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¿Por qué me cuesta tanto bañarme cuando estoy deprimido?

¿A qué se debe la dificultad de realizar algunas tareas cuando pasamos por un período de depresión?

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¿Por qué me cuesta tanto bañarme cuando estoy deprimido?

Las dificultades con el aseo y la higiene son especialmente usuales con la depresión. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Si tiene depresión, sabe lo difíciles que pueden ser las tareas cotidianas.

Cocinar, limpiar, socializar… todo esto puede parecer como moverse por el fango, dijo Lindsay Standeven, psiquiatra y profesora de Johns Hopkins Medicine.

Las dificultades con el aseo y la higiene son especialmente usuales con la depresión, dijo. Pero como la falta de aseo puede asociarse a la pereza o incluso a la inmoralidad, las personas con depresión pueden tener miedo de hablar de esos síntomas con el médico. Y esa vergüenza, combinada con la baja autoestima que puede desencadenar el hecho de no bañarse, puede alimentar aún más los síntomas depresivos, según Standeven.

Si le cuesta entrar en la ducha, o conoces a alguien que luche con eso, es importante que se de a usted mismo o a los demás una oportunidad, dicen los expertos.

¿Por qué la depresión hace que sea difícil bañarse?

En parte, simplemente porque mantener la higiene —como lavarse los dientes y las manos— requiere energía, y un síntoma común de la depresión es la fatiga.

Por eso, aunque quiera ducharse, es posible que no tenga energía para hacerlo, explicó Christine Judd, psicoterapeuta y trabajadora social de salud mental en Australia.

Pero ducharse supone un reto especial. Según Patrick Bigaouette, psiquiatra de la Clínica Mayo, la depresión puede mermar la capacidad de resolver problemas, tomar decisiones y fijarse objetivos. Eso puede dificultar muchas tareas, pero sobre todo las que tienen varios pasos.

“Si lo desglosamos, en realidad son muchos los pasos que hay que dar para ducharse”, dijo Bigaouette. Una sola ducha puede incluir desvestirse, abrir el grifo, enjabonarse, lavarse el pelo, afeitarse, enjuagarse, secarse y elegir qué ponerse.

Según Standeven, para una persona que no padezca depresión, estos pasos pueden parecer sencillos, como ver un libro animado en el que las transiciones son casi invisibles. Pero para alguien con depresión, el mismo proceso puede parecer como pasar una página a la vez, y cada paso adicional hace que la tarea parezca cada vez más desalentadora.

Los sentimientos de inutilidad, desesperanza u otros tipos de pensamiento negativo —“No merezco estar limpio”; “Si nada importa, ¿para qué bañarme?”— también pueden obstaculizar la capacidad de una persona para tomar una ducha, dijo Bigaouette.

La incapacidad posterior para ducharse puede reforzar la creencia de que no se puede hacer nada bien, añadió. Esto puede provocar un espiral de retroalimentación en el que la falta de higiene agrave los síntomas subyacentes que impidieron la ducha en primer lugar.

La incapacidad para ducharse puede reforzar la creencia de que no se puede hacer nada bien, añadió. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

¿Cómo hacer que sea más sencillo?

Si le cuesta ducharse, recuerda primero que tus sentimientos son razonables, dijo Standeven.

“¿Se exigiría la misma cosa a usted mismo, o a cualquier otra persona, si anduviera por ahí enfermo con alguna otra afección?”, dijo. Si lo acaban de operar, añadió, “no va a levantarse y esperar caminar un par de kilómetros”.

Fijarse objetivos más pequeños puede ayudar. Por ejemplo, ducharse una vez a la semana en lugar de todos los días, o intentar estar en la ducha solo unos minutos, aunque no se laves el cuerpo ni el pelo.

También puede intentar dividir el proceso en pasos más pequeños, explicó Bigaouette. Por ejemplo, primero debes abrir el grifo, luego meter un pie en la ducha, después el otro, y así sucesivamente. Estos pequeños pasos pueden parecer más manejables que un objetivo mayor.

Según los expertos, hacer que la ducha sea más placentera también puede ayudar. Regálese productos de olor agradable o escuche su lista de reproducción favorita. Bigaouette sugirió recordar cuando ducharse resultaba más fácil e intentar imitar esa experiencia.

También puede fijarse una recompensa por completar su objetivo, como ver su programa de televisión favorito, dijo Standeven.

Si tiene poca energía, considere la posibilidad de emplear un asiento de ducha o utilizar una tina. O pídale a su pareja, un amigo o un familiar que le ayude con algunas tareas, como lavarse el pelo, prepararle la ropa o que le dé apoyo emocional sentándose con usted en el baño.

Saber que lo cuidan puede ayudarle a combatir esa voz negativa en su cabeza, dijo Bigaouette.

Y el simple hecho de hacer el esfuerzo de practicar un comportamiento saludable puede reforzar la idea de que  puedes lograr algo, según sugieren las investigaciones, contradiciendo cualquier pensamiento negativo que pueda indicar lo contrario.

¿Cuándo hay que acudir al médico?

No existe una frecuencia “correcta” para ducharse. Y no todas las personas con depresión tienen dificultades para asearse, dijo Judd. De hecho, es posible que algunas personas deprimidas se bañen demasiado porque les preocupa que, si parecen descuidadas, los demás se den cuenta de que están deprimidas.

La pregunta, entonces, es: “¿Cómo se compara esto con tu estado sin depresión?”, dijo Standeven.

Si ha notado un cambio, hable con un médico y considere la posibilidad de acudir a terapia, dicen los expertos. La terapia cognitivo-conductual, una forma de psicoterapia, puede ayudar a abordar algunos de los problemas subyacentes más importantes que hacen que la falta de higiene sea un ciclo tan difícil de romper, dijo Bigaouette.