Izabal

“Lo hemos perdido todo y tememos que el agua derribe nuestras casas”, dicen víctimas de Iota  

Vecinos de comunidades de Lívingston, Izabal, lo perdieron todo a causa de las inundaciones provocadas por la depresión tropical Iota.

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En la comunidad Río Juan Vicente, Lívingston, Izabal, el agua alcanzó los dos metros de altura. (Foto Prensa Libre: Andrea Domínguez)

En la comunidad Río Juan Vicente, Lívingston, Izabal, el agua alcanzó los dos metros de altura. (Foto Prensa Libre: Andrea Domínguez)

Aunque las condiciones climáticas han mejorado en gran parte del país, vecinos de comunidades de Lívingston, Izabal, aún viven un drama a causas de las inundaciones, pues en algunos sectores el agua supera los dos metros de altura.

Sin ropa, sin alimentos y sin un techo para resguardarse, vecinos de las Brisas, en el Golfete de Lívingston, Izabal, narraron este viernes 20 de noviembre el drama que viven a causas de los efectos de la depresión tropical Iota.

En esa comunidad las vías de acceso terrestres desaparecieron y ahora solo se puede ingresar por lancha, pues la inundación no baja su nivel y cada día que pasa la situación se agrava porque el agua y los alimentos ya son escasos.

Vecinos de las Brisas en el Golfete, Lívingston, Izabal, claman por ayuda, pues sus casas fueron anegadas por las inundaciones. (Foto Prensa Libre: Andrea Domínguez)

Martín Caal es un pescador de esa comunidad que se muestra desconsolado al ver el estado en el que quedó su casa, pues esta puede caer en cualquier momento, ya que, como la mayoría de las viviendas del área, la suya es de caña, madera y bajareque (palma).

Agregó que la inundación fue súbita y nunca había visto algo parecido. No tienen comida y la situación no mejora; además, para poner a salvo algunas de sus pertenencias las subieron al techo de su casa, pero no saben cuánto resistirá y si la lluvia continúa.

Reginaldo Ayú, vecinos de la comunidad Río Juan Vicente, en Lívingston, cuenta que lo perdió todo y que “prácticamente” se quedaron en la calle, ya que el agua arruinó las pocas pertenencias que tenía junto a su familia.

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Reginaldo vive de la pesca en el Río Juan Vicente, pero debido a su desbordamiento será imposible retomar esas labores durante un buen tiempo, según dice, y mientras tanto esperan recibir ayuda del Gobierno porque ya no tiene que comer.

“Lo hemos perdido todo y tememos que el agua derribe nuestras casas. Los animales de patio se perdieron, las cosas de la casa como colchonetas y trastes también lo hemos perdido”, comentó Ayú.

En Lívingston hay 38 comunidades inundadas, donde la mayoría de los habitantes se dedica a la pesca y agricultura, pero por la crecida del río Dulce y Lago de Izabal no pueden salir de las aldeas, donde el idioma predominante es el q’eqchi’.

En Morales, Izabal, también hay varias comunidades aisladas a causas de las inundaciones, y la ayuda humanitaria llega vía aérea, principalmente a Quebrada Grande, Las Ánimas, Switch de Quebradas, Los Laureles, Cerrito, Río Negro, San Joaquín, Nueva Esperanza, La Ceiba, El Quinto, Santa Rosita y Riachuelo.
La ayuda llega a esos lugares con apoyo del Aeroclub de Guatemala y asociados, en cuyas aeronaves se trasladan los alimentos.

Daños por lluvias en Morales, Izabal, a donde llega ayuda humanitaria por la vía aérea, (Foto Prensa Libre: Juan Diego Gónzález)

De acuerdo con la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), se han registrado 288 incidentes debido a Iota, afectando a 329 mil 997 personas, incluyendo a 20 mil 464 evacuadas y cinco mil 177 albergadas.

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Además, se reportan seis personas fallecidas, seis heridas y tres desaparecidas. También tres mil 591 viviendas con daños y 806 en riesgo.

La Conred también advirtió que 11 ríos muestran niveles de flujo por encima de su nivel normal y que en cinco de ellos la “tendencia” es a “incrementarse” en las próximas horas.

A varias comunidades de Morales, Izabal, el Aeroclub de Guatemala traslada ayuda humanitaria. (Foto Prensa Libre: Juan Diego González)

Los ríos con crecimiento por encima de su cauce son La Pasión, Río Dulce, Río Grande, Chixoy, San Pedro, Matanzas, Polochic, Cahabón, Xacibal, Usumacinta y Motagua.

En las primeras dos semanas de noviembre, antes de la llegada de Iota, Guatemala ya había sufrido los estragos de otra tormenta tropical, Eta, que provocó la muerte de 53 personas y dejó otras 96 desaparecidas.