Se trata de la primera vez que un país considera, y aprueba, emplear en embriones una técnica de alteración del ADN, una cuestión que también ha suscitado controversia por los temores a que un mal uso de esa tecnología derive en tratamientos potencialmente peligrosos o abra la puerta a los llamados “bebés de diseño”.
Robin Lovell-Badge, del Instituto Francis Crick, se congratuló este lunes de que el permiso de la HFEA permita a su colega “continuar su investigación sobre cómo se desarrolla el embrión humano en su fase más temprana, y también abordar el papel de genes específicos mediante el uso de los métodos de selección de genomas CRISPR/Ca9”.
Esa técnica (CRISPR/Ca9), inventada hace tres años, es la que pretende emplear el equipo de científicos para realizar alteraciones específicas en los genes y estudiar así los efectos de estas variaciones en el desarrollo del embrión.
Por su parte, Peter Braude, experto de Obstetricia y Ginecología del Kings College de Londres, opinó que los instrumentos de selección genética posibilitarán “nuevos enfoques en los mecanismos genéticos básicos que controlan la ubicación de las células en la gestación del embrión”.
La relevancia del proyecto se basa, también, en sus potenciales aplicaciones terapéuticas a la hora de tratar problemas de infertilidad o en terapias con células madre.
En un comunicado, el regulador británico informó de que los experimentos, que podrían dar comienzo en los próximos meses, se desarrollarán durante los primeros siete días después de la fertilización y podrían arrojar luz sobre los abortos.
La organización especifica que la licencia concedida incluye una condición por la que “ninguna investigación que emplee selección genética se pueda llevar a cabo hasta que haya recibido la aprobación ética” y recuerda que “es ilegal” transferir los embriones modificados a una mujer para “tratamiento”.
La autorización se ha registrado después de que investigadores en China admitiesen el pasado año haber alterado los genes de embriones humanos para intentar eliminar un problema sanguíneo genético.
Según el instituto británico, los expertos esperan que los embriones que buscan modificar sean donados por parejas que tengan muchos almacenados como parte de sus tratamientos de fertilidad.
“Los embriones sobrantes que se usarán en este trabajo habrán sido donados para fines científicos”, subrayó Alastair Kent, director de Alianza Genética UK, que insistió en la relevancia de la contribución de los donantes de embriones en el campo de la ciencia.
Los científicos han recalcado que no permitirán que los embriones cumplan su ciclo de crecimiento, sino que los estudiarán en las primeras etapas del desarrollo antes de destruirlos.
Pretenden emplear un método avanzado de “selección de genes” para realizar cambios precisos al ADN a fin de alterar la actividad genética en la fase más temprana del embrión.
Asimismo, tienen previsto utilizar también las llamadas técnicas de “transfección”, que implican la inserción de material genético en células.
Según Niakan, “el motivo por el que es tan importante” esta iniciativa es “porque los abortos y la infertilidad son extremadamente comunes, pero no se comprenden muy bien”.