Fútbol Internacional

Mateus, el pequeño hincha brasileño, que en Belo Horizote apoyará a Messi

Cinco Balones de Oro, seis Botas de Oro, tres Mundiales (de clubes), cuatro Ligas de Campeones, diez Ligas, seis Copas del Rey... Y un platillo volante. Así resume Mateus, un niño brasileño de 10 años, la carrera de su ídolo, Lionel Messi, al que viene a animar al último entrenamiento para el Brasil-Argentina.

Mateus, Un niño brasileño aficionado del jugador Argentino Lionel Messi acompaña la llegada los jugadores de la selección de futbol de Argentina para entrenamiento este lunes en la Toca da Raposa en Belo Horizonte. (Foto Prensa Libre: EFE)

Mateus, Un niño brasileño aficionado del jugador Argentino Lionel Messi acompaña la llegada los jugadores de la selección de futbol de Argentina para entrenamiento este lunes en la Toca da Raposa en Belo Horizonte. (Foto Prensa Libre: EFE)

“He hecho este cartel para Messi, para que me vea y me dé su autógrafo”, explica Mateus, quien sostiene con las dos manos una pancarta que le cubre medio cuerpo y en la que están, exactamente pormenorizados, los logros individuales y del capitán de la selección argentina, un retrato a rotulador… Y la nave espacial.

Su abuelo Leonardo le ha traído al centro de entrenamiento ‘Toca da Raposa II’ del Cruzeiro, en un barrio apartado de la ciudad. “Él lo pintó todo, yo no sabía esos datos. Pintó una nave espacial porque dice que Messi es de otra galaxia”, explica.

La Copa América había pasado por la ciudad de Belo Horizonte casi de puntillas, con cuatro partidos de la fase de grupos en los que la asistencia había sido discreta. Pero el Brasil-Argentina y la llegada de Lionel Messi lo ha cambiado todo, comenzando por el entrenamiento previo de la Albiceleste.

Así, incluso en un lugar recóndito como el centro de entrenamiento del Cruzeiro, a las afueras de la ciudad, congregaba a más de medio centenar de personas para recibir a la selección argentina, varias camisetas de Messi e incluso vendedores de helados y refrescos que aprovechaban la expectación para hacer negocio.

Una de esas camisetas albicelestes era la de Mateus, que tiene muy claro qué resultado espera en el Mineirao. “Mañana Messi va a marcar, pero Brasil pasa”, asegura este joven brasileño, ‘torcedor’ argentino por un día.

La duplicidad de afectos de muchos brasileños entre el capitán argentino y su ‘Canarinha’ genera que Mateus lo tenga muy claro cuando se le pregunta por su preferencia entre Messi y Neymar. “Messi es mejor sí. Neymar es el mejor jugador de Brasil, pero está teniendo algunos problemas. Sin él, creo que Phillipe Coutinho es el mejor”, agrega.

Aficionados de la selección de Argentina acompañan el entrenamiento de la albiceleste en Belo Horizonte. (Foto Prensa Libre: EFE)

Pero no solo brasileños esperaban a la llegada del autobús argentino para su último entrenamiento antes de la semifinal, Gabriel, Federico y Enmanuel, argentinos llegados desde Buenos Aires y Tucumán, también calientan motores para la gran cita del martes.

“Vva a estar difícil, Brasil es difícil, pero nosotros venimos levantando y ellos en bajada. Vamos a ganar 1-0 sufriendo, nos gusta sufrir y siempre sufrimos, o 2-1”, explican a EFE.

Vienen para ver este partido, sin haber pasado por los anteriores, compraron justo cuando conocieron que Argentina pasaría, aunque no todos, porque Federico confió en las opciones de la ‘Albiceleste’ con seis meses de adelanto.

“Yo compré las entradas en enero cuando salieron, compre las dos de semifinales, por si acaso fuera por un camino o por el otro”, manifiesta este previsor aficionado, que estará presente en el Mineirao.

Los argentinos confían, además, en la mística del estadio y su precedente más famoso: el ‘Mineirazo’ del Mundial 2014 en el que Alemania batió a Brasil por 1-7, precisamente en unas semifinales.

“Jugamos con el Mineirao a favor, el 1-7 ahí da miedo, y en semifinales más aún, en semifinales asusta”, aseguran estos seguidores argentinos, que dan color a una ciudad, Belo Horizonte, que ha reanimado su pasión por la Copa América con esta semifinal.

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