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Pan dulce, compañero infaltable en la mesa

El "pan de manteca" como también es conocido el pan dulce, forma parte de la dieta de los chapines. ¿Quién no ha tomado café con alguna de sus muchas variedades?

Su diversidad refleja los gustos de distintas regiones del país. 

A parte de ser compañero inseparable de tertulias y sobremesas, el pan dulce es un adorno inconfundible gracias a sus variadas formas, pues unos son alargados (como las hojaldras), otros son circulares (las champurradas), no faltan los de contornos caprichosos (campechanas) y, por supuesto, los clásicos con forma de volcán (shecas y conchas).

Sin embargo, sus nombres no sirven sólo para diferenciar sus formas, sino también indican distintas recetas para prepararlos. Así, está el pan dormido, a base de yema de huevo, de Totonicapán, y que tradicionalmente sirve para acompañar el chocolate.

A los panaderos quetzaltecos les debemos las shecas, con su inconfundible acento de anís, que les confiere un sabor especial que, junto con su textura, las hacen un pan único en el país.

Los panes dulces son, sin duda, herencia de la gastronomía que trajeron los conquistadores españoles.

Muestra de aquellos primeros panes, según el historiador Miguel Álvarez, son las quesadillas y los marquesotes, ambos comunes en las mesas del oriente del país.

Menos conocidos y típicos del gusto petenero son los chilindrines, cubiertos de harina (que en realidad son oriundos de México), la torta batida (preparada a base de  huevo), así como las tortillitas y las arepas (ambas similares a las polvorosas).

Por su puesto, la mayoría de panes dulces utilizan azúcar, pero en algunos de ellos éste edulcorante sirve como aderezo. Tal es el caso de las hojaldras, las batidas y las lenguas, que han hecho las delicias de generaciones de guatemaltecos.

Finalmente, no dejemos atrás a los panes dulces que se degustan en fechas especiales, como los molletes para Semana Santa y los panitos de feria, que con su color naranja son atractivos a la vista y que a pesar de su dureza, son ávidamente consumidos por muchas familias guatemaltecas.

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