CON NOMBRE PROPIO

Claras acciones represivas

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Desde el poder existen manifestaciones represivas, y como nos fascina perdernos en “ideologías”, centrémonos en hechos y así es más fácil constatar que nuestro enclenque estado de Derecho se encuentra bajo acecho.

A la fecha se han registrado seis asesinatos de dirigentes campesinos ligados a Codeca. No hay ningún resultado de las averiguaciones, y tanto la Policía como el Ministerio Público siguen con el eterno análisis. Es imposible que la primera línea de investigación no sea el móvil político y es notorio que desde el poder se asumió un discurso contra Codeca, pero no se ha impulsado, como sería su deber, las denuncias pertinentes y concretas ante los tribunales.

Es muy distinto que una empresa, un abogado o un ciudadano acusen a Codeca de determinados delitos a que el propio presidente lo haga ante audiencias públicas y luego sucedan estos delitos. Culpar al gobierno de forma directa de los asesinatos, por ahora es imposible, pero la ausencia de una investigación independiente genera especulación y alarma. En un país donde es común la criminalización de la víctima y en el día a día se escucha “en algo andaba metido”, así como que el grupo de gobierno está atestado de militares del “ala dura”, este presidente puede pasar como el que impulsó o permitió de nuevo la violencia política selectiva. La única conclusión que podemos tener en estos momentos es que el ocultamiento es aliado de la represión.

Por otro lado, en redes sociales existen tres grandes grupos de internautas, el primero que impulsa o sigue la agenda de los medios de comunicación ligados al monopolio de la televisión abierta con absoluta afinidad al gobierno y la línea que mantenía Álvaro Arzú, en estos medios se calla lo que molesta; el segundo, en el que denunciamos el ataque sistémico a los medios de información que no tienen relación con el gobierno y cuya credibilidad está, todos los días, puesta en duda por ataques orquestados desde cuentas “anónimas” dentro de un contexto que conocidos acosadores de redes sociales ocupan, ellos mismos o sus familiares, sitios de poder, y por último, un tercer grupo bombardeado por unos y otros, asustándose de lo que leen y sin asumir criterio.

La represión utiliza las redes sociales de forma “más fina” porque se intenta minar la credibilidad de quien objete, y tal como en el período luquista, han conseguido que una mentira repetida varias veces fecunde en la mente de algunos como verdad.

Por último —y es lo que asusta más—, nuestro gobierno en la crisis de los niños migrantes ha demostrado una indolencia que a simple vista es efecto natural de la mediocridad que campea en sus esferas, pero a ojo de microscopio el servilismo con el gobierno de Trump trasciende el pasar inadvertidos para no acordarse de la Cicig, y huele a que no se desea que en el imperio vea de nuevo al sur y constate las prácticas represivas cada vez más comunes y que a cada rato altos mandos militares son ligados al narcotráfico o crimen organizado sin que la institución muestre el menor rubor.

Si a lo anterior le sumamos que altos puestos del Organismo Judicial utilizan en estos momentos a la Supervisión de Tribunales como medio para coartar la independencia judicial y a la vez dejan de investigar a jueces con un amplísimo catálogo de denuncias, el país se conduce a unas elecciones donde grupos oscuros, autoritarios y represivos, ni por asomo, pretenderán “perder” y lo que les sobra es dinero sucio para gastar en la campaña y echarse un barniz de democracia, lo cual debe asustar a todos.

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.

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