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1989: se forma nuevo cráter en el volcán Pacaya 

Fue noticia el 9 de marzo de 1989 una fuerte erupción del Volcán Pacaya que dio paso a la apertura de un nuevo cráter en sus faldas.

Titular de Prensa Libre del 10 de marzo de 1989. (Foto: Hemeroteca PL)

Titular de Prensa Libre del 10 de marzo de 1989. (Foto: Hemeroteca PL)

El cráter medía aproximadamente 50 metros de diámetro y se abrió a las 15.15 horas en la finca denominada “El Chupadero”.

La lava que manaba del nuevo agujero, técnicamente llamado “tubo de lava” y bautizado como cráter “El Grito”, era abundante. La temperatura del magma detectada ahí era de 1045 grados centígrados y la velocidad de su desplazamiento fue calculada en 20 metros por minuto, según los técnicos del INSIVUMEH destacados al área.

“Solo en Hawaii había visto que la lava se desplazara tan rápidamente”, dijo entonces el vulcanólogo Rodolfo Morales. De acuerdo con declaraciones dadas por el ingeniero Estuardo Velásquez, director del Insivumeh, el fenómeno nunca había sido apreciado a tan corta distancia del volcán.

“Lo que pasó es que seguramente el magma que se encuentra adentro de la tierra encontró en su salida al cráter principal, una capa débil de tierra y logró abrir un nuevo boquete”, indicó Velásquez.

La sustancia incandescente bajó en dirección al sur, rumbo a una población conocida como Pacaya aproximándose al camino que comunica las aldeas El Caracol y Pocitos, por lo que estaba previsto que bloquearía el paso por ese lugar afectando también la cañería que conduce agua a esa zona.

Por la tarde, reporteros de Prensa Libre se presentaron a la aldea El Caracol para investigar cuál era la situación de los pobladores del lugar. Según se pudo constatar, no había mayor peligro, ya que el volcán lo único que estaba lanzando era arena y ceniza.

Los técnicos del Insivumeh habían iniciado la investigación antes de la llegada de los reporteros. Al retirarse observaron en la lejanía humo que no habían visto antes por lo que decidieron regresar a la zona sur del volcán. A dos kilómetros de El Caracol, encontraron que el suelo se había abierto y en su lugar quedaba un gran agujero de donde salía lava continua y rápidamente.

Tomaron la temperatura, midieron la velocidad y con guantes especiales recogieron algunas muestras del material que ya se enfriaba. Del cráter principal del volcán seguía saliendo mucho humo y los truenos no cesaban. “Es increíble: en cualquier momento, en cualquier parte de donde nos encontramos, podría ocurrir lo mismo”, expresó Velásquez.

Lugareños

“El volcán se está destruyendo a sí mismo”, expresó Prudencio Peralta, de 64 años, quien aseguró que aunque en ocasiones anteriores había visto erupciones más impresionantes, nunca había notado que de todas partes de él surgieran cráteres. “Ya van dos que se forman en los últimos días, ni que las explosiones fuertes fueran tan seguidas”, agregó.

Un grupo de niños y jóvenes dijeron estar asustados pues desde días atrás el volcán lanzaba piedras, arena y no paraba de retumbar. Una señora, identificada sólo como doña Maruca, dijo que la última noche, había contado 157 truenos en una hora.

La erupción del volcán fue calificada por los vecinos como “una pesadilla” porque además de las explosiones y la ceniza estaba lloviendo fuerte, lo que provocó que muchas familias se refugiaran en el cercano poblado de San Vicente Pacaya e inclusive hasta en Palín, Escuintla. “Tuve mucho miedo y pensé que nunca saldríamos de allí con nuestra familia”, expresó una señora que vivía en El Caracol.

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