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Música transforma la vida de los pobladores de San Juan Sacatepéquez

La música ayuda al crecimiento intelectual de las personas, en especial de los niños, pues genera actividad neuronal. En San Juan Sacatepéquez, cientos de niños y jóvenes aprenden a tocar un instrumento en el Centro de Desarrollo Artístico Juvenil (CDAI) de Visión Mundial Guatemala, fundado para promover el desarrollo integral de las comunidades a través del arte.

La maestra Isabel Patzán practica el violín en su vivienda antes de impartir clases privadas en comunidades de San Juan Sacatepéquez. (Foto Prensa Libre: Esbin García)

La maestra Isabel Patzán practica el violín en su vivienda antes de impartir clases privadas en comunidades de San Juan Sacatepéquez. (Foto Prensa Libre: Esbin García)

La voz de Isabel Patzán Siney, de 23 años, suena a felicidad y gratitud cuando habla de música. Tocar violín cambió su vida, la de su familia y la de San Juan Sacatepéquez.

Los inicios musicales de Isabel comenzaron por la influencia de su abuelo, Justo Patzán, músico empírico y miembro del ministerio de alabanza de una iglesia evangélica de su comunidad.      


“Desde muy pequeña veía a mi abuelo tocar instrumentos. Verlo me estremecía, por lo que un día  le pedí que me dejara tocar el violín, y desde ese día sentí atracción por la música”, expresó. 

Conforme pasaba el tiempo, el sueño de Isabel de convertirse en violinista crecía junto con la esperanza de encontrar respaldo, pues sus padres no contaban con recursos para comprar el instrumento y pagar una academia.

El apoyo que Isabel necesitaba llegó en el 2004, cuando sus tíos y primos, también músicos, la llevaron a las audiciones en el CDAI de Visión Mundial Guatemala, fundado para promover el desarrollo integral de las comunidades de San Juan Sacatepéquez a través del arte.  

Convertida en violinista y en encargada de la camerata Femenina Ixquic, Isabel instruye a niños en la destreza de tocar violín, con la metodología Suzuki.

Por su esfuerzo y dedicación, seño Isa, como la llaman sus alumnos, ha participado en más de cien conciertos y festivales nacionales e internacionales. Se graduó becada de perito contador y ahora, con sus recursos, estudia el primer año de Investigación Social en la Universidad  Maya Kaqchikel del municipio.

La maestra reconoce que de no haber tenido la oportunidad de continuar con sus estudios e ingresar al CDAI trabajaría en una oficina contable y, muy probablemente, estaría casada o sería madre soltera, realidad de muchas jóvenes de San Juan Sacatepéquez, a 31 kilómetros de la capital.

Gracias a la fundación podemos ser un ejemplo para el resto del país y mostrar que de una comunidad pequeña pueden salir grandes artistas”.


Ana Victoria Antuche es madre de Stephany Callejas, estudiante de chelo. Cuenta que el CDAI promueve la unión familiar, pues los padres acompañan a sus hijos en el proceso de aprendizaje. 

Para la mayoría de los 200 estudiantes, los sábados son sinónimo de fiesta, pues a la hora del recreo juegan con sus padres y disfrutan de su almuerzo en los alrededores del establecimiento.

A William Subuyú Sequén, 8, le encanta recibir clases de violín con Isabel porque les enseña con juegos y les tiene paciencia. Llegó al programa cuando tenía 3 años y sueña con participar en conciertos internacionales.

Olga Sequén, mamá de William, dice que antes no había entidades de formación artística para niños y las comunidades se sentían excluidas. “Gracias a la  fundación podemos ser un ejemplo para el resto del país y mostrar que de una comunidad pequeña pueden salir grandes artistas”, dijo.


El CDAI, fundado hace 13 años en la comunidad De Zet, San Juan Sacatepéquez, cuenta con orquesta, coro, ensamble de guitarras y el grupo Suzuki, que se especializa en violín para los más pequeños, ofrece estimulación musical temprana a niños de hasta 3 años; cursos de violín, viola, contrabajo, piano y guitarra, de 3 a 10, y cursos de instrumentos de cuerda, viento y percusión para los niños más grandes.

Otra Escuela

Con  práctica colectiva de música, como medio de inclusión social y formación de valores, la Escuela de Música de la Fundación Carlos F. Novella atiende niños y jóvenes de escasos recursos. Funciona desde el 2015 en la parroquia Divino Salvador del Mundo, zona 6.

El programa de estimulación temprana está dirigido a niños de 0  a 3 años, mientras que el de violín, viola, arpa, violonchelo, piano, guitarra, bajo, flauta y clarinetes, a menores de 7 a 18 años.

Los niños tienen la oportunidad de aprovechar de mejor manera su tiempo libre y evitar integrarse en pandillas o involucrarse en vicios, como el alcoholismo y drogas”.


Cuentan con una camerata —orquesta de guitarras y coro— que ha participado en eventos nacionales e internacionales.

Por medio de la música buscan formar valores entre los estudiantes de las zonas rojas. “Los niños tienen la oportunidad de aprovechar de mejor manera su tiempo libre y evitar integrarse en pandillas o involucrarse en vicios, como el alcoholismo y drogas”, dice Katerine Figueroa, coordinadora de programas de desarrollo.

La música ayuda al crecimiento intelectual de las personas, en especial de los niños, pues genera actividad neuronal, considera Estuardo del Águila, psicólogo de la Liga de Higiene Mental. 

Los menores que aprenden a tocar un instrumento desarrollan  habilidades cognitivas y no cognitivas, por el estímulo que favorece el aprendizaje, atención y memoria. Además, mejora la habilidad matemática, capacidad de abstracción y resolución de conflictos, estimula el razonamiento complejo, adquisición de disciplina, destrezas sociales, fortalecimiento del autoestima, la creatividad e imaginación.

La actividad musical impulsa al cerebro a explorar las capacidades de cada persona, y la plasticidad y anatomía del cerebro mejoran los procesos cognitivos.


Es importante que los padres sepan seleccionar el tipo de música que escuchan los niños, pues hay canciones infantiles que invitan a la desobediencia, la violencia o al desorden, dijo Del Águila.

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