Como Aguilar hay varios comerciantes en otros mercados que se quejan por las mismas razones. Coinciden en que en las tortillerías y hogares el comal de barro fue remplazado desde hace muchos años por el de aluminio.
La olla de barro fue cambiada por la de presión y las piedras de moler por las licuadoras y otros electrodomésticos. Pero los artesanos mantienen vigente la elaboración de utensilios de barro para la cocina.
Sabor único
Las estructuras tipo mesa, hechas con ladrillos, para la preparación de alimentos, conocidos en la provincia como poyos, fueron sustituidos por estufas de gas.
Además de los utensilios de las épocas prehispánica y colonial, los hornos de barro ya solo se utilizan en algunas panaderías de la provincia.
Miguel Álvarez, cronista de la ciudad, explica que los utensilios de cocina elaborados con barro han perdido su uso. Considera que algunos de esos métodos solo originaban la tala de árboles por la utilización de leña.
Álvarez refiere que el barro y el cocimiento lento le dan un sabor único a los alimentos, razón por la que en muchos hogares aún se conservan las ollas de barro y los apastes, para cocer maíz, frijol, carne, recados y preparar mole.
Documentos históricos refieren que fueron los mayas quienes perfeccionaron las técnicas para fabricar objetos de barro y se convirtieron en habilidosos alfareros.
La fabricación
Hay tres tipos de barro: rojo, blanco y morado, extraído de las riberas de los ríos. El material se mezcla con arena blanca, con la que se obtiene una especie de masa moldeable.
Después de moldeada la figura u objeto, se pone a secar durante uno o dos días, para luego pasar al proceso de pulido. El siguiente paso es quemar el barro en el fuego, para enjabonarlo y secarlo al sol.