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Cientos de cristianos reviven las últimas horas de Jesús en Jerusalén

Cientos de cristianos recuerdan hoy, Jueves Santo, las últimas horas de vida de Jesús, simulando el Lavatorio de Pies y la Hora Santa en Jerusalén, donde Cristo fue crucificado hace dos mil años.

El patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal (d), lava los pies de un sacerdote. (Foto Prensa Libre: AP)

El patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal (d), lava los pies de un sacerdote. (Foto Prensa Libre: AP)

Las ceremonias de esta jornada santa comenzaron a primera hora con una misa en el Santo Sepulcro oficiada por el patriarca latino de Jerusalén, arzobispo Fuad Twal, quien recordó en la homilía el significado del lavado de pies.

“Dejad que nuestros pies sean lavados y se conviertan en instrumentos de la misericordia de Dios” , predicó.

Durante la ceremonia se reprodujo el lavatorio de pies, un acto que expresa la misericordia de Cristo, “lavar los pies es aceptar rebajarse, humillarse, inclinarse ante nuestros hermanos y hermanas (para apoyarles) en su sufrimiento, angustia, soledad, exilio y necesidades” , explicó el arzobispo.

Pero Twal advirtió de que no es suficiente con llevar a cabo esta acción una vez al año: “Aún estamos muy lejos de ser completamente fieles a su enseñanza (la de Cristo), de la misericordia y el perdón mutuo” .

Y llamó a remover conciencias entre los presentes: “Pensad en los cientos de miles de pobres, enfermos y los refugiados que esperan un acto tangible de solidaridad, una política justa y global, en espera de ser acogidos y aceptados” .

Ya por la tarde, el Cenáculo, escenario donde la tradición sitúa la Última Cena, acogió con su modesta capacidad a casi 200 peregrinos que este año pudieron asistir a un nuevo oficio, en el que se lavó simbólicamente los pies a doce niños en representación de los apóstoles.

Los pequeños, de 10 años y elegidos para la ocasión porque este año recibirán la confirmación, esperaban nerviosos la entrada de los encargados de oficiar la misa y, entre decenas de flashes, se sintieron los protagonistas.

“Este lugar, como católico practicante que soy, me impresiona muchísimo, aquí fue la Última Cena y hoy es Jueves Santo por lo que es el día adecuado para rememorarlo” , dijo a Efe Jerónimo José Martín, un peregrino de Madrid y testigo de la ceremonia.

La misa se ofició en varios idiomas y los asistentes se unieron en cantos religiosos y un padrenuestro que cada uno oró en su idioma, en medio de un estruendo de palabras en el que era imposible diferenciar las lenguas en que se rezaba al unísono.

Ismael Martínez, otro peregrino español, resaltó a Efe la importancia de la unión en estos momentos: “Vivimos tiempos de crisis, un ambiente hostil donde a veces judíos, palestinos, musulmanes y cristianos, no tenemos una unión para defendernos unos a otros, rezando unos por otros” .

El Cenáculo, hoy extramuros, se encuentra sobre el lugar donde los judíos veneran un cenotafio que se conoce como tumba del bíblico rey David, de cuya extirpe creen que vendrá el mesías.

En este lugar, que Israel y el Vaticano se disputan desde hace años, se cree que se celebró la cena pascual, en la que se considera que Jesús diseminó su obra y mensaje por todo el mundo.

“Es una lástima que un lugar tan relevante como el Cenáculo no tenga habitualmente culto cristiano” , se lamenta Jerónimo José, ya que el lugar santo solo está abierto al culto un par de veces al año.

Por la noche los peregrinos volverán a misa, esta vez en la Basílica de la Agonía, en el huerto de Getsemaní, al que Jesús se retiró a orar y meditar antes de ser entregado por Judas.

Las ceremonias de hoy tuvieron lugar bajo fuertes medidas de seguridad, debido a la escalada de violencia que sacude la región desde el pasado octubre y en la que han muerto 202 palestinos, más de dos tercios al perpetrar o intentar cometer ataques o presuntos ataques contra blancos civiles y militares israelíes.

Los ataques palestinos han causado la muerte a treinta israelíes, tres extranjeros y un palestino y han ahuyentado en gran medida el turismo religioso a los lugares santos.

Rami, un taxista israelí, lleva cuatro horas frente a uno de los hoteles más conocidos de la ciudad, el King David, y dice no haber tenido éxito en el negocio: “Ha sido un mal día, el turismo ha bajado mucho respecto a otros años, la gente tiene miedo de venir” .

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