Guatemala

Solalinde: “traten de cambiar las condiciones de su país”

Defensor de los migrantes vino al país para presentar un libro donde resume su trabajo en la frontera entre Guatemala y México.

La periodista Karla María Gutiérrez y el sacerdote Alejandro Solalinde durante la presentación de su libro en la Feria del libro. (Foto Prensa Libre: Óscar Rivas)

La periodista Karla María Gutiérrez y el sacerdote Alejandro Solalinde durante la presentación de su libro en la Feria del libro. (Foto Prensa Libre: Óscar Rivas)

Su voz serena y una mirada que transmite confianza abren el camino para conocer a Alejandro Solalinde, un sacerdote católico mexicano que lucha por los derechos humanos de los migrantes. Trabaja en la Pastoral de Movilidad Humana del Pacífico Sur y vino a Guatemala para presentar su libro biográfico: Revelaciones de un misionero: mi vida itinerante, escrito en conjunto con la periodista Karla María Gutiérrez.


Solalinde resume su libro como un testigo del cambio y la renovación de la iglesia después del Concilio Vaticano II. El religioso indica que esta es una obra de amor para compartir la experiencia de la vida de fe y cómo Dios lo ha preparado para enfrentar los retos de una vida llena de amenazas de muerte y peligro constante.
Para Solalinde, las fronteras son “delimitaciones físicas que los poderosos, como los políticos del norte, imponen sobre la gente”; aparte de ser una muestra de egoísmo y barreras que excluyen. Pone como ejemplo el muro propuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al cual califica como “un monumento enorme al egoísmo, la ceguera y a no comprender el clima reciente que nos invita a poner puentes, generar sinergia y una vida de unión”.
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El párroco explica que no tiene miedo a nadie y confía en todas las personas porque “debe acercarse a las personas”. En su trabajo en México ha tenido que convivir y enfrentar a los mareros, a quienes describe como “personas víctimas de la vida, del egoísmo, de un estado que no los cuidó y una iglesia que los abandonó”. Muchas veces tuvo que ir solo a las vías, con café y bolillos (pan blanco) para dar a los migrantes y siempre se sintió protegido, como cuenta en su libro.

Su otro yo

Alberto Donis Rodriguez,  Beto Donis, fue un migrante guatemalteco que llegó a uno de los albergues y se convirtió en su secretario, después de mucho tiempo, apoyó la lucha por los derechos de los migrantes y se informaba todos los días, leía mucho sobre el acontecer en Guatemala y también en México. “Era una persona con valores. Me asombró muchísimo cómo pudo tener esa conciencia tan informada e integral. Podíamos opinar de cualquier tema, él llegó a tener mi voto de confianza y a opinar en nombre mío. Amnistía Internacional lo reconoció como un defensor de los Derechos Humanos y en las casas hogar que tenemos en México fue una persona muy querida”, recuerda el padre. Donis falleció en 2017 en un accidente en Oaxaca, México.
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Por qué contar su vida

Karla María Gutiérrez conoció al Padre Solalinde en 2007, cuando fue encarcelado por ayudar a migrantes guatemaltecos que buscaban a sus familiares, que habían sido víctimas de un secuestro masivo en Oaxaca cuando viajaban en el tren.
“Creo que el padre es la persona más relacionada a la defensa de los derechos humanos de personas migrantes en México. El año pasado para plantearle este proyecto. Yo tenía una visión con intereses de su vida y el padre de transmitir un mensaje profundo a partir de su fe y de su experiencia como ministro y agente de cambio”, explicó Karla Gutiérrez.

Tres mensajes

Para quienes no han salido de sus países: “De ser posible que se contengan un poco más en su lugar de origen. Que traten de cambiar las condiciones de su país. Sé que no es fácil porque hay cosas que no son opcionales como la violencia o la falta de trabajo”.
Para quienes ya llegaron a México: “que se queden en México, aunque no se paga en dólares, porque quien quiere y tiene la voluntad de hacer dinero y salir adelante puede hacerlo”.
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Para los migrantes que se encuentran en Estados Unidos: “Tienen una gran misión, son personas súper dotadas con una visión humilde porque vienen de abajo. Tienen la visión del sur. Ellos no tienen la visión del norte explotadora, dinerera, acumulante, capitalista, pero tienen una experiencia de fe y del sentido comunitario ante el egoísmo de Estados Unidos. Tienen un hermoso sentido de compartir, su alegría y felicidad es compartir lo poco que tienen”.
El padre Solalinde muestra su admiración ante el sentido luchador de los migrantes y en cada rostro que ve descubre una historia que lo motiva a seguir trabajando en pro de los derechos humanos y una vida justa para todos.

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