Aunque la historia registra que la epidemia llegó al país por el Atlántico, en agosto de 1918, en Coatepeque se registraban casos desde febrero de ese año.
También se dice que en el país hubo más de cien mil muertos a causa de ese mal, el subregistro podría duplicar o triplicar esa cifra, pues muchos indígenas fallecieron sin que se diera reporta de ello.
Jorge Mario de León Orozco, presidente de la Fraternidad de Ciudadanos Distinguidos de Coatepeque, informó que ese acontecimiento histórico se conmemora hoy con diferentes actividades, entre ellas una peregrinación en la que participan miembros de esa agrupación, médicos, autoridades locales y población en general.
La caminata parte del atrio de la iglesia parroquial hacia el cementerio municipal. La actividad incluye una visita a la tumba de Guillén y Ancheitas, donde se coloca una ofrenda floral y se rinde homenaje al médico, durante el cual se lee un documento que registra la historia de aquel acontecimiento que afectó severamente a la población del municipio.
De León Orozco informó que por la noche se transmitirá en un canal de televisión por el sistema de cable DX un programa en el que el epidemiólogo Antonio Bolaños Ventura hablará sobre la fiebre amarilla, sus síntomas y forma de evitar que afecte de nuevo a la comunidad.
Víctima
El médico Celerino Guillén y Ancheitas, de origen mexicano, junto a los propietarios de una farmacia, luchó por combatir la enfermedad, pero murió en el cumplimiento del deber y fue sepultado en el cementerio local, el 30 de mayo del mencionado año, así como las numerosas víctimas de la epidemia.
Le puede interesar: Campesinos se intoxican por comer caldo de pollo con el que celebraban cosecha
En la placa de mármol colocada en la tumba de Guillén y Ancheitas se lee: “Al doctor don Celerino Guillén, víctima del deber el 30 de mayo de 1938. Sus amigos”.
A un siglo de ocurrida la epidemia, no se ha olvidado la titánica labor profesional del médico mexicano, quien se refugió en Guatemala para escapar de la revolución en su país.
Muchísimas gracias por mantener viva la memoria de mi valiente tío tatarabuelo”.
Tampoco el esfuerzo que junto a él hicieron para enfrentar la enfermedad Gilberto Toledo, propietario de la farmacia La Central, y Sautirni Sánchez, quien tenía conocimientos sobre medicina, pues en ese entonces se carecía de médicos y de un centro de salud u hospital.
Según la historia, antes de mayo de 1918, entre los tres formaron un hospitalito, con los escasos recursos que tenían, en la 6a. calle y 1a. avenida de la zona 1, donde atendieron a los afectados por la fiebre amarilla, entre marzo y mayo, antes de la muerte del médico.
“Muchísimas gracias por mantener viva la memoria de mi valiente tío tatarabuelo”, dijo Enrique Marín Pellecer, descendiente de la familia de Guillén Ancheitas, al enterarse de la actividad en memoria del médico en Coatepeque, donde es considerado un héroe porque murió luchando contra la epidemia de fiebre amarilla y entregó su vida por los pacientes.
La epidemia fue conocida como Fiebre de los tres Días y se cree que se originó en Kansas, Estados Unidos, y fue transmitida por personas procedentes de ese lugar, ya que entonces el ferrocarril del norte, en México, transportaba migrantes desde la frontera con Estados Unidos a Guatemala.
La enfermedad se propagó a lo largo de la vía férrea desde Puerto Barrios, Izabal.
Contenido relacionado
>Salud confirma brote focalizado de sarampión y tomará estas acciones
>Se registran dos muertes por brote de fiebre tifoidea en Petén
>Vecinos en alerta por muerte de tres menores a causa de supuesta neumonía
