Los beneficios empiezan con el primer vaso de líquido, y así sucesivamente hasta llegar a los requerimientos diarios. Lo primero que se observa es mejor concentración, lo cual reperctue en que se procesa información con mayor rapidez y todo porque el cerebro hidratado funciona hasta 14 por ciento con más velocidad.
El médico pediatra endocrinólogo Enrique Medina afirma que “cuando el cerebro está bien hidratado tenemos mejor estado de ánimo, nuestra memoria se agudiza y podemos pensar y solucionar mejor los aspectos de cada día”.
Medina agrega que la hidratación es tan importante como una buena nutrición.
Tomar líquidos antes o durante una tarea de esfuerzo mental sería suficiente para mejorar el desempeño, explica el profesor Chris Pawson, coautor del estudio en la Universidad East London.