ECLIPSE

Año nuevo, vida nueva, por inocente…

Ileana Alamilla

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Según el Diccionario de la Real Academia Española, inocente significa alguien “fácil de engañar”. Por eso, entre nuestras mordaces tradiciones está el engaño picaresco con que se sorprende, cada 28 de diciembre, a incautos que puedan creer algo que decimos como burla. Paradójicamente y de acuerdo con nuestra costumbre de reírnos de nuestras desgracias, en esta fecha bromeamos con la tragedia que relata la Historia Sagrada  del intento de asesinar al Niño Jesús.

Por eso, y siguiendo este mal ejemplo, deseo a mis lectores un Feliz Año Nuevo, precisamente hoy en el Día de los Inocentes, con la esperanza de que pueda engañar su desesperanza y que compartan mi deseo, a pesar de la evidencia en contra que muestran los 365 días del Año Viejo.

Se despide el 2017 seguramente avergonzado de lo que nos dejó. No avanzamos ni un solo milímetro en relación con las condiciones estructurales de pobreza en que vive la mayoría de la población, las cuales históricamente nos agobian. Nos dejó la continuidad de un políticamente neófito primer mandatario que siguió demostrando sus abultadas limitaciones para cumplir tan relevante papel. Este año que agoniza nos hereda un Congreso formado mayoritariamente por diputados que ante la tempestad reaccionan con cínica desesperación, continuando sus tradicionales prácticas perversas. Permaneció durante el reinado del presente año, un Organismo Judicial sin reformarse, porque no se aprobaron los cambios constitucionales necesarios. Y a nivel mundial, este año viejo seguramente se sentirá agobiado en su lecho de muerte, viendo su legado, con el inicio del Gobierno de Donald Trump.

Por eso y por muchísimas razones y evidencias que podría referir extensamente si no tuviera las limitaciones del espacio de esta columna, reconozco que mis deseos por un Feliz Año Nuevo solo pueden ser creíbles si los expreso este día de los Inocentes.

Pero como la inocencia también es una virtud, ya que según el mismo Diccionario citado, es el “Estado del alma limpia de culpa”, el “candor” y la “sencillez”, me parece oportuno aprovecharme de esta cualidad para engañar la desesperanza y pensar con optimismo, o sea con realismo positivo, respecto del Año Nuevo y de nuestro futuro común.

En el Legislativo, es urgente la Reforma Constitucional y la del Sistema Electoral y de Partidos Políticos. Sin la primera, es imposible que exista una carrera judicial independiente, característica esencial en la aplicación de la justicia. Sin la segunda, todo el andamiaje estatal seguirá construido sobre arenas movedizas. El estado democrático de derecho requiere de un sistema electoral y de partidos políticos que lo permita. Confiemos en que lo lograremos.

En el Ejecutivo, el 2018 lamento predecir que será casi una Semana Santa prolongada, a menos que el presidente, y ojalá que así sea, asuma un rol diferente. De no ser posible, el Gobierno habrá de ser cargado en andas para llevarlo durante este año preelectoral, por cucuruchos fuertes, como “la Embajada” y las élites empresariales.

El año entrante también se nombrarán al nuevo (a) Fiscal General y al Contralor (a) de Cuentas, ojalá idóneos, puestos clave para continuar la lucha contra la corrupción.

La sociedad civil, profundamente dividida, dispersa y posicionada en diferentes trincheras, enfrentará un reto estratégico, ya que Guatemala sigue requiriendo un rumbo nacionalmente compartido, sin prevalencia de intereses particulares ni sectoriales, donde la “comunidad internacional” respetuosamente acompañe.

¡Ojalá mis deseos se cumplan para el bien del país! ¡Feliz Año, queridos inocentes!

iliaalamilla@gmail.com

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