EDITORIAL
Adiós mundial al indiscutido rey Pelé
Cerca del 85% de la población mundial actual no había nacido cuando ya Edson Arantes do Nascimento, Pelé, se había consagrado como el único futbolista en la historia en ganar tres veces con su selección la Copa Mundial de la Fifa, un logro que se mantiene imbatible a pesar de la proliferación de estrellas del balompié a lo largo de las últimas seis décadas.
Durante el reciente Mundial de Qatar se acicateó la discusión, aderezada con cruces de cifras, de reglas, de índices de competitividad futbolística, acerca de quién es el mejor jugador del mundo. Los nombres de Diego Armando Maradona y Lionel Messi son los que, por mayoría, suelen figurar en la disputa contra Pelé, quien, igual que ellos, fue un muchacho de barrio pobre, cuya pasión por el futbol floreció en medio de múltiples vicisitudes y carencias, abonada por el apoyo de seres cercanos, amigos y deslumbrantes ejecutorias sobre la cancha. Quizá haya otros nombres, grandes, enormes, de Europa y América, que también puedan entrar a las tablas de clasificación global como “el mejor de la historia”, pero a ninguno de todos ellos, como a Pelé, le han llamado “el rey” y muy probablemente no habrá nadie más que le pueda suceder en tal trono de goles, de maromas, de sonrisas y, sobre todo, de cariño.
Futbolistas, entrenadores, preparadores físicos, directivos y aficionados alrededor del mundo reconocen en los logros del astro brasileño, nacido en 1940 y fallecido ayer, a los 82 años, las cualidades de un monarca futbolístico por derecho propio, a fuerza de empeño y gracia, de habilidad técnica y creatividad sobre el campo. Cuando ganó su primera copa, en Suecia 1958, el futbol todavía era en blanco y negro, y no solo por la TV: había menos reglas, menos difusión en vivo, menos marcas sobre los zapatos, las camisolas, las bardas de los estadios. El futbol tenía todavía más de juego y menos de industria. Cabe decir que fue la mano de Pelé, es decir, sus pies, sobre los cuales comenzó a caminar la atención mercadológica hacia este deporte.
Pelé ha muerto, a causa de un agresivo cáncer que le fue diagnosticado a finales de 2021. Cuando cumplió 82 años, el 24 de octubre último, no dejó lugar al dolor ni a la tristeza. Envió un mensaje en video por redes sociales a sus admiradores, con semblante sereno, marcado por los años, pero con esa misma expresión afable que mostró en aquel primer mundial que ganó a los 17 años. “Mis amigos de Brasil y de todo el mundo. Estoy feliz, muy feliz de estar hoy con todos ustedes y que Dios me haya dado salud para agradecerles a todos por todo lo que me han dado. Todo el mundo habla de Pelé, todo el mundo sabe que estoy agradeciendo por mi edad y por todo lo que me ha dado en este mundo. 82 años es un regalo de Dios”.
Su meteórica carrera no estuvo exenta de dificultades o tragedias. Su brillo deportivo no lo libró de cometer errores o de ser sujeto de polémicas, como cualquier persona. Sin embargo, supo convertirse en leyenda a través de mantener la sencillez y la accesibilidad. Su ascenso al éxito mundial estuvo marcado por la fidelidad a una promesa hecha a su padre cuando solo tenía 10 años y la selección brasileña caía derrotada en su propio monumental estadio, el Maracaná, ante un Uruguay que se coronó campeón en julio de 1950. “Voy a ganar un mundial para ti”, le dijo el pequeño Edson al exfutbolista Dondinho, quien nunca cesó de apoyarlo.
El gran legado del rey Pelé está en la demostración del inmenso poder de los sueños, en el increíble valor de la confianza de los padres sobre los hijos y la estratosférica altura que puede llegar a alcanzar un ser humano destacado por la humildad.