EDITORIAL
Alzamiento criminal largamente incubado
Es un país tropical donde las cárceles son porosas y las bandas criminales dominan sectores enteros, trafican droga, cometen extorsiones, ordenan ejecuciones y se fugan reclusos. Es una nación con alto deterioro institucional, diputados y funcionarios de justicia señalados de corrupción y colusión con oscuros intereses. Es una nación con zonas de ausencia del Estado y donde el narcotráfico ha copado bastiones territoriales y pervierte la política partidista mediante financiamiento ilícito, a fin de infiltrar instituciones de Estado. A ello se suman abyectas nóminas de policías y militares. Así es el caldo de cultivo en el que se fermentó la violenta crisis que azota a la República de Ecuador.
Las salvajes acciones de grupos criminales en ciudades ecuatorianas, viralizadas por redes sociales, buscan azuzar la psicosis y ponen en jaque al Gobierno. El presidente Daniel Noboa, quien asumió el poder hace mes y medio, declaró un conflicto armado interno y dictó medidas de excepción por 60 días, con sus toques de queda, para poder combatir a los terroristas. Un grupo de delincuentes irrumpió con armas de fuego en mano, durante una transmisión en vivo, en el canal de televisión estatal en Guayaquil y amenazó de muerte al personal.
Es lamentable ver esta ordalía de impunidad. Es trágico presenciar cómo una mayoría de ciudadanos trabajadores, productivos y respetuosos de la ley se encuentra por estos días a merced de estas bandas de facinerosos. Dos de los cabecillas de bandas narco escaparon de las cárceles donde estaban recluidos y dieron origen a la escalada. Sin embargo, el descenso a este infierno ha sido paulatino, empujado por la política barata y sus poses hipócritas.
No es nada fácil lo que le toca enfrentar al nuevo mandatario Noboa, de 35 años, quien ganó en segunda vuelta en noviembre. Los comicios estuvieron marcados por el magnicidio, el 9 de agosto, del candidato presidencial René Villavicencio, quien se perfilaba para ganar con arrolladora mayoría en la primera vuelta, el 20 de agosto. Como periodista, Villavicencio denunció varios escándalos de corrupción en el mandato del expresidente Rafael Correa, quien gobernó una década a fuerza de reformas constitucionales y reelecciones. Además, siendo candidato le declaró la guerra al crimen organizado y al narcotráfico. Fue abatido tras un mitin por una sicaria que también fue ultimada poco después, como un episodio de Macondo.
Noboa asumió la presidencia el 23 de noviembre. En diciembre se abrió un caso judicial que involucra a una treintena de jueces y funcionarios públicos con actos de corrupción. El operativo no logró la aprehensión de todos los sindicados, porque la lista fue filtrada en un tuit por Correa.
La coyuntura ecuatoriana es paradigmática y sirve de alerta sobre el deterioro al cual conduce la atomización política, los caudillismos vacuos, la polarización y la colusión con mafias. De 1997 al 2007 se fueron sucediendo cinco mandatarios como resultado de sucesivas crisis de ingobernabilidad. Después vino el período de Correa, del 2007 al 2017, caracterizado por su intolerancia a la crítica, discrecionalidades a favor de allegados y el acicateo de una polarización que persiste. Mientras tanto, las bandas de distintas estructuras criminales se expandían a costa de cientos de vidas. Solo la unión de la ciudadanía, las autoridades y todas las fuerzas productivas de Ecuador en favor de la justicia y el estado de Derecho pueden llevarlos a superar esta crisis.