EDITORIAL

Apoyo regateado para los migrantes

De los 193 países que integran Naciones Unidas, 164 acordaron ayer en Marruecos reforzar la cooperación internacional para garantizar la “migración segura, ordenada y regular”, aunque los representantes de varias naciones recibieron con recelo el nuevo Pacto Mundial para la Migración.

Los países que avanzan en la línea del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se mostraron escépticos sobre la firma del documento, al surgir en el marco de un éxodo mundial, aunque son los menos, pues la mayoría de los participantes en este foro se manifestaron a favor de que la comunidad internacional sea más solidaria ante la problemática.

Entre los reticentes a firmar ese pacto mundial sobre las migraciones se encuentra Guatemala, uno de los países, junto a Honduras y El Salvador, que están entre los mayores expulsores de personas y la representante de nuestra nación votó con reservas, argumentando razones de soberanía.

Esto significa que los miembros que pusieron esa excusa aspiran a un flujo migratorio en regla, lo cual es un contrasentido, porque quienes lo hacen de manera irregular actúan a causa de la adversidad que enfrentan en sus países.

Aunque el acuerdo firmado ayer en Marruecos no es vinculante y será ratificado el 17 de diciembre en Naciones Unidas, simplemente llama a establecer una mayor cooperación internacional para la regularización de los migrantes. También puede ser un nuevo pacto muerto en favor de esa causa, pues varios países receptores de migrantes le dieron la espalda.

De hecho, en esta ocasión han sido los soberanistas, los nacionalistas y los partidarios del cierre de fronteras los que le han dado la espalda a un problema mundial, entre ellos Guatemala, Estados Unidos, Chile y República Dominicana, reacios a ver esa movilidad como un problema de derechos humanos, aunque de por medio se encuentre la separación de familias, como ha ocurrido con miles de menores centroamericanos.

De hecho, en el transcurso de esta cumbre la Comisión Económica para América Latina (Cepal) presentó un Atlas sobre migración en el norte de Centroamérica, en el cual sobresale que en El Salvador y Guatemala la migración hacia Estados Unidos subió 59 por ciento entre 2000 y 2010, mientras que Honduras alcanzó 94 por ciento en ese periodo.

De acuerdo con ese estudio, se deduce que los habitantes de las naciones del Triángulo Norte abandonan estos territorios por los altos niveles de pobreza, elevados indicadores de violencia e inseguridad. Pero les faltó mencionar que junto a la precariedad económica, la corrupción es una de las causas que agravan esas condiciones. El atlas refiere que el 74% de la población de Honduras es pobre, cifras que comparte con sus vecinos.

Se da por descontado que este nuevo pacto sobre migración logrará pocos cambios en cuanto a la realidad de los migrantes, porque ha nacido dentro de un marcado escepticismo, pero más importante, por hacer poco énfasis sobre la necesidad de crear condiciones de desarrollo para que miles de centroamericanos abandonen la idea de encontrar un supuesto sueño en un territorio marcado por la hostilidad.

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