EDITORIAL

Difícil esperar cambios en la actual coyuntura

Cualquier posibilidad de cambio en la disputa por la junta directiva del Congreso de la República pasa por guardar las apariencias, y esto es lo que menos preocupa al oficialismo, el cual de nuevo parece obstinado en impulsar una planilla impresentable, con la única variación de sacar del listado a la diputada tránsfuga Alejandra Carrillo, causante del bochorno parlamentario.

Pero no son los únicos. Lo mismo les ocurre a quienes deberían representar a una verdadera oposición, en cuya planilla también aparecen legisladores impresentables, no solo por ser firmantes del Pacto de Corruptos, sino por estar involucrados en la manipulación de enmiendas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, como es el caso de Óscar Argueta, representante de la Unidad Nacional de la Esperanza y declarado no grato por estudiantes de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos a raíz de los sucesos ocurridos en septiembre.

Adicionalmente, no le hace ningún favor a cualquier presunto proyecto de oposición en el Congreso el diputado Orlando Blanco, de la UNE. Su sola presencia levanta todo tipo de críticas, justificadas porque, al igual que otros parlamentarios, no solo es otro de los protagonistas del Miércoles Negro, sino también de quienes pretenden burlar a la justicia.

No es ninguna buena noticia que en uno de los peores congresos de la historia se tenga que decidir, como diría el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, entre el cáncer y el sida, porque sobre eso descansa el dilema de buscar un cambio de rumbo en la conducción del Legislativo.

Al oficialismo tampoco le hace ningún favor el presidente Jimmy Morales al reunirse con diputados de la bancada de FCN-Nación en un cuartel, en lugar de la Casa Presidencial, como ha sido habitual en sus intervenciones para cabildear acerca de la integración de la junta directiva del Congreso.

Lo esperado sería que las fuerzas gubernamentales hicieran un supremo esfuerzo por presentar una planilla diferente a la que motivó no solo críticas sino hasta acciones legales. Eso empieza por descartar al diputado Felipe Alejos, actual secretario general de Todos, convertido en otra de las figuras comprometedoras para la actual legislatura, con el agravante de que ahora enfrenta señalamientos de tráfico de influencias y cohecho activo en el caso conocido como Traficantes de Influencias.

Los reveses de la Corte de Constitucionalidad a la vieja política deberían ser el mejor incentivo para enviar un mensaje de cambio y proceder a integrar una planilla para conducir al Congreso a una nueva etapa, la cual vaya en sintonía con el clamor generalizado por el cambio y cuando menos por marginar a personajes que claramente se identifican con la cultura de la impunidad.

Es casi seguro que, una vez más, la aplanadora de la vieja política buscará imponer sus condiciones y tal vez en ello tenga mucho que ver también la planilla presentada por la supuesta oposición en el hemiciclo, cuyas cabezas más visibles tampoco convencen para conducir un proyecto de cambio y sobre todo porque no parecen comprender el mensaje de renovación que se exige para afrontar la compleja coyuntura guatemalteca.

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