IDEAS
TSE: Gastando pólvora en zanates
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) continúa con la necedad de gastar Q600 millones en la compra de equipo y sistemas para supuestamente tecnificar el proceso de votación para las elecciones generales del año entrante. Estoy convencido de que no se necesita un gasto de ese calibre, especialmente la parte que tiene que ver con un problema inexistente como es supuestamente evitar que las personas voten más de una vez.
' El TSE ya cuenta con una solución muchísimo más barata para verificar que alguien no vote más de una vez: la tinta indeleble.
Jorge Jacobs
Para principiar, el documento personal de identificación (DPI) ya cuenta con un mecanismo de verificación de autenticidad del documento y es el “chip” que todas las tarjetas tienen. Si bien es cierto podría darse el caso de que un tercero utilice un DPI de otra persona para intentar votar, la información que tiene este documento, la forma en que se conforman las juntas receptoras de votos y la posibilidad de fiscalización en tiempo real que puede ejecutar cada partido político hacen que la verificación biométrica no sea necesaria.
A eso hay que añadir que la propuesta es técnicamente inviable, porque para poder verificar los datos biométricos de una persona, primero debería tener una base de datos en donde ya se hayan registrado esos datos. La misma presidenta del TSE dijo que no podían utilizar la información que el Renap les enviaba para comparar una huella digital. ¿De dónde se supone que sacarán los datos biométricos de los varios millones de personas que podrían llegar a votar?
Y si el argumento es que cuando vaya a votar se registrarán sus datos y que, a partir de ese momento, no podrá votar nuevamente. Es todavía más absurdo, técnicamente hablando, y ya quiero ver el caos que se generará en los centros de votación al añadir el paso de “registro biométrico” de los votantes.
Pero lo peor de la propuesta es que es una solución “ultrasofisticada” —y cara— para resolver un problema inexistente. El TSE ya cuenta con una solución de sentido común y muchísimo más barata para realizar esta verificación: la tinta indeleble. Con la tinta probablemente no se pueda evitar que alguien utilice el DPI de otra persona para votar —algo que es extremadamente poco probable, tomando en cuenta lo que mencioné antes—, pero sí se puede evitar que vote dos veces.
Gastar cientos de millones de quetzales para evitar algo que ya se logra con algo tan sencillo como un aplicador de tinta me recuerda la famosa anécdota de cómo los estadounidenses gastaron millones de dólares para diseñar un lapicero que funcionara en ambientes sin gravedad, en el espacio, mientras que sus contrapartes rusas resolvieron el mismo problema de una manera mucho más barata y sencilla: usaron lápices.
Pienso que es más importante enfocarse en los problemas de credibilidad que puede llegar a tener el sistema de transmisión de datos, especialmente si, como se ha dicho, se plantea eliminar el ingreso de los datos al sistema por parte de los encargados de las mesas, supuestamente para que esa tarea solo la realice personal de la empresa encargada de la transmisión. Eso se puede utilizar como un segundo paso de verificación, pero el dato “oficial” debe ser ingresado por los encargados de la mesa —o por lo menos en su presencia— para evitar romper la “cadena de custodia” de los votos.
Para mejor seguridad, apoyo la propuesta de que las imágenes de las actas de cada mesa, a la hora de ingresarse al sistema de una vez se graben en un sistema de Blockchain como los utilizados en las aplicaciones de criptoactivos, para que no haya posibilidad de que se puedan alterar los datos y cualquiera los pueda verificar. Una ruta así se debe seguir si se quiere que el sistema tenga credibilidad, en lugar de que sea una “caja negra” a la cual nadie tenga acceso.