WASHINGTON – “Los pobres, a menudo, se comportan de maneras que refuerzan la pobreza” , señala el artículo cuyo autor primero es Anuj Shah, de la Escuela Booth de Negocios en la Universidad de Chicago, la institución que ha aportado una doctrina económica que tuvo su apogeo en las décadas de 1970 y 1980.
“Por ejemplo, los individuos con ingresos bajos a menudo juegan en loterías, no se inscriben en programas de apoyo, ahorran muy poco y toman demasiado en préstamo”, continúa el artículo.
O, como comentó en su tiempo el escritor James Baldwin, “cualquiera que haya tenido que lidiar con la pobreza sabe que ser pobre es extremadamente caro”.
El equipo investigador, que completan Sendhil Mullainathan, del Departamento de Economía de la universidad de Harvard, y Eldar Shafir, del Departamento de Psicología y la Escuela Woodrow Wilson de Asuntos Públicos e Internacionales en Princeton, explican que actualmente hay dos explicaciones para ese comportamiento de los pobres.
Una se enfoca en las circunstancias de la pobreza tales como la educación, la salud, las condiciones de vida, la representación política y variables demográficas y geográficas.
“Para ponerlo de manera simple, los pobres viven en contextos que, por razones sociológicas, políticas, económicas u otras, promueven esos comportamientos”, añade el artículo.
Otra explicación apunta a rasgos en la personalidad de los pobres, indicaron los autores que, sin embargo, ofrecen lo que describen como una opinión más general.
“La escasez de recursos crea su propio marco mental y modifica la manera en que las personas consideran los problemas y toman decisiones”, afirman, y agregan que la pobreza hace que las personas se enfoquen más en los problemas apremiantes y presten menos atención a los que son menos urgentes.
Por ejemplo, la compra de la comida o ropas, o el pago del alquiler se efectúan con facilidad cuando la gente tiene el dinero suficiente pero, si escasea, cada ida al mercado, cada prenda de vestir, y el pago del alquiler se transforman en asuntos que atraen más atención y ansiedad.
Y, por ello, los pobres prestan menos atención a otros asuntos de más alcance, como la capacitación laboral, la elaboración de un presupuesto o las tasas de interés que ofrecen sus prestamistas.
Para probar su hipótesis, los investigadores hicieron que grupos de voluntarios participaran en una serie de juegos como “La rueda de la fortuna” y otros similares en la televisión, dando a algunos jugadores más dinero o más oportunidades de endeudarse.
Los jugadores más pobres prestaron más atención a sus opciones y demoraron más tiempo para tomar decisiones, pero también se cansaron más pronto a medida que seguía el juego.
Los jugadores más pobres, asimismo, pidieron más dinero prestado, especialmente durante las rondas del juego en las que estaban más comprometidos, lo cual en última instancia fue contraproducente.
“Las cuestiones que rodean a la pobreza son muy amplias” , reflexionan los autores del estudio. “La pobreza ha preocupado por mucho tiempo a los filósofos, los sociólogos y los políticos. Ningún experimento puede explicar plenamente cómo la pobreza guía la conducta”.