Rubricó el Madrid un partido serio. Con un despliegue físico enorme de Nacho y Militao, atentos al cruce, rebañando y minimizando todo el arsenal de Mané, Salah y Firmino. Todo ese festival defensivo, coronado por la seguridad de Courtois, sobresaliente en toda la eliminatoria.
Concentración máxima. Ambición y personalidad fueron argumentos de un Madrid sólido, que contó con la ayuda de Casemiro, inmenso otra vez en la enésima hora de la verdad de su equipo.
Ver Anfield vacío también impresiona. Parafraseando a Francisco Umbral sería como bailar sin música. Una pena fue ver la grada de The Kop sin público, sin esa gente que tiene el fútbol como argumento para ser un poco más feliz en la vida.
Jurgen Klopp intentó explotar el flanco derecho. Y sacar petróleo durante un ratito. Por ahí Zidane colocó a Valverde y Mané se activó enseguida. Diez minutos duró el asedio inicial del Liverpool, que se encontró con un Courtois inmenso. Courtois hundió la moral de Salah y Milner, con dos acciones prodigiosas. Y Valverde fue recuperando el sitio hasta cumplir con solvencia en un espacio anormal para él.
Todas las miradas estaban en Vinicius. Su asombroso partido de la ida impresionó a Klopp. No le sorprendió, que es distinto, pero sí le impresionó -reiteró esta semana- por exhibir al fin su talento en un partido de fuste europeo. Hoy Vinicius ni sorprendió ni impresionó. Firmó una noche discreta.
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— Real Madrid C.F. (@realmadrid) April 14, 2021
El Real Madrid dejó un aroma de campeón en Anfield. Sobre todo por dejar claro que sin Sergio Ramos y Varane, el Madrid tiene vida. Una calidad de vida potable. Y plausible para tumbar en semifinales a un Chelsea, que hace lo que puede en la Premier, a veinte puntos del líder, el Manchester City.