Según el equipo de astrónomos, entre ellos algunos británicos, este tipo de estrellas se descompone en medio de fuertes rachas de viento 100 millones de veces más potentes que el viento solar, con granos de silicio similares a una tormenta de arena que duran unos 10 mil años y que reducen su masa a más de la mitad.
Los expertos creen que nuestro Sol comenzará a expulsar estos gases dentro de unos cinco mil millones de años.
Una vez apagado el astro, estas tormentas, con partículas de polvo y arena, viajan por el espacio hasta que pasan a formar parte de nebulosas desde las que nacen nuevas estrellas, o se compactan para crear nuevos planetas.
Hasta ahora, la comunidad científica intuía que estas partículas de polvo eran las causantes de los fuertes vientos.
Según esta hipótesis, estos diminutos granos de polvo se formaban alrededor de los astros y absorbían su luz hasta que eran empujadas a grandes velocidades hacia el espacio, formando estas grandes corrientes de viento.
Sin embargo, la recreación de esta hipótesis mediante programas informáticos lo descartaban ya que, al absorber la luz del astro, los granos de polvo se calentarían demasiado y terminarían evaporándose antes de poder ser expulsadas.
Ahora el telescopio VLT, situado en el desierto chileno de Atacama, ha permitido a este equipo de científicos observar que los granos de silicio son mucho más grandes de lo que se creía, por lo que en vez de absorber la luz de la estrella la reflejan como si fueran espejos.
De esta manera, estas partículas se mantienen a temperaturas frías hasta que son impulsadas por la luz de las estrellas hacia el exterior sin ser destruidas, a velocidades de 20 mil millas por hora (32 mil 200 kilómetros por hora) creando un efecto similar al de una tormenta de arena.
El hallazgo permite entender por primera vez cómo funcionan estos “supervientos” y cómo mueren las estrellas, dijo el profesor Albert Zijlstra de la Universidad británica de Manchester, uno de los miembros del grupo de investigación.
“Los granos de arena se convertirán en los bloques de los planetas. Nuestra propia Tierra se formó del polvo de una estrella. Hemos dado un gran paso para entender este ciclo de vida y muerte”, señaló.
El Very Large Telescope (telescopio muy grande) es el instrumento óptico más avanzado del mundo y cuenta con cuatro telescopios fijos de 8,2 metros de diámetro y otros cuatro auxiliares móviles de 1,8 metros.
Los científicos pudieron observar el viento de gas y polvo procedente de las gigantes rojas gracias a una resolución tan elevada que hubiera permitido distinguir desde el Reino Unido los faros de un automóvil en Australia.