EDITORIAL

Año y medio de invasión rusa es en sí un fracaso

El pueblo ruso ve acercarse con lentitud una crisis económica que el Gobierno de Vladímir Putin intenta disimular a través de informes económicos que refieren un crecimiento del 1% en el último año. Pero el rublo tiene oscilaciones peligrosas y la adquisición de insumos para la producción se ve cada vez más cuesta arriba debido a las sanciones internacionales impuestas por la invasión a la vecina Ucrania, que no ha parado de defenderse desde el 24 de febrero del 2021. Los ucranianos han sufrido enormes pérdidas humanas y también la destrucción de infraestructura, fábricas, ciudades, centrales de energía, pero no se han rendido y apenas ayer respondían con un ataque de drones al lanzamiento de misiles rusos.

El 24 de agosto se cumplieron 18 meses de la arremetida bélica de Putin, cuyo objetivo era doblegar al país vecino en pocas semanas. Así lo divulgaban la propaganda con énfasis patriótico, los discursos triunfalistas y los altos mandos de su entorno. Sin embargo, hoy hay miles de familias rusas enlutadas por la muerte de efectivos en un campo de batalla innecesario. Las ínfulas dictatoriales de Putin le están costando caro a su país.

Los recientes ataques contra objetivos en suelo ucraniano denotan desesperación, y es que en marzo del 2024 se celebrarán elecciones. En otros períodos se han producido extrañas muertes de rivales políticos y se obstaculiza la participación de otros, pero esta vez ya no hace falta que nadie le diga a la ciudadanía que las cosas no marchan bien. La inyección de recursos estatales a las fuerzas militares pierde sentido cuando pasan los meses y no se ven avances significativos. Por el contrario, Ucrania ha ido reconquistando partes de su territorio.

Aunque parece lejano comentar la invasión rusa a Ucrania, los impactos han sido globales. Los cambios en la logística, el déficit en la producción de fertilizante ucraniano, el efecto sobre los precios del petróleo y los combustibles son innegables, así como sobre la disponibilidad de metales como aluminio y acero. Ucrania ocupaba el primer lugar mundial en la producción de trigo y la intermitencia de los embarques, así como la destrucción de áreas de cultivo, se han reflejado en la cotización internacional del cereal. Si bien la mayoría de este se destina a África, los costos globales terminan pesando algo más en los bolsillos de los consumidores. Apenas en el 2019 había comenzado la exportación de vegetales guatemaltecos a Rusia, que parecía ser un mercado prometedor, hasta que las sanciones económicas lo impidieron.

Por tratarse de una potencia militar mundial, cada día y cada semana que se prolonga el conflicto constituyen un desgaste para Putin. El peso de la economía de guerra, que ha obligado a una elevación de la tasa líder hasta del 8.3%, agrega un nuevo agobio a los habitantes y barreras al crédito, un factor primordial para el crecimiento.

A final de cuentas, es la población civil la que termina pagando los despropósitos de gobernantes ensoberbecidos por la sensación de poder omnímodo y la tendencia a polarizar situaciones en lugar de resolverlas con sentido común. Más de 10 millones de ucranianos han abandonado todo: casas, trabajos, educación y raíces familiares para marcharse a lo incierto. La represión del Gobierno de Putin en contra de quienes critican la invasión se irá haciendo cada vez más fuerte, pero a la vez crecerá el número de ciudadanos que le pasen al gobernante la factura por una guerra que no querían.

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