Los artistas cada vez sorprenden más, las personas en general no son las mismas, aquellas que dejaban que la vida pasara frente a ellos, son más vivenciales y se atreven a decir, a realizar. El guatemalteco de hoy es más arriesgado, es más cosmopolita conforme pasa el tiempo.
Es evidente que en estos últimos diez años Guatemala se parece más a este ser viajero, ciudadano del mundo y es por eso que he dejado de verlo desde fuera y al observarme hacia dentro observo a mi país.
Aunque nos toque vivir lejos, nuestra manera de estar cerca es creando, expresándonos, sacando todo aquello que vivimos y trasladarlo al hoy.
Es claro que aunque pasen los años, aunque sigamos conociendo nuevos destinos, la raíz es algo que nos marca de por vida.
Nuestros amigos, nuestros vecinos, son cosas que nos afectan más en la juventud que cuando evolucionas por la edad, por el tiempo. Son personajes que se quedan grabados en la memoria y que necesitan salir dejando de ser pensamientos o ideas que solo habitaban en nuestros recuerdos.
Como guatemalteco no me queda más que ser honesto con lo que expongo. De un tiempo atrás busco más que la crudeza, enfocar mi emoción a cambiar vidas, a pegarle una pequeña cachetada a la audiencia para que despierte, no de su realidad, sino para que despierte.