Economía

Lenguaje económico de las ciudades

El valor inmobiliario está intrínsecamente relacionado con el deseo y la voluntad de residir o no en determinados lugares o espacios. Este deseo y voluntad se genera en las impresiones que nos transmite su identidad a través de un lenguaje de signos y símbolos que se perciben en su arquitectura, sus calles, su gente y cultura.

Cada ciudad tiene su propia identidad, que la comunica a sus moradores, a los que allí acuden por trabajo o negocios y a los turistas.

La ciudad es el punto de encuentro, el asentamiento, la radicación de nuestra historia y destino. Cada ciudad presenta más o menos deseabilidad de residir o no en ella.

Dentro de la identidad, el territorio es un elemento imprescindible de análisis, aunque no el único. En él se pueden hallar una serie de constituyentes simbólicos.

La ciudad (el barrio, el país) es, entonces, el ingrediente constructor de identidad. Alicia Entel la define como cristalización “de procesos políticos, históricos y culturales donde la gente y su hábitat son producidos y se producen mutuamente.

Ella imagina a la ciudad como un teatro, “a los grupos sociales como actores y a los espacios como escenarios”. Este grado de identidad o esta intensidad de identidad se transforman en deseo y voluntad de apropiación del espacio que la rodea a través de la compra o renta inmobiliaria.

Cuando he visitado otro país, por motivo de paseo, turismo o negocios, los primeros contactos con sus moradores son especiales, me siento diferente, ajeno, extraño e ignorante de todo sin identidad y sin deseos de radicación. Situación que es distinta en mi país, donde siento pertenencia y propiedad. Conozco cada espacio, cada distancia, cada amanecer, el transcurso del día y cada atardecer.

Amanezco en habitaciones de hoteles que no son las mías que no tienen ninguna relación con mis gustos, hábitos y costumbres.

Al salir a sus calles observo a personas que no tienen ninguna relación conmigo, ¿de dónde vendrán, a dónde irán, a qué familia pertenecen, cuáles son sus sueños, sus problemas y alegrías?

No percibo atisbos de propiedad, de pertenencia, de voluntad de asentarme, de fincar mi destino.

Y es que los lugares son portadores de signos y símbolos que son interpretados por quienes los observan. La idea que los habitantes tienen de la ciudad se nutre de las representaciones sociales elaboradas por los medios de comunicación y por sus propias experiencias cotidianas.

La ciudad, producto del ser humano, se va construyendo con símbolos y signos que van dejando huellas.

La huella es la señal del paso humano. La ciudad puede ser tomada como una “huella de sentido” en cuanto tiene significados comunes que acercan y llevan a experimentar un espacio común. La huella se va formando y profundizando gracias a sus edificios, calles, monumentos y cultura.

La calle del Arco de Antigua Guatemala es un deleite para nuestros sentidos, la conozco desde hace muchos años.

El parque de San Marcos tiene un halo especial alrededor del hermoso Kiosco traído desde San Francisco California y donado por el general José María Reyna Barrios en 1896.

En Chiquimula, cuna de intelectuales y artistas, se yergue majestuoso el templo consagrado a Minerva, la diosa portadora en el Olimpo de la antorcha de las ciencias y de las artes y en Guatemala las Avenidas de la Reforma y de Las Américas como amplios y hermosos paseos arbolados que identifican y despiertan nostalgias y añoranzas de los que han emigrado.

Habitantes

Roland Barthes afirmaba que la ciudad es en sí misma un discurso, un verdadero lenguaje y que la ciudad habla a sus habitantes.

Para Mario Margulis, el espacio, las calles, los edificios y el paisaje urbano son significantes. El caminar por las calles, veredas y espacios públicos de una ciudad conlleva la posibilidad de recibir y reinterpretar “múltiples mensajes que hablan a sus habitantes, emiten señales e intervienen en los comportamientos”.

Los lugares son portadores de signos y símbolos que son interpretados por quienes los observan. La idea que los habitantes tienen de la ciudad se nutre de las representaciones sociales elaboradas por los medios de comunicación y por sus propias experiencias cotidianas. Rizo García dice: “En este sentido, se puede decir que los ciudadanos, sujetos sociales, leen la ciudad como primer referente de su experiencia existencial”.

Es por ello que es importante que la ciudad sea construida de manera hermosa, agradable, sobria, culta y sobre todo humana e incluyente en todos los segmentos socioeconómicos de sus habitantes.

Que sea referente, que forme identidad, que despierte el deseo y voluntad de radicación de afincamiento que son los principales elementos para respaldar el valor de las inversiones.

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