Se quita el esmalte anterior con un algodón impregnado de un disolvente graso y se introduce en los repliegues, procurando que no toque mucho la piel.
Es importante observar que no se debe emplear acetona pura puesto que ésta elimina la grasa natural de las uñas, las deshidrata y las vuelve quebradizas.
Es mejor cortar las uñas antes de limarlas si son éstas frágiles, secas o quebradizas, ya que si se liman durante mucho tiempo podrían romperse con más facilidad. Igualmente, se deben contar si están demasiado largas, haciendo tres cortes: uno en medio y a los lados.
Se introducen las uñas en un recipiente con agua tibia y jabonosa para que se empape ligeramente la cutícula y permita que la crema que se vaya a utilizar para hidratar penetre mejor. No es necesario tenerlas demasiado tiempo en remojo, pues el agua absorbida se evapora muy pronto.
Es necesario dejar sin pintar las uñas uno o dos días por semana, para evitar su desecación y que adquieran un color amarillento.
Tiene que existir una armonía entre el color del barniz y el de la pintura de labios; asimismo con el tono de los vestidos.
No conviene dar esmalte en la media luna, con objeto de facilitar la respiración.