Salud y Familia

¿Podemos enseñar aunque no seamos maestros?: Una conversación con el filósofo Carlos Díaz

El filósofo y educador español Carlos Díaz responde sobre la importancia del intercambio de saberes para fomentar una vida comunitaria y cimentada en valores.

Carlos Díaz, filósofo español

Carlos Díaz, es representante de la filosofía personalista comunitaria. (Foto Prensa Libre: Esbin García)

La enseñanza puede ir más allá de las aulas o de los dispositivos digitales. No siempre necesita un espacio físico, y mucho menos “expertos en educación”. Cualquiera puede ser maestro. Eso sí, debe sentir pasión por compartir sus conocimientos y apuntarle a la trascendencia.

Esta es la premisa desde la cual trabaja y piensa el español Carlos Díaz, doctor en Filosofía y Psicología, personalista comunitario, y antes que todo, educador quien a los 78 años acumula más de 300 libros escritos sobre política, filosofía y religión.

En sus casi ocho décadas ha visitado la mayoría de continentes y tras sus viajes ha concluido que en cualquier parte del mundo y sin necesidad de títulos académicos, cualquier persona tiene la capacidad de enseñar y marcar de por vida a otra con el conocimiento.

También lo cuenta en su libro Maestros somos todos. En el texto, Díaz invita a reflexionar sobre la educación en el mundo y su estrecha posibilidad con la transformación social-comunitaria.

La publicación fue abordada también durante la III Cumbre Internacional de Eduación, un evento organizado por la Editorial Piedrasanta y con el cual se busca capacitar a docentes, directores académicos y padres de familia mediante conferencias virtuales desde el 13 hasta el 24 de junio de este mes.

En esta entrevista nos aproximamos a las nociones del doctor y su libro en el marco de la Cumbre Internacional de Educación:

El subtítulo de su libro establece que “maestros somos todos, incluso quienes no lo somos”. ¿A qué hace referencia?

Hay un magisterio estricto del profesional, pero también una situación analógica de quien no es profesor, pero que profesa enseñanza. Si bien el maestro debe tener una sabiduría que diremos “obligada” -que es producto de un estudio-, el maestro verdadero es autónomo, no tiene una asimilación a posteriori y va a contra marea.

¿Cómo podría explicarse qué es “educación”?

Lo que hacemos desde la educación es a la vez una profesión y una vocación realizada por los maestros. No es maestro todo el que quiere, sino el que puede hacerlo y el que sabe cómo hacerlo. “Maestro” conlleva una explicación amplia, pero en un sentido estricto la palabra tiene una raíz en el latín –magis- que significa “ser más”. Con la educación se busca hacer “más” en las personas, pero para eso se necesita saber mucho.

Carlos Díaz, filósofo español
Portada del libro escrito por Carlos Díaz. (Foto Prensa Libre: Cortesía Editorial Piedrasanta)

¿Qué consideraciones tiene sobre la experiencia de impartir conocimientos en ambientes que parecieran no tener estructuras sociales sólidas?

La escuela no está fuera de la sociedad, y todo es una relación causa-efecto. En ese sentido, me gusta pensar en una escuela de experiencias. Hay quienes dicen que el ambiente no es propicio para desarrollar ciertos conocimientos, pero es precisamente ese ambiente en el que se deben liberar las batallas.

Cada persona debe hacer el esfuerzo de enseñar lo mejor que pueda, no desde una subjetividad narcisista, sino desde el sino desde el contexto en el que esté. Algunas cosas que deben contemplarse en ese sentido son: gratuidad, benevolencia, el valor de la crítica y no dejar las cosas como están.

En la presentación de su libro se habla de ir “más allá de la inmanencia pragmática y romper los muros de las aulas”. ¿Hacia qué apunta esta premisa?

Lo que comienza en el aula no debe terminar allí. Se debe romper con los muros de la escuela, para salir y expresarlo todo afuera.

El aspecto comunitario tampoco se desliga de la formación educativa. ¿Usted qué opina?

Soy un filósofo personalista comunitario, y creo que nadie tiene más que nadie. Por eso, debemos pensar que la comunidad somos uno mismo. Incluso se debe ver más allá de la comunidad y pensar qué es necesario compartir el conocimiento para toda la humanidad. La victoria siempre está en enamorarse de una causa.

¿Cuáles considera que suelen ser errores a la hora de compartir conocimientos o de educar?

Desde mi experiencia como persona académica reconozco que en mi caso tengo una cantidad de mimesis y reproducciones de la misma academia, que no solo me asombran, sino que me avergüenzan.

En lugar de tener la soberbia narcisista o supremacista del conocimiento, reconozco que en seguida, sin darme cuenta se me meten ciertos filosofemas o “psicolofemas”. Es muy difícil ser puro e incontaminado con lo que hay, pero la autocrítica se necesita mucho.

¿Qué se puede aprender en el proceso de educación de los adultos hacia los menores?

Pienso que los adultos tenemos poco que enseñar a los menores. Son ellos quienes muchas veces nos deberían enseñar. Se debe descubrir el niño que hay en todo adulto e interactuar con él.

¿Considera que el propósito de la educación se cimenta en valores universales o estos deben responder a valores específicos de los contextos?

La escala de valores tiene que ver con una escala de necesidades, pero hay algunas que no son como las de antes. Creo que si cada quien siguiera su valor particular no habría comunicación y relativismo. Para mí, el valor universal es la persona. Desde siempre ha habido tres tipos de valores: de personas, animales, y cosas. Hoy creo que lo que prima es el valor de cosas —poseer cosas, ser famoso, entre otras— luego están los valores de los animales, y de último, los de las personas.

Carlos Díaz, filósofo español
El español ha publicado más de 300 libros de política, filosofía y religión.
(Foto Prensa Libre: Cortesía Editorial Piedrasanta)

¿A qué se puede deber este reordenamiento de los valores?

Es algo que tiene que ver con las preferencias. Hoy las personas prefieren las cosas e incluso los animales por encima de pensar en la civilización. Se cree que las personas no valen si no poseen algo o si no son bellas. Hay necesidades que ya no se toman como las de antes.

¿Cómo se podría categorizar a las personas en las escalas de valores?

Hay personas preconvencionales que prefieren una subjetividad por encima de todo y solo hay una importancia hacia sí mismas. El segundo tipo de persona es la convencional que se estrecha en la animosidad. Esta persona se ama a sí misma, pero también a su familia, sus amistades, y todo lo que tiene que ver con ella. El tercer tipo de persona es la posconvencional: la que quiere a toda la humanidad, específicamente a las que más sufren. Esta posición tiene una parte lúcida, que es la que no restringe a los demás, pero lo difícil está en que, si se dedica a los demás, puede perder de vista a los suyos.

Para conocer más sobre Carlos Díaz y su ponencia sobre la educación ver su charla en la III Cumbre Internacional de Eduación:

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.