Guatemala

Cuatro minutos de repudio a Pérez Molina

"Otto ladrón, vete a prisión", gritaba un grupo de guatemaltecos que durante cuatro minutos rodeó el vehículo negro en el que la tarde del jueves 3 de septiembre ingresó a la prisión del Cuartel de Matamoros, el expresidente Otto Fernando Pérez Molina, quien esta vez, a diferencia de muchas otras cuando llegó como mandatario, dormirá bajo prisión provisional, tras una larga jornada que empezó el miércoles 2, cuando a las 19 horas firmó su renuncia y que terminó con Alejandro Maldonado como el nuevo presidente de la República. 

La maratónica jornada tuvo a toda Guatemala paralizada y desvelada. Desde la 1.20 de la mañana, cuando trascendió la renuncia de Pérez Molina, millones de guatemaltecos se pegaron a las páginas en internet, la radio o la televisión. La noticia era la más esperada desde hace 19 semana cuando empezaron las manifestaciones pacíficas para exigirle la renuncia al mandatario, señalado, junto a la exvicepresidenta Roxana Baldetti de encabezar la red de defraudación aduanera conocida como “La Línea”.

Tras escuchar los argumentos del Ministerio Público y de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el juez Miguel Ángel Gálvez decidió dejar en prisión provisional al hasta ayer presidente de Guatemala, quien llegó a media mañana a la Torre de Tribunales para enfrentar, según sus propias declaraciones, como militar, el proceso que ha calificado como injusto y lleno de “dimes y diretes”.

Pérez Molina vistió un traje azul, camisa a rayas y corbata roja, y estuvo sentado la mayor parte de la audiencia, casi sin movimiento, observando a sus acusadores y moviendo nerviosamente el lapicero con el que anotó los aspectos que le parecieron más relevantes entre decenas de escuchas telefónicas con los que la Fiscalía busca probar su vinculación a “La Línea”. 

Sin embargo, sus argumentos poco valdrán para los miles de guatemaltecos que desde el 25 de abril han salido, sábado a sábado, a manifestar contra lo que hasta ayer fue su gobierno y contra los políticos tradicionales, vistos como corruptos y grandes responsables de varios de los problemas del país.

Por eso, ayer, durante el trayecto de la Torre de Tribunales al Cuartel de Matamoros, decenas de guatemaltecos salieron al paso de la caravana que lo escoltaba en su camino a su primera noche en prisión. Al igual que cientos de veces duante los 44 meses que duró su mandato, la camioneta negra blindada que lo transportaba fue acompañada por policías en motocicleta (y armados hasta los dientes) y por lo menos cuatro autopatrullas de la Policía Nacional CIvil. Pero esta vez, no iba como presidente, sino como un guatemalteco más que debe enfrentar a la justicia.

Al igual que todo el trayecto, a su llegada a Matamoros, a donde tardó cuatro minutos en ingresar, le quemaron cohetillos, le colocaron un cartel (donde lo acusaban de ladrón) en el vidrio delantero y le mostraban banderas de Guatemala como muestra de repudio a su gestión como gobernante.

El día que Pérez Molina jamás imaginó como fin de su presidencia termina con nuevos aires entre la población y diversos sectores que han visto con esperanza y júbilo la renuncia.

Septiembre, el mes de la Patria, empieza con Alejandro Maldonado como nuevo Presidente y con las Elecciones Generales del 6 de septiembre encima y donde tres (Jimmy Morales, Manuel Baldizón y Sandra Torres) se perfilan con la mayor intención de voto, pero donde el mensaje de la población, de la comunidad internacional y de los diversos sectores organizados está más que claro.

Como dijo una de las miles de guatemaltecas que hoy salió a la calle a celebrar la victoria de un pueblo indignado: “todos los políticos saben de ahora en adelante que no pueden vernos la cara“.

 

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