Uno de los frentes de batalla escogido ha sido la capital, Montevideo, cuya alcaldía propone retirar de la vista los saleros y otros condimentos con elevado contenido en sodio de las mesas de bares y restaurantes de la urbe.
De esta forma, los clientes tendrán que solicitar expresamente el salero a los camareros, con lo que se pretende “evitar la costumbre automática de añadir sal a las comidas” , explicó el director de la División de Salud de la Intendencia de Montevideo, Pablo Anzalone.
Anzalone aseguró que “el agregado de sal es la principal vía de entrada de sodio al organismo” , y detalló que “los uruguayos consumen el doble de la cantidad máxima diaria recomendada por la Organización Mundial de la Salud –OMS-” , fijada en cinco gramos por día.
Además de la propuesta de la Intendencia de Montevideo, a nivel nacional los panaderos uruguayos se han unido voluntariamente a la cruzada con el compromiso de rebajar la cantidad de sal en sus productos, detalló Anzalone.
Todas estas medidas están vinculadas al llamado Compromiso por la Alimentación Saludable, suscrito por ministerios, sociedades médicas, nutricionistas o asociaciones de consumidores vegetarianos, celíacos o diabéticos.
La reducción del consumo de sal, grasas y azúcares es uno de los ejes de este acuerdo, junto con el incentivo de la ingesta de fruta y verdura, la garantía de la inocuidad de los alimentos y la alimentación infantil adecuada.
Este consumo excesivo del condimento blanco estaría ligado, según Anzalone, a la hipertensión arterial, causante de que en la pequeña nación sudamericana, de unos 3,3 millones de habitantes, se detecte “el doble de problemas cardiovasculares y cerebrovasculares que en el promedio de toda América Latina” .
Uruguay tiene asimismo la más alta tasa de mortalidad femenina por enfermedades cardiovasculares de la región latinoamericana, con 14 mujeres fallecidas a diario por esta causa, según las cifras difundidas por la Intendencia de Montevideo con motivo de la Semana del Corazón celebrada el pasado mes de septiembre.