Guatemala

Aumenta migración de niños y adolescentes a Estados Unidos

A cada 17 minutos un menor guatemalteco es detenido por agentes de la Patrulla Fronteriza en Estados Unidos, lo que deja al descubierto que la migración de niños y adolescentes, en su mayoría sin compañía de un adulto, va en aumento, situación que preocupa a activistas que señalan que el problema tienen mayor incidencia en la provincia.

Muchos menores cruzan el río Suchiate, en la frontera entre Guatemala y México, en su viaje hacia Estados Unidos. (Foto Prensa Libre: Édgar O. Girón)

Muchos menores cruzan el río Suchiate, en la frontera entre Guatemala y México, en su viaje hacia Estados Unidos. (Foto Prensa Libre: Édgar O. Girón)

En el primer cuatrimestre de este año fueron detenidos nueve mil 720 menores guatemaltecos, lo que representa un incremento de casi 100 por ciento en comparación con el 2014 —año con mayor repunte en la última década—.

Estadísticas del Instituto de Política Migratoria (MPI, en inglés), detallan que de enero a abril de este año fueron detenidos unos 81 menores por día, uno a cada 17 minutos, y de mantenerse esa tendencia, la cantidad superaría los 17 mil 57 de hace dos años.

El MPI establece que en los últimos tres años se han multiplicado las cifras de niños guatemaltecos encontrados de manera ilegal en territorio estadounidense, de los cuales la mayoría viaja sin compañía de un familiar y emprenden la travesía en busca de reencontrarse con sus padres.

El efecto Trump

Para Fernando Castro, consultor independiente en temas de migración, la coyuntura política de Estados Unidos, debido al año electoral, ha motivado a más guatemaltecos, entre ellos niños, a viajar de manera ilegal, porque ven como amenaza el posible triunfo del candidato republicano Donald Trump, quien abiertamente se ha declarado antimigrante.

“Muchas personas temen que el nuevo gobierno sea liderado por Trump, y que él vaya endurecer las ya difíciles condiciones en las que actualmente viajan los indocumentados”, señaló Castro.

Alejandra Gordillo, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala (Conamigua), coincide en que el efecto Trump ha impulsado la migración de guatemaltecos, pero enfatizó que también es una estrategia que utilizan los coyotes para incrementar sus ganancias.

Gloria Patricia Castro Gutiérrez, defensora de la niñez y la adolescencia de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), señaló que los niños y adolescentes migran porque huyen de la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades, sin imaginar que ese viaje se convierte en una pesadilla.

La funcionaria lamentó que los migrantes menores de edad desafíen al peligro al exponerse a la trata de personas, trabajo infantil forzado, servidumbre, explotación sexual comercial y tráfico de órganos.

más casos de occidente

Huehuetenango, Quiché, Totonicapán, San Marcos, Sololá y Chimaltenango son los departamentos con mayor número de menores que viajan de manera ilegal a Estados Unidos, según autoridades migratorias.

Pese a las más de nueve mil deportaciones que se registran en los últimos meses en Huehuetenango, los pobladores de ese departamento continúan el éxodo en busca del sueño americano, un panorama que no solo persiste sino que va en aumento, según autoridades.

José Rodríguez, delegado departamental de Conamigua, expresó que aunque las autoridades y las instituciones busquen contrarrestar ese flagelo es difícil quitarle esa idea a la gente, pues desde niños quieren lograr ese objetivo.

En Quiché, no solo la población adulta es la que se arriesga al migrar al extranjero en buscan de mejorar su condición de vida, pues también los menores emprenden el viaje, expresó Mario Barrios, presidente de la Oficina Municipal del Migrante de Pachalum.

“La migración de niños y adultos en Quiché ocurre porque la situación económica es muy difícil y los vecinos creen que no podrán salir adelante si permanecen en sus comunidades”, resaltó.

Sololá es otro de los departamentos afectados, con mayor número de casos en Nahualá, donde hay familias numerosas afectadas por la pobreza.

Marcos Diego Ixtamer Pérez, coordinador del Centro de Formación Quédate, que trabaja con niños deportados de EE. UU., señaló que llevan a cabo proyectos de educación y concienciación para reducir la migración en adolescentes y niños de Nahualá.

En Chimaltenango, la situación también es alarmante, según Gabriel Celada, coordinador del Centro de Apoyo al Desarrollo Local (Ceadel), quien señaló que San Martín Jilotepeque, San Andrés Itzapa, Patzún, San Juan Comalapa, El Tejar y Patzicía son los municipios con mayor cantidad de casos de migración de menores.

“Creemos que en esas áreas, de cada 10 niños cuatro se exponen a viajar de forma legal. Los casos aumentan porque los niños buscan la reunificación familiar en el extranjero, así como por la pobreza y la falta de oportunidades educativas y laborales que afectan a sus comunidades”, señaló Celada.

En carne propia

Ábner y Aarón, son dos hermanos de 5 y 2 años y medio, quienes a pesar de su corta edad ya viven en carne propia el sufrimiento de ser indocumentados en Estados Unidos. Ambos son originarios de Tajumulco, San Marcos, y cruzaron la frontera por el río Bravo, en Laredo, Texas, fronterizo con México, en junio del año pasado.

Los pequeños llegaron a su destino acompañados de su madre, Mayra Ramírez, 25, quien viajó con cuatro meses de gestación, y para su infortunio fueron interceptados por la Patrulla Fronteriza, que los trasladó a Chicago, donde actualmente viven con miedo e incertidumbre.

El padre de los menores, un campesino de 30 años, quien inició la travesía para llegar al norte junto a su familia, fue detenido por la Policía Federal de México.

Incertidumbre

Los menores viven una situación incierta en aquel país, debido a que la madre dio a luz hace seis meses al tercero de sus hijos, Abel, cuyo futuro está en manos de los tribunales de migración estadounidenses.

Mientras se delibera el fallo, Mayra Ramírez utiliza un grillete electrónico en el tobillo derecho para evitar una posible fuga, y Ábner, el mayor de sus hijos, comenzó sus estudios de preprimaria.

“Decidimos venirnos por la violencia que se vive en Guatemala y los efectos de la tormenta Stan, que derrumbó nuestra casa y arruinó los terrenos. Nuestra ilusión era ofrecer una vida mejor a nuestros hijos”, comentó la madre de los pequeños a Prensa Libre.

Con voz entrecortada, Ramírez narró que tardaron 24 días para llegar a Estados Unidos, travesía en la que pasaron muchos momentos difíciles.

“Lo más duro fue cuando subimos en un tráiler con unas 150 personas; no había aire y mi niño —Aarón- escapó de morir asfixiado”, comentó Ramírez, quien vive con temor de ser deporta y no poder pagar parte de los Q30 mil que le cobró el coyote por llevarla a EE. UU.