Comunitario

El arte aleja de la violencia

Francisco, de 7 años, muestra orgulloso y con una tímida sonrisa la champurrada a la que acaba de darle forma. Él, como otros niños, adolescentes y jóvenes, recibe clases artísticas y técnicas en Casa Barrilete, Palencia, las cuales los alejan de la violencia y les brindan un mejor porvenir.

Algunos de los niños y adolescentes que aprenden un arte u oficio en Casa Barrilete, en Palencia. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Algunos de los niños y adolescentes que aprenden un arte u oficio en Casa Barrilete, en Palencia. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Desde el 2012, los programas han beneficiado a más de mil 500 menores y padres de familia cada año, al impartirles talleres gratuitos de arte, educación y formación técnica y deportiva. Se enseña guitarra, marimba, dibujo y pintura, método musical Suzuki, baile, formación coral, repostería, panadería, belleza y computación.

“Se analizan las debilidades y fortalezas de la comunidad, y se hace un diagnóstico de los tipos de violencia que le afectan y sus causas, ya sea por la falta de educación, de trabajo o de programas para el uso sano del tiempo libre”, explica Juan de Dios Pineda, director de Casa Barrilete, quien asegura que luego de cuatro años del programa, la violencia ha disminuido en ese municipio, que se encontraba entre los siete más peligrosos.

A los jóvenes se les pregunta qué es lo que les gustaría hacer en su tiempo libre, y se les proponen los cursos que les podrían interesar, y así evitar que pasen las tardes en la calle con malas compañías, añade.

Un ejemplo es Ronald Monroy, de 21 años, quien comenzó a asistir a clases de dibujo y pintura desde hace cuatro años, y ha logrado grandes avances en su educación artística.

“Aquí me han enseñado técnicas que me han gustado mucho. Ya he vendido varias de mis pinturas”, dice el joven, mientras le da color a una gaviota que come pescado en el mar, para alertar sobre el impacto de la contaminación.

A los niños y jóvenes se les enseña a expresar lo que sienten mediante dibujos, lo que también les ayuda a controlar sus emociones, como la ira, dice Pineda.

Quiere ser cocinero

En la clase de repostería, Rodrigo, 13, dice que le enseña a su madre lo que aprende, y que cuando crezca quiere ser cocinero.

“Desde muy pequeña me gusta la música, por lo que decidí aprender a tocar guitarra. Hace tres meses que vengo aquí. Me han tenido mucha paciencia. En un futuro me gustaría aprender a tocar el teclado”, comparte Isabel Jolom, de 16 años.

El programa ha sido tan exitoso que luego de su capacitación técnica, así como aprendizaje en valores, se ha gestionado que varios estudiantes trabajen en reconocidos hoteles de la zona 10, pero se continúa con el seguimiento de su desempeño laboral.

“No nos enfocamos en facilitarle becas a quienes tienen buenas notas; ellos no tienen problemas. Apoyamos a quienes tienen malas calificaciones, porque son los desfavorecidos”, dice Pineda.

Padres salen favorecidos

Los padres se muestran muy satisfechos con ese programa, que apoya el desarrollo educativo de sus hijos. “Mi hijo Efraín, de 4 años, viene a las clases de dibujo y pintura, y ha avanzado bastante. Yo no tendría posibilidad de pagar clases como estas; por eso es una gran ayuda, además de que los ocupan en algo en lugar de andar en las calles”, dice Michelle Mijangos.

“Estos cursos han ayudado a mis dos hijos a desenvolverse mejor en su educación, y les enseñan disciplina. Yo aprovecho esta oportunidad para que ellos salgan adelante”, refiere María Victoria Montenegro, cuyos hijos Érick Antonio y Gabriela Linet asisten a clases de violín, guitarra y coral.

Para los adultos hay taller de emprendimiento, escuela para padres, de liderazgo y organización comunitaria, y se les brinda atención psicológica.

La familia se vuelve partícipe en todo el proceso, al basarse en valores como recurso para prevenir la violencia y para que apoyen a sus hijos en sus clases. También funciona un centro de estimulación oportuna, para enseñarle a las madres cómo cuidar a sus bebés. Además, se fomenta el voluntariado en los jóvenes, con el fin de beneficiar a su comunidad, ya sea al limpiar las calles o pintar las aceras.

Casa Barrilete es una oenegé en la que participan integrantes de la comunidad, con el apoyo del Gobierno Central, mediante la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia, así como la Municipalidad de Palencia. Sin embargo, se puede apoyar con donativos, implementos, becas o voluntariado.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.