Dicho informe que elabora cada año la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), contiene datos alarmantes que ya había dado a conocer la oficina en Guatemala, en cuanto a que el 18.1 por ciento de la población sufre de inseguridad alimentaria severa, el equivalente a 3.1 millones de personas.
La prevalencia de este indicador subió 2 puntos porcentuales respecto al 2016. Y al hacer la lista de los países con los que se cuentan registros, Guatemala se ubica en la posición 91 de un total de 109 naciones evaluadas, con números similares a las de algunos países de África Subsahariana, donde el promedio es del 20.5%.
Si al hablar de desnutrición aguda los números preocupan, al hablar de la crónica alarman, ya que Guatemala es el puesto 84 de 85 países de los cuales se cuentan registros. En otras palabras, es el segundo del mundo con la mayor prevalencia de este tipo de desnutrición en menores de 5 años.
Con 46.7% como indicador, Guatemala solo está delante de Níger, cuyo indicador es del 48.5%, y se encuentra cerca de otras naciones africanas con históricos conflictos y guerras como República Centroafricana, Chad, Ruanda o Sudán.
De otros países africanos con conflictos crónicos, como Sudán del Sur, Somalia o Eritrea, no hay registros del año pasado.
¿Nueva esperanza?
El pasado 21 de julio el presidente Alejandro Giammattei inauguró un programa para combatir la desnutrición aguda, que es parte de lo que ha bautizado como la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición.
Iván Aguilar, Oxfam Guatemala
En su discurso, al referirse a la desnutrición crónica, el gobernante recordó que la meta de su gobierno es reducir siete puntos porcentuales este padecimiento en menores de cinco años.
Pero especialistas que han estado involucrados en la lucha contra la desnutrición esperan que el discurso del gobernante se traslade a acciones, y en ese sentido lamentan que desde mayo pasado se recortó Q131.4 millones al programa Prevención de la mortalidad de la niñez y de la desnutrición crónica, del Ministerio de Salud Pública.
Hasta el 27 de julio, el Sistema de Contabilidad Integrado (Sicoin) aún registraba dicho recorte; es decir, no se han devuelto los recursos a Salud. Además, a pesar de la disminución de la asignación apenas registra una ejecución presupuestaria del 32.23%.
- De 108 países evaluados, Guatemala se encuentra en la posición 91 en cuanto a la prevalencia de inseguridad alimentaria severa. El país mejor ranqueado Kazajastán y el peor Sudán del Sur.
90 | Sudáfrica |
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91 | Guatemala |
92 | Uganda |
93 | Mauritania |
94 | Afganistán |
95 | Tanzania |
96 | Honduras |
97 | Gambia |
98 | Lesotho |
99 | Eswatini |
100 | Namibia |
Del 2015 al 2019, el Ministerio de Salud invirtió Q3 mil 862 millones en el programa de Prevención de la desnutrición crónica sin que se conozcan mejoras en los indicadores. Además, el año pasado hubo un debate sobre el préstamo del Banco Mundial Crecer Sano que el Congreso se tardó mucho tiempo para aprobarlo, aunque finalmente lo hizo en febrero.
En cuanto a ejecución del presupuesto de este préstamo, en el sitio Guatecompras solamente se registran contrataciones de personal. Desde octubre del año pasado a la fecha, Salud ha lanzado 20 procesos de contratación de consultores, técnicos, especialistas, analistas, asistentes y facilitadores.
Aparte de la contratación de personal ese ministerio ha subido dos concursos a Guatecompras, uno para la adquisición de siete mil cupones de combustibles, cuya oferta por Q500 mil aparentemente aún está en análisis. El otro concurso tiene que ver con la renta de una fotocopiadora multifuncional que no se ha adjudicado todavía.
¿Hay razones para desconfiar?
Desde Alfonso Portillo, con su Política Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, pasando por los programas sociales del gobierno de la UNE (Unidad Nacional de la Esperanza) y el Pacto Hambre Cero de Otto Pérez Molina, todos los gobiernos en época reciente han puesto en marcha más de algún programa para reducir el hambre y la desnutrición que se anuncia como la solución a estos padecimientos, pero que a la luz de las estadísticas todos se ha quedado en planes.
Francia Terecero, PDH
Analistas en temas de desnutrición coinciden en que las acciones de los gobiernos deben ir encaminadas, no solo en atender la emergencia por la falta de alimentos que se ha acentuado ahora con la crisis del coronavirus, sino empezar a resolver problemas estructurales que han acompañado a Guatemala desde hace décadas.
De cualquier forma, temen que los planes tengan poco éxito por la crisis profunda que la pandemia del covid-19 ha dejado en la economía del país y porque las instituciones y programas de estas para combatir la desnutrición son débiles y anteriores gobiernos no fueron capaces de reducir el problema a pesar de que no tuvieron que enfrentar una emergencia como la actual.
Para explicar lo anterior explican que los actuales programas sociales como el Bono Familia ha demostrado que es a los hogares más necesitados a los que llegará de último y algunos posiblemente ni los lleguen a recibir, familias que antes de la llegada del covid-19 ya vivián en condiciones precarias.
“Un plan para tener éxito debe ser asistencialista por la coyuntura actual de la emergencia, pero también debe atender problemas estructurales”, dice Iván Aguilar, coordinador del Programa Humanitario en Guatemala de Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxam, en inglés).
- De 85 países de los cuales se cuenta con datos sobre desnutrición crónica en menores de 5 años, Guatemala ocupa la posición 84 solo antes que Níger, el primer lugar es Alemania.
76 | Angola |
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77 | Afganistán |
78 | Sudán |
79 | Malawi |
80 | Chad |
81 | República Centroafrican |
82 | Madagascar |
83 | Mozambique |
84 | Guatemala |
85 | Níger |
Respecto al programa para detectar casos de desnutrición aguda lanzado recientemente por el Gobierno, asevera que es positivo, pero que luego de ser detectados y restablecidos, hay que dar un seguimiento a las familias de los niños porque al regresar a la precariedad alimentaria de sus familias vuelven a caer en desnutrición.
“Si queremos ir más allá que solo ponerle una curita al enorme problema de la inseguridad alimentaria que hay en el país tenemos que invertir para resolver los problemas de carácter estructural”, añade.
Presupuesto es la clave
Otros sectores consideran que el error que han tenido estrategias anteriores tiene que ver con la falta de financiamiento, razón por la cual estos programas se han quedado solo en el papel.
“Aunque las estrategias se plantean muy bien, su diseño no se encadena a un presupuesto y esa es la invitación que hacemos al Gobierno, que cada acción de la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición tenga definido un rubro presupuestario”, afirma Francia Tercero, asesora en seguridad alimentaria de la Procuraduría de los Derechos Humanos.
En ese sentido, Tercer también enfatiza en la urgencia de que el Gobierno devuelva al Ministerio de Salud los Q134 millones que le recortaron al inicio de la pandemia puesto que quitar fondos a los programas de combate a la desnutrición crónica es quitarle oportunidades de desarrollo a la niñez.
“Sin presupuesto las acciones se plantean muertas, no son más que solo ideas de lo que se debe hacer”, añadió.
Otro aspecto importante para lograr resultados en los planes contra la desnutrición tiene que ver con la uniformidad en la ejecución de todos los programas relacionados con el problema.
Por ejemplo, en la Ventana de los mil días durante administraciones anteriores, de 13 acciones que incluye algunas muestran ejecución más elevada que otros, es decir mientras hay avances en vacunación o desparasitación, hay notables retrasos en cuando a la vigilancia de alimentos, entrega de micronutrientes y en consejería de alimentación complementaria.
Se consultó a la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional acerca de qué tienen los programas del actual gobierno que garanticen su éxito, pero la oficina de Comunicación no respondió a una solicitud de comentarios.