Los fumadores incluidos en estos trabajos eran considerados “medianamente dependientes”. Además, la media de edad de estos era de 44 años y fumaban entre 10 y 40 cigarrillos diarios. El 48 por ciento del total era hombre.
Estos habían sido interrogados antes de sus intentos por dejar de fumar y después tras su regreso a este hábito, en un periodo de seis semanas a seis meses.
Aquellos que lograron dejar de fumar estaban menos deprimidos, menos ansiosos, menos estresados y mostraban una visión más positiva de la vida que quienes no habían logrado este objetivo.
Esta mejora pudo percibirse incluso entre personas afectadas por trastornos mentales desde el momento en que dejaron de fumar.
En cambio, no se realizó ninguna nueva evaluación sobre el estado mental, en particular entre quienes volvieron a practicar este vicio.
La coordinadora del estudio, Genma Taylor, de la universidad de Birmingham, dijo que espera que los resultados permitan disipar algunas falsas ideas que atribuyen al tabaco propiedades anti-estresantes o relajantes.
“Comparando no fumadores con fumadores, se encontró una asociación con una menor salud mental entre los segundos”, añadió la responsable.
El tabaco ha sido implicado por los investigadores en numerosos trastornos y enfermedades, como el cáncer, los problemas cardíacos y la impotencia sexual.
Según las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del pasado julio, el tabaco puede estar detrás de la muerte de unos seis millones de personas cada año y en 2030 se alcanza la cifra de los ocho millones de fallecidos como consecuencia del tabaquismo.