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Melisa Palacios: 7 pruebas que presentó el MP para solicitar el cambio de homicidio en estado de emoción violenta a asesinato
La Fiscalía contra el Femicidio presentó siete pruebas que descartan que Fernanda Bonilla actuara en estado de emoción violenta y confirman un asesinato planificado contra Melisa Palacios.
Fernanda Bonilla, procesada por el crimen de Melisa Palacios, escucha la resolución judicial que la envía a juicio por el delito de asesinato. (Foto, Prensa Libre)
El Ministerio Público (MP) presentó una serie de pruebas clave para que la jueza Carol Yesenia Berganza, del Juzgado de Mayor Riesgo C, resolviera enviar a juicio a Fernanda Bonilla y Luis Marroquín, señalados como responsables del asesinato de Melisa Palacios en 2021.
La resolución, emitida el martes 2 de septiembre, rechaza la figura de homicidio en estado de emoción violenta y la sustituye por la de asesinato, al considerar que existió planificación, coordinación y violencia desproporcionada.
Este fallo representa un avance en un caso que, por más de cuatro años, ha mantenido en expectativa a la familia de la víctima y a organizaciones que acompañan procesos de justicia para mujeres en Guatemala.
¿Por qué no aplica la emoción violenta, según el MP?
El MP y el Instituto de la Víctima sostienen que no existió un detonante súbito ni una reacción inmediata que justificaran el estado de emoción violenta.
Por el contrario, señalan que el caso encuadra en un hecho premeditado y planificado.
1. Premeditación y planificación del crimen
La fiscalía presentó comunicaciones y registros telefónicos que revelan coordinación previa entre los acusados y la víctima. Los mensajes de WhatsApp analizados muestran cómo se urdió un plan para engañar a Melisa Palacios bajo la apariencia de una supuesta “cita de amor”.
Ese engaño fue la primera pieza de un mecanismo cuidadosamente orquestado. Según el MP, Fernanda Bonilla y Luis Marroquín planearon juntos cómo sacar a Melisa de su casa, trasladarla en vehículo y llevarla hasta un área boscosa, aislada y de difícil acceso.
La existencia de una cita concertada, el desplazamiento planificado y el lugar escogido para el crimen son, en opinión de los fiscales, pruebas claras de que no hubo improvisación, sino un ataque previamente diseñado.
2. Tiempo suficiente para reflexionar
Otro de los argumentos centrales es que los acusados contaron con lapsos de tiempo considerables entre cada movimiento, lo que demuestra que hubo espacio para la reflexión y la posibilidad de desistir.
El análisis de cámaras de seguridad permitió reconstruir la ruta del vehículo: desde San Jorge hacia La Fragua, luego a Río Hondo y, finalmente, a La Palma, sitio cercano al lugar donde fue localizada la víctima.
El vehículo hizo varias detenciones y cambios de dirección, lo que evidencia tomas de decisiones sucesivas y calculadas.
Además, el conflicto entre Melisa y Fernanda comenzó antes del crimen. Ese intervalo de más de 24 horas contradice la hipótesis de un arrebato súbito y confirma que los acusados tuvieron la oportunidad de reflexionar antes de continuar con la ejecución del plan.
3. Ejecución conjunta y dominio del hecho
Las pruebas de video también reflejan que el crimen no fue cometido por una sola persona en un impulso descontrolado. El MP mostró cómo Fernanda Bonilla y Luis Marroquín se alternaron en la conducción y manipulación del vehículo, con maniobras que incluían estacionarse, descender, volver a ingresar y continuar con la marcha.
Esta alternancia, según los fiscales, demuestra una coordinación operativa propia de una coautoría. Es decir, ambos compartieron el dominio del hecho, distribuyeron tareas y ejecutaron roles complementarios.
Para el MP, la existencia de dos participantes coordinados evidencia que el crimen fue ejecutado con frialdad y control, lejos de una reacción emocional aislada.
4. Violencia desproporcionada y brutalidad
La forma en que se consumó el asesinato es uno de los elementos más contundentes que presentó la fiscalía. Según los peritajes forenses, Melisa fue asfixiada y arrastrada más de 22 metros, en el camino atravesó un cerco con alambre de púas, y, finalmente, golpeada en el cráneo con una piedra hasta provocarle fracturas fatales.
Pero el nivel de violencia no se limitó a las agresiones físicas. Los acusados exigieron la contraseña del teléfono celular de la víctima y grabaron audios, acciones que muestran un propósito instrumental, es decir, que actuaron con un objetivo concreto más allá del ataque mismo.
Este grado de violencia, lejos de corresponder a un momento de pérdida de control, refleja perversidad y dolo directo, lo que confirma la tesis de asesinato premeditado.
5. Falta de evidencia psiquiátrica
Un aspecto clave en el rechazo a la figura de emoción violenta es la ausencia de sustento clínico. Aunque la defensa de Fernanda Bonilla intentó argumentar que los celos y discusiones con Melisa habrían detonado un estado de alteración emocional, lo cierto es que no existe ningún peritaje médico forense que respalde esa hipótesis.
De hecho, Bonilla se negó a someterse a una evaluación psiquiátrica, lo que debilita aún más la postura de la defensa. El MP recalcó que, sin pruebas técnicas ni clínicas, no es posible sostener que la acusada actuó bajo un trastorno momentáneo de sus emociones.
6. Conducta fría después del crimen
El comportamiento de los acusados tras la muerte de Melisa también fue presentado como evidencia. De acuerdo con los registros de cámaras de seguridad, Fernanda Bonilla y Luis Marroquín regresaron a casa con calma apenas minutos después del asesinato, alrededor de las 15:30 horas del 4 de julio de 2021.
Esa conducta fría y natural contradice la idea de que hubieran estado dominados por un estado de alteración emocional. Para el MP, la serenidad posterior al crimen refuerza la hipótesis de que los acusados actuaron con pleno control de sus actos.
7. Motivación de celos no justifica el delito
Finalmente, la fiscalía desmontó la teoría de que los celos constituyeran un detonante súbito. Aunque existía un conflicto previo entre Melisa y Fernanda, este se desarrolló durante varios días y fue acompañado de contactos, arreglos y traslados.
El MP explicó que un conflicto sentimental no puede justificar un asesinato planificado. La exigencia de la contraseña, la grabación de audios y la selección del lugar del crimen demuestran que hubo un control cognitivo y emocional incompatible con el estado de emoción violenta.
Conclusión del MP
Tras presentar estas siete pruebas, el Ministerio Público concluyó que el caso encuadra en asesinato con premeditación y planificación, no en homicidio en estado de emoción violenta.
La fiscalía sostiene que las pruebas demuestran planificación, coordinación entre dos personas, lapsos de tiempo para reflexionar y una ejecución brutal y consciente. Todo ello descarta el homicidio en emoción violenta y confirma que el caso debe ser juzgado como asesinato.
Además acepto de forma definitiva como querellante a la madre de Melisa Palacios, Anabella Chacón.

