Revista D

“Los perros que detectan droga no son adictos; el 'truco' es…”

El adiestrador Héctor Ismael Orellana Martínez explica  cómo se entrena a los canes que rastrean  narcóticos y explosivos, así como dinero y equipos de tecnología.

Héctor Orellana tiene una amplia experiencia en el adiestramiento de perros, sobre todo con aquellos que detectan explosivos. Foto Prensa Libre: Mario Melgar.

Héctor Orellana tiene una amplia experiencia en el adiestramiento de perros, sobre todo con aquellos que detectan explosivos. Foto Prensa Libre: Mario Melgar.

Nació y creció en las calurosas tierras de Gualán, Zacapa, 168 kilómetros al oriente de la capital guatemalteca. Años después estuvo en la milicia y en las unidades policiacas. Por fin, Héctor Ismael Orellana Martínez (7 de abril de 1969) descubrió lo que de verdad le gustaba: estar de cerca con los canes.
En el 2000 recibió la certificación internacional de Instructor K-9 para entrenamiento de perros de policía. Desde entonces, su hoja de vida se ha engrosado por los numerosos talleres de adiestramiento que ha impartido, tanto en Guatemala como en el extranjero —sobre todo en Costa Rica, Ecuador y Colombia—. De hecho, su agenda está ocupada hasta el 2020.


Su trabajo se enfoca en los llamados “canes de trabajo”, los cuales actúan junto a los humanos en labores de prevención y reacción —entre ellos, los que laboran con las fuerzas de seguridad, organismos de investigación criminal, voluntariados y otras empresas—.
De entrada, aclara un mito que corre entre muchas personas: “Los perros que detectan droga no son adictos”, indica. “Ellos también pueden localizar explosivos; eso no los hace adictos a esos artefactos, ¿verdad?”, razona a manera de broma.
La respuesta al “truco” para que los canes ejecuten estas tareas con tanta efectividad está en la siguiente entrevista.

¿Cuáles son los llamados perros de trabajo?

Son los que asisten y optimizan las rutinas del ser humano. A nosotros, por ejemplo, tanto en esfuerzo como en tiempo, nos costaría más encontrar un artefacto explosivo que a un perro, pues este lo localiza en segundos.

¿En qué tareas ayudan?

Se han identificado por lo menos 175 labores en las que nos pueden apoyar, desde los que jalan trineos en regiones congeladas hasta los que actúan en unidades especiales de policías, militares, bomberos, voluntariados, empresas y de uso personal.

¿Puede especificar algunas actividades que llevan a cabo?

Básicamente, hay perros con funciones preventivas y reactivas. En trabajos policiales hay detectores de sustancias ilícitas, explosivos o de personas con o sin vida, pues se les puede entrenar en enfocar su olfato en fluidos humanos como sangre y sudor. Las aerolíneas buscan su auxilio para encontrar residuos acelerantes de incendios, mientras que otras empresas los tienen para detectar fugas de petróleo, gas, cortocircuitos o termitas. Asimismo, se les emplea como guardia y protección —en algunos casos, los sistemas penitenciarios los asignan para custodiar a individuos peligrosos—.

¿Qué tipo de entrenamientos ha impartido?

Todas las áreas que le mencioné, así como adiestramiento de perros que se especializan para actuar en labores de rescate en ambientes colapsados como terremotos, inundaciones o derrumbes. Sin embargo, he tenido bastante trabajo con canes que localizan explosivos y hasta los que detectan tecnología —por ejemplo, para evitar que ingresen celulares a los centros carcelarios—.

¿Cómo hacen para que aprendan a detectar algo?

Corre la creencia de que un perro necesita ser adicto a la droga para que aprenda a localizarla. Eso es totalmente falso; ellos no pueden ser “adictos” a algo, pues su sistema es diferente al de nosotros.
De esa cuenta, los adiestradores trabajamos con ellos a través de impulsos.

¿A qué se refiere?

Los perros, por naturaleza, tienen el instinto de cazar. Pongámoslo así: todo lo que se mueve, tiembla o salta, para ellos es comida. Ese es el principio que aprovechamos; de esa cuenta, desde que son cachorros los ponemos a jugar con pelotas de tenis, ya que su instinto los hace perseguirlas hasta atraparlas.
El siguiente paso es esconder su pelota en una caja; con su olfato, dará con ella.

Pero, ¿cuál es el “truco” para que detecte elementos específicos?

Que dentro de la caja, junto a la pelota, se esconde aquello que queremos que detecte, droga o explosivos, por ejemplo, para que el perro relacione su juguete con ese olor. El mismo principio se emplea para todo lo demás.

O sea que cuando están trabajando, en realidad están jugando.

Claro, es una forma de verlo. Los canes no están buscando droga por ser “adictos”, lo cual, insisto, es falso. Ellos, en realidad, están buscando su pelota de tenis, pues saben que es el objeto que “se mueve y salta”; es el premio a su instinto de caza.

¿Hay otros métodos de entrenamiento?

Sí, bastantes más, y también se les enseña a decir “que no” a otros muchos olores; a esto se le llama descarte y es fundamental.

¿Se pueden dedicar a diferentes actividades?

Existen los perros de simple propósito, los cuales, como su nombre lo indica, se especializan en detectar una sola cuestión. Los de doble propósito llevan a cabo funciones combinadas —localizar explosivos y atacar bajo una orden, por ejemplo—, y últimamente se ha hablado de los multipropósitos, que cumplen tres o más funciones.

¿Cuánto valen?

Los primeros que le mencioné, sin entrenamiento, alrededor de US$3 mil. El valor prácticamente se dobla al estar adiestrados. Sin embargo, muchas unidades trabajan con canes donados o rescatados.

¿Hay razas mejores que otras para estos trabajos?

No es que sean mejores, pero sí hay favoritas. Muchos se inclinan por los pastor alemán por su versatilidad, ya que son obedientes y se les facilita rastrear y hacer guardia. En tanto, los pastor malinois son atléticos y rápidos, aunque para estos se necesita un dueño que sepa manejarlos, ya que son muy fuertes y al principio cuesta controlarlos. Para labores de búsqueda, por tradición están los sabuesos blue hound. Para unidades antiexplosivas me inclino por los labradores, porque para esos oficios se necesita que el perro sea mentalmente estable y pasivo, por su propia seguridad.

¿Todos tienen la misma capacidad de olfato?

Varían, pero lo cierto es que cualquier can tiene un altísimo don olfativo. Sin embargo, influye el tamaño del interior de la nariz. En general, los de hocico largo tienen más células olfativas.

¿Cómo se puede dominar a un perro?

La clave es hacerles entender quién manda, pero esto no significa gritarles ni golpearlos. En el oficio del adiestramiento hemos aprendido que, con ellos, “más es menos” y “menos es más”. Con esto quiero decir que entre más les gritemos, menos resultados satisfactorios obtendremos, ya que solo conseguiremos asustarlos y rebelarlos. En tanto, un susurro o una pequeña orden puede causar resultados inmediatos, porque lo comprenden con facilidad.

No son tontos.

Para nada. En el mundo canino, el que tiene el poder no usa la fuerza. Ellos saben perfectamente quién manda, aunque este permanezca callado. Por eso, los niños también tienen la capacidad de dominar a un perro, siempre y cuando lo reconozca como jefe.

¿Cuánto tiempo lleva adiestrarlos?

A los perros de trabajo, se recomienda empezar desde que son cachorros. Los adultos también tienen la capacidad de aprender, pero les costará más, tal como nos sucede a los humanos.

¿Cuántas horas trabajan a diario?

Siempre es diferente, pero todos los días se les saca a hacer ejercicio. En algunas unidades hasta hay caminadoras especiales. Ahora bien, un perro no debe trabajar por más de 20 minutos continuos; de lo contrario, no se desempeñará de forma eficiente. Así que, transcurrido ese tiempo, hay que darle otros 20 para que se despeje.

¿Cuántos años llegan a trabajar?

Entre ocho y 10. Si se les entrena desde que nacen, a los 10 meses ya pueden empezar sus funciones. De ahí, a los 9 o 10 años tendrán problemitas propios de la edad.

¿Los jubilan?

Sí. En las instituciones públicas de ciertos países pasan a ser propiedad de las personas a quienes se les asignaron, si estos así lo solicitan, y si tienen las condiciones económicas y de espacio necesarias para mantenerlos. Eso es lo mejor que se puede hacer. Si no es posible, se debe buscar a alguien de buen corazón que los quiera de mascota. Y si esto tampoco fuera factible, sé de casos en que las mismas instituciones velan por ellos. En Costa Rica hay bitácoras, las cuales llevan el control respecto de la comida, agua o medicamentos de los perros.

¿Cuántos canes ha adiestrado?

Es difícil saberlo, pero calculo que alrededor de tres mil. Aclaro que esta es una labor que se hace en equipo, así que no me quiero llevar el crédito yo solo —ríe—.

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