus manuscritos y cuadernos de música en las entre 40 y 60 mudanzas que hizo. “Así, siempre podía revisar las páginas y ver si había algo que pudiera utilizar”.

Una de las características del genial músico, que residió la mayor parte de su vida en Viena, es lo difícil que le resultaba dar por terminado un trabajo. “Lo tiraba, volvía a la versión original y luego probaba algo nuevo”, añade Ronge. El objetivo ahora es entender cómo funcionaba ese proceso. Y los primeros resultados de lainvestigación pronto podrán verse en Internet.

 

DPA