Comunitario

Amigos muestran solidaridad con hermanos

Marlon y Mynor Rosales Granados, de 50 y 60 años, respectivamente, han logrado salir, por ahora, de lo que siempre catalogaron como “una mala racha”, luego de que el desempleo los dejara desde hace algunos meses, literalmente, en la calle.

MARLON Y Mynor Rosales, captados la noche del 25 de agosto recién pasado, cuando dormían en una de las calles del Centro Histórico de Guatemala.

MARLON Y Mynor Rosales, captados la noche del 25 de agosto recién pasado, cuando dormían en una de las calles del Centro Histórico de Guatemala.

El 26 de agosto recién pasado, Prensa Libre publicó un reportaje sobre indigentes, en el cual los hermanos Rosales Granados compartieron la historia de su vida en las calles de la capital guatemalteca, en medio de otros relatos, como parte de la cobertura a los ataques mortales que sufrieron personas que duermen en la calle.

Amigos los reconocen

La publicación logró que varios excompañeros de trabajo de Mynor, quien laboró en el desaparecido Diario El Gráfico, se unieran para buscarlos en las calles y asistirlos.

La primera ayuda llegó de uno de los exjefes de Mynor, quien, junto a su familia, los asistió con comida.

El gesto se multiplicó y cerca de 80 excolaboradores de ese diario empezaron a colectar ropa, víveres y el dinero para la renta de un apartamento, en donde los hermanos Rosales Granados moran desde el sábado recién pasado.

Ayer, una excompañera de trabajo de la madre de los Rosales Granados, se acercó a asistirlos económicamente y apoyarlos para conseguir un trabajo formal.

Gestos similares han venido de antiguos vecinos de la zona 1 capitalina, quienes también han prometido ayudarlos en la búsqueda de empleo.

Marlon y Mynor empezaron a vivir en la calle luego de que el segundo se quedó sin trabajo, debido a una enfermedad. Eso hizo que tuvieran que desalojar un cuarto que alquilaban en la zona 2 y llevar sus pertenencias por las calles.

“Hemos buscado trabajo, pero, por la edad, nadie nos da nada formal. Yo limpio las gradas de un edificio y me dan Q20”, refirió Marlon en el primer reportaje que evidenció su situación.

Aseguró que el dinero que le pagan y lo que recaudan por los pequeños trabajos que hace su hermano les sirve para comer y comprar artículos de aseo personal.

“Enviaron ángeles”

Desde aquella primera entrevista, la esperanza de un cambio se reflejaba en las palabras de Marlon.

Entonces afirmó que creía que la “mala racha” pasaría. “Dios no nos olvida y nos permitirá encontrar un empleo para vivir bajo un techo”, comentó esa vez.

“Nos mandaron ángeles para que nos auxiliaran. No esperaba este milagro de Dios”, exclamó Marlon, durante una visita efectuada ayer en la pieza que ocupan, mientras ordenaba la ropa que les han regalado.

Hoy, en lo que llaman un nuevo comienzo, tienen sus esperanzas puestas en que vendrá una mejor época para sus vidas. 

Un emotivo reencuentro

María  Teresa Cerén, excompañera de trabajo de la madre de Marlon y Mynor, pudo reunirse con ellos ayer, frente al Palacio Nacional de la Cultura, para brindarles ayuda.
Cerén buscó a los hermanos Rosales   Granados para ofrecerles su apoyo incondicional, luego de la preocupación que le causó conocer la situación   que afrontan.
Cerén trabajó durante más de 20 años en la Universidad de San Carlos, junto a  Nora Granados, madre de Mynor  y Marlon.
Los hermanos le manifestaron su gratitud por el cariño que ha trascendido varias décadas. 
 

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