IDEAS

La falacia del falso dilema

El tiempo pasa y la economía guatemalteca lentamente continúa yéndose por la borda, a un punto de que ya es completamente insostenible. Para muchos, esta es una decisión entre el dinero y la vida, entre los avaros que solo piensan en lo material y los bondadosos que están preocupados por el bienestar de los demás. Pero ese es un falso dilema. A menos que regresemos al paraíso del Edén, sin trabajar, no podemos vivir.

' Si no se restablece pronto la actividad productiva, el argumento del falso dilema caerá por su propio peso.

Jorge Jacobs

Lamentablemente, buena parte de la humanidad se ha creído ese falso dilema, y los políticos también se han dejado llevar por esa pretensión de supuestamente valorar más las vidas que lo material, sin darse cuenta de que con ello lograrán que las personas no solo pierdan buena parte de lo material, sino que muy probablemente muchos más perderán la vida de los que lo hubieran hecho como consecuencia directa de la pandemia del covid-19.

El presidente Giammattei, en su discurso de este miércoles, utilizó ese argumento para justificar mantener las medidas draconianas bajo las que estamos “sobreviviendo”, indicando que si se “libera todo” se tendrá más de 10 mil muertes. Presumo que utilizó el análisis de escenarios que van desde “no hacer nada” hasta “no dejar hacer nada”, en donde, en teoría, en el primer escenario se da la mayor cantidad de muertes y, en el otro extremo, se da la menor cantidad de muertes.

Primero que nada, ya en el mundo difícilmente se da el caso del escenario donde “no se hace nada”, porque ya está lo suficientemente extendida la información —y práctica— de las medidas de cuidado necesarias para reducir el contagio de la enfermedad, como son lavarse bien las manos con agua y jabón, o gel con alcohol, en su defecto; evitar al máximo el contacto con otras personas y las aglomeraciones, manteniendo una separación adecuada; y, más recientemente, el uso de mascarilla en lugares públicos, así como que las personas que corren mayor riesgo a la hora de contraer la enfermedad se protejan más, evitando en lo posible salir de sus viviendas. Así que, aunque el gobierno de repente dijera que ya no existe ninguna limitación y la gente puede hacer lo que quiera, la gran mayoría —por lo menos el 80 por ciento, según las encuestas— mantendría, por voluntad propia, la mayoría de estas medidas. Por tanto, utilizar el argumento del “peor escenario” es un absurdo.

Adicionalmente está el hecho de que, a la hora de la toma de decisiones, no se deben considerar solamente las consecuencias de la enfermedad, sino que se deben tomar en cuenta las consecuencias que tendrán las decisiones que se implementen para tratar de minimizar los efectos de la enfermedad. Con la información disponible hasta el momento, considero que las consecuencias de esas decisiones serán mucho peores que las consecuencias directas de la enfermedad.

Adicionalmente, hasta donde yo sé, la mayoría de quienes hemos abogado porque se abra la economía no lo hemos hecho diciendo que se quiten de una vez todas las restricciones, sino que se permita que las empresas operen bajo normas adecuadas de prevención del contagio. Así que utilizar el argumento del caos total por quitar “todas las restricciones”, para contrarrestar la petición de que se abra la economía con precauciones, es ilógico.

Es vital que se permita a las empresas operar y a las personas trabajar. Si no se restablece pronto la actividad productiva, el argumento del falso dilema caerá por su propio peso, ante la evidencia de los conflictos, problemas y riesgos para muchísimas más vidas que se tendrán a la puerta.

#QuédateEnCasaSiTeDebesQuedarSinoSalATrabajar

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

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